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Juan Cano
Lunes, 2 de octubre 2023, 07:11
Habían contratado un reservado doble para celebrar el cumpleaños de Eric, que estrenaba década: 30. Les dieron el de la esquina, al lado de los baños, pero también el más alejado de las escaleras. Allí compartieron una botella de Johnnie Walker, bailaron al son de ... la música latina y brindaron por el cumpleañero.
El whisky se acabó y Walter Hernández, que es primo de Eric, se quedó con ganas de otra copa. Se lo comentó a un amigo y juntos bajaron la amplia escalinata que comunica los reservados con la planta de la discoteca la Fonda Milagros, que está situada en Las Atalayas, una zona de la capital murciana donde los hoteles se mezclan con los concesionarios de coches, las naves industriales y el Pabellón Municipal de Deportes.
Faltaban minutos para las seis de la mañana. Walter y su amigo pidieron dos copas de ron Barceló con hielo. Mientras esperaban a que la camarera se las sirviera, el joven nicaragüense vio «humo y una llamarada» en el conducto del aire acondicionado que pasaba justo sobre la barra. «Alguien gritó ¡fuego! y todo el mundo salió corriendo», describe.
En estos momentos, Walter sigue sin saber nada de su primo Eric Hernández, del hermano y la pareja de éste, de la madre de ambos (su tía) y de otros seis amigos. Son 10 de las 16 posibles víctimas -hay 13 cadáveres y cinco desaparecidos, según el alcalde de Murcia, José Ballesta- en la tragedia de Las Atalayas, la peor en el ocio nocturno español desde el incendio de la discoteca Flying de Zaragoza, en enero de 1990, donde murieron 43 personas.
El fuego de este domingo 1 de octubre afectó a tres discotecas que están situadas de forma contigua y que tenían horario de cierre a las siete de la mañana, por lo que suelen tener una importante afluencia de público -son muy populares entre la comunidad latina de Murcia- a altas horas de la madrugada. La peor parte se la llevaron La Fonda Milagros, donde al parecer se encontraban los 13 fallecidos, y Teatre. Curiosamente, ambos establecimientos estaban unidos hace tiempo, pero se dividieron en dos y ahora los venían explotando por separado. En Golden, el tercer local afectado, no se han producido daños considerables.
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R. G. Bastida
Al sofocar las llamas, los bomberos rescataron inicialmente a 11 personas sin vida, pero una vez apagado el fuego, y tras inspeccionar hasta donde pudieron los tres locales, localizaron dos cuerpos más. Por eso las autoridades no descartan que pueda haber más cadáveres entre la montaña de escombros a la que han quedado reducidos la Fonda y Teatre, teniendo en cuenta que además ayer aumentó el número de desaparecidos, informó el regidor murciano.
El problema, tal y como explicó el cabo de Bomberos Pascual Rabadán, es el peligro de derrumbe. De hecho, hay riesgo de desplome de la fachada, lo que va a retrasar los trabajos de la Brigada de la Policía Científica para esclarecer las causas del incendio. Los bomberos tardarán 48 horas en asegurar las estructuras para que los compañeros puedan entrar e investigar el fuego.
«Todo fue muy rápido», continúa Walter. A los pocos segundos, el fuego se intensificó, la luz se apagó y el joven corrió hacia donde intuía que estaba la salida. Al llegar a la calle, el desconcierto. Entre la muchedumbre no adivinó a ver a nadie conocido, así que se fue a casa pensando que su familia había logrado salir antes y que ya estaría a salvo. No fue así. Los reservados se convirtieron en una trampa mortal y el fuego alcanzó tal temperatura -los bomberos calculan que entre 600 y 1.000 grados- que la estructura «colapsó» y cedió toda la planta superior.
Walter vive en un piso compartido con Eric -el cumpleañero-, su hermano, la madre de ambos y sus respectivas parejas. En total, seis personas, todos migrantes nicaragüenses que fueron llegando a Murcia en busca de un futuro. Eric -sigue desaparecido, se desconoce si él se encuentra entre las víctimas mortales- quiso celebrar su 30 cumpleaños con los familiares y amigos que tiene en Murcia, en total unas 35 personas que se reunieron para cenar a las 21.30 horas en un restaurante que, curiosamente, también se llama La Fonda. Poco antes de medianoche el grupo se marchó a la discoteca del mismo nombre. Algunos se fueron durante la madrugada. Walter calcula que, cuando se desató el incendio, quedarían unos 15.
Al llegar a casa, el primo de Eric vio que no había nadie y volvió a la discoteca temiéndose lo peor. Empezó a llamarlos sin parar. Al principio, sus teléfonos tenían señal e incluso daban los tonos, pero después ya sólo emiten el mensaje de 'apagado o fuera de cobertura'. «Yo me salvé porque bajé a pedir una copa, pero mi familia no pudo salir. No sabemos si están vivos o no», confiesa el joven, que no se despega del Pabellón de Deportes, donde un equipo de psicólogos atiende a familiares y amigos de la tragedia.
A media tarde, agentes de la Policía Nacional repartieron hojas entre las personas que esperaban noticias sobre sus seres queridos para que las rellenaran con todos los rasgos físicos o de indumentaria que recordaran. Con esa información, policías y forenses tratarán de identificar los 13 cadáveres que permanecen en el Instituto de Medicina Legal de Murcia. No obstante, también han recabado muestras de cepillos de dientes o del pelo para un cotejo mediante ADN.
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