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RUTH ARIAS
Martes, 4 de septiembre 2018, 09:47
Las historias de los cinco fallecidos ayer en el terrible accidente de autobús en Avilés hablan de carambolas del destino, de luchas por salir adelante, de detalles enternecedores pero, sobre todo, de vidas truncadas, de familias rotas, de compañeros desolados y de finales que ... llegaron demasiado pronto para lo que todos ellos aún querían hacer.
Entre las cinco vidas perdidas hay personas de distinto tipo y condición. Las víctimas mortales se encuentran en una horquilla de edad que oscila entre los 52 años de una mujer gijonesa y los 77 de otro gijonés. Algunos eran trabajadores y otros jubilados, y pertenecían a tres concejos; Soto del Barco, Gijón y Castrillón.
Uno de los casos más trágicos, que da cuenta de las veleidades del destino, es el de una sotobarquense de 55 años que ayer se encontraba en el autobús camino a Gijón para cuidar de sus nietos. Ayudaba a su hijo en esta tarea, porque tanto él como su nuera trabajaban y no podían atenerlos todo el tiempo. En esta labor se turnaba con la madre de ella, con la otra abuela, y acudían una semana cada una. La mujer era una luchadora, había sufrido un cáncer y lo había superado, pero la muerte la esperaba sin embargo en la carretera. Tenía dos hijos, uno es un conocido exentrenador de fútbol infantil en el equipo de Soto del Barco y la otra trabaja en la farmacia de la localidad, curiosamente junto a la cuñada del conductor del autobús. El destino es caprichoso hasta en los peores momentos.
La historia quizás más romántica y llamativa es el de un jubilado de 75 años de Piedras Blancas (Castrillón), que era un viejo conocido de los trabajadores tanto de ALSA como de la propia estación de autobuses. Era un habitual de la ruta Avilés-Gijón, y un enamorado del transporte en autocar, como otros tantos lo son del ferrocarril. Acostumbraba a viajar en este medio de transporte simplemente por placer. Personas que solían hacer esa misma ruta, pero que ayer no se encontraban en el vehículo siniestrado aseguran que le gustaba especialmente sentarse en los asientos delanteros, donde se situaba siempre que podía. Desde allí compartía algunas breves conversaciones con los conductores, con los que ya había establecido una relación de confianza, y lo que durante mucho tiempo fue un auténtico placer, acabó siendo su condena. El autobús se empotró contra el pilar y se partió en dos hasta la tercera fila.
Entre los fallecidos se contabilizan también un jubilado gijonés de 77 años y dos trabajadores de Avilés que residían en la villa de Jovellanos. Uno de ellos se ocupaba del único 'sex shop' existente en Avilés, en la calle Concepción Arenal, muy cerca de la estación de autobuses, donde presumiblemente se subió al autocar. Regresaba a Gijón a comer.
La quinta víctima mortal era una empleada de la tienda Cocinas Asturcón, una compañía familiar de la calle Eduardo Carreño Valdés. Ayer, la gerencia del establecimiento también manifestó su pesar y se mostró desolada por la tragedia que ha sacudido las vidas de decenas de familias.
Información elaborada con datos de Cristina del Río, Alberto Santos y Eva Fanjul.
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