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«Puede ser el hijo de Fernando, el loco». La cámara de seguridad de una vivienda cercana al polideportivo ha sido vital para dar con el paradero del asesino de Mateo. El dispositivo captó a Juan Francisco, joven de 20 años y autor confeso del asesinato del pequeño de once años, al que asestó el pasado domingo al menos once puñaladas mientras jugaba a fútbol junto a sus amigos en este equipamiento deportivo de Mocejón, un pequeño municipio de Toledo. Las imágenes captan cómo huye de la escena del crimen al atravesar la valla rota por la que poco antes había accedido al recinto. La primera vez la atravesó con parte de la cara tapada, pero su salida la realizó con el rostro al descubierto. La clave con la que se permitió identificarlo dar con su paradero.
Las imágenes las visualizaron dos grupos de chavales. El primero, el grupo de amigos del pequeño fallecido. Y el segundo, otra pandilla de adolescentes que le vieron, pero con los que no interactuó. No era nítida, pero lo suficiente para reconocer la ropa y su aspecto. Ninguno lo conocía personalmente, porque el autor del crimen pasaba tan solo veraneaba por temporadas en el pueblo junto a su padre y abuela, pero se apuntó una posibilidad que acabó fructificando en su arresto. «Puede ser el hijo de Fernando, el loco», puso encima de la mesa un testigo, según desvela el diario ABC.
La reconstrucción de los hechos por parte de la Guardia Civil señala que Juan Francisco salió del polideportivo y caminó cerca de dos kilómetros por las calles del pueblo hasta la casa de su abuela. Eran las primeras horas de la mañana de un domingo caluroso, sin apenas gente en la calle. Y nadie reparó en él. Fue en su otra vivienda familiar en el pueblo, la de su padre, donde treinta horas después fue detenido por los agentes y confesó el crimen ante su progenitor, con el que poco antes había acudido a misa de doce.
En el salón de la casa confesó los hechos de forma anárquica y balbuceante. Contó que mató a Mateo, pero que no fue él. «Yo no fui. Lo hizo mi otro yo», contó a los agentes, según ABC. Al saber que una cámara lo había grabado, señaló que «me han copiado la cara». Al parecer, usó un cuchillo y se deshizo de él en un canal cerca del lugar del crimen, donde la Guardia Civil lo ha buscado sin éxito. «Puede que mienta o no, tal y como está es posible cualquier cosa», señalan las fuentes consultadas por el diario del Grupo Vocento.
Durante el registro de la vivienda, los agentes encontraron varias prendas de ropa que llevaba el joven cuando atravesó la valla. El padre del autor confeso explicó a los agentes que su hijo sufre una severa discapacidad intelectual del 70 por ciento, diagnosticada y que consta en informes médicos y de servicios sociales. Vive en Alcorcón con su madre y su hermano, donde asiste a un centro de día adecuado a sus problemas. Por temporadas, visita el pueblo donde viven su padre y su abuela.
No ha salido a la luz por el momento motivación alguna -si la hay- para cometer este crimen que ha conmocionado a este pequeño municipio de Toledo. El joven de 20 años arrebató sin mediar palabra la vida a un niño de 11 años mientras jugaba a fútbol con su pandilla. La muerte de Mateo, el pequeño de Toledo que murió tras recibir un total de 11 puñaladas, ha provocado una gran conmoción. Nadie entiende qué se le ha podido pasar por la cabeza a un chaval que simplemente veraneaba en el pueblo junto a su padre y sus abuelos.
Algunos medios informan, asimismo, que un hermano menor se encontraba estos días con ellos. Los padres del detenido están separados. Fuentes conocedoras del caso señalan que el arrestado, que entró en el campo de fútbol con el rostro tapado, aseguró en su relato a la Policía que vivió el crimen como «si lo hiciera otra persona». Según señala 'La Vanguardia', los investigadores han incautado sus dispositivos tecnológicos del asesino confeso para rastrear a qué videojuegos jugaba y verificar si ha tratado de imitar alguno. Las primeras pesquisas, por tanto, apuntan a que los problemas mentales del detenido le provocaron ideas delirantes y hacen pensar que Mateo estuvo en el lugar equivocado en el momento menos oportuno. Su estado mental será clase en la resolución del caso. Algunos vecinos del municipio han señalado que el arrestado es un chico «raro» y que no se relacionaba.
Por otro lado, la Guardia Civil no ha encontrado aún el arma del crimen. Se ha registrado la vivienda, pero hasta última hora de este lunes agentes del Grupo Especial de Actividades Subacuáticas rastrearon una acequia a poco más de cien metros del polideportivo. El detenido aseguró haberla arrojado allí. Los trabajos han consistido en drenar el agua del caudal y después recorriendo la zona indicada por el detenido palmo a palmo, palpando en busca del objeto punzante mencionado desde el inicio. Este martes, a primera hora, se ha retomado la búsqueda.
El detenido, moreno y de complexión delgada, se alojaba en este pequeño pueblo de poco más de 5.000 habitantes por temporadas. A última hora de este lunes, agentes de paisano del instituto armado recorrían las calles de un pueblo medio vacío por las vacaciones de verano y en 'shock'. «No nos podemos creer que Mateo esté muerto», señalaban. En paralelo a este patrullaje, el rastreo se realizaba también desde el aire. El dispositivo de búsqueda del autor de los hechos estuvo compuesto por agentes de la unidad orgánica de policía judicial, de laboratorio y de unidades de investigación de Illescas y del grupo de información de la comandancia de Toledo.
Otra de las incógnitas que aún quedan por resolver es cómo el autor confeso de los hechos evitó las miradas de los viandantes cuando accedió al campo de fútbol. «Es una zona por la que vamos a pasear mucho y a esa hora seguro que había alguien», recalcaban los vecinos. De momento, fuentes de la investigación ni confirmaban ni desmentían el uso de algún vehículo tras el crimen. Al Ángel Tardío se puede llegar de varias maneras, pero oficialmente se hace a través del paseo de los Molinos y su entrada principal. Ahí se llega al campo de fútbol, a la piscina y al resto de pistas polideportivas.
Fuentes policiales apuntan a que el joven detenido se coló por agujero en una verja. Justo a la espalda de la puerta principal, un boquete en el vallado da acceso a las instalaciones. «Hay que ser de la zona para saber dónde está ese agujero», señalaba este lunes Asell Sánchez, portavoz de la familia. Esta salida da a un camino de tierra que acaba en el canal del Jarama. Es aquí dónde el instituto armado, según confesó el sospechoso, buscaba el arma del crimen. Esta es ahora la principal preocupación, el hallazgo del artefacto que acabó con la vida del joven Mateo. Un aspecto clave para la resolución judicial del caso y confirmar la autoría.
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