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El hombre detenido en Madrid por facilitar la muerte de su esposa, enferma de esclerosis múltiple desde hace 30 años y con un grave deterioro físico, se enfrenta a un máximo de dos años de prisión, al haber quedado demostrado en un vídeo que fue ... la propia mujer la que solicitó expresamente que se pusiera fin a su vida. La cooperación al suicidio está castigada en el Código Penal español con penas que van, en función de la gravedad de los hechos, de dos a ocho años de reclusión; pero el legislador, cuando redactó la norma, previó la posibilidad de suavizar el castigo cuando el fallecido se estuviese enfrentando a «graves padecimientos permanentes y difíciles de soportar». Éste parece ser el caso. Con una pena que no superará los dos años y sin antecedentes penales, lo más probable es que el arrestado, Ángel Hernández, de 70 años, nunca llegue a cruzar las puertas de la cárcel.
La muerte de su esposa, María José Carrasco (62 años), es una historia llena de matices. Como consecuencia de su enfermedad, la mujer era desde hace años «totalmente dependiente», según explicó ayer el vicepresidente de la asociación Derecho a Morir Dignamente (DMD), Fernando Marín. Lo era hasta el punto de que «no podía ni coger un vaso». Antes de que llegara esta dolencia invalidante, era una mujer muy activa a la que le gustaba tocar el piano. La primera vez en que, según la agrupación, la paciente solicitó a su esposo que acabara con su vida fue hace nada menos que 23 años, pero él le quitó la idea de la cabeza.
María José padecía una enfermedad que distingue entre dos tipos de pacientes. La esclerosis múltiple es una patología que afecta al cerebro y a la médula espinal, donde se desarrolla una cicatriz llamada tejido escleroso, que va restando capacidades con cada brote que se padece. Los enfermos diagnosticados en la última década se han beneficiado de avances terapéuticos que han permitido no vencer a la enfermedad, pero sí contener de manera importante ese deterioro físico y cognitivo que, tradicionalmente, le acompañaba.
La situación de los enfermos de largo recorrido es, en cambio, completamente distinta. La mayoría son muy dependientes y viven en situaciones penosas. En Euskadi, existe una de las cuatro residencias disponibles en España para dar atención 24 horas al día a los pacientes de largo recorrido. El centro de Bilbao, que dirige la fundación Esclerosis Múltiple Euskadi, cubre las necesidades existentes en el País Vasco, pero los otros tres existentes en Madrid, Zaragoza y Salamanca no pueden asumir la demanda.
María José Carrasco, de 62 años, según relata su esposo en una carta remitida a Derecho a Morir Dignamente, vivía postrada en su cama y sufría brotes repetidos, con una frecuencia de una o dos veces al año. Presentaba incontinencia vesical, en ocasiones también rectal y precisaba la ayuda de terceras personas para realizar actividades cotidianas como asearse, alimentarse o vestirse. Su rutina diaria estaba llena de incomodidades, según relata su esposo, pero la peor de todas es que ya no deseaba seguir adelante con algo que difícilmente podía llamarse vida.
«Esta historia quedará concluida cuando María José, en su derecho a poner fin a su malvivir y en uso de su libertad, decida seguir adelante con su suicidio», escribió el detenido en la carta a la asociación proeutanasia. «Es evidente que el deseo de María José necesita de que se la ayude, por su incapacidad a realizarlo por ella misma. Como es una constante en ella demandar ese auxilio, no habrá más remedio que proporcionarle ayuda para que se cumpla».
Ángel y María José confiaban en la aprobación de la Ley de Eutanasia para poner fin al sufrimiento de ella, pero la convocatoria de elecciones y la consiguiente disolución de Las Cortes acabó con su última esperanza de muerte. El hombre acudió entonces «al mercado negro» y compró pentobarbital sódico, un barbitúrico de sabor amargo, que se bebe y concede el último descanso en treinta minutos con cinco gramos. El que lo ingiere se duerme poco a poco y se va.
Ángel Hernández grabó en un vídeo todo ese proceso. «Tú lo sabes y me lo has pedido muchas veces, muchas veces, más de las necesarias, pero claro, yo confiaba en que se aprobara lo de la eutanasia...», dice él en la grabación, algunas de cuyas imágenes se difundieron ayer por televisión. Él le pregunta dos veces si quiere que le ayude a suicidarse. Ella responde con dos síes. El hombre, que pserá puesto hoy a disposición judicial, ha pasado estas últimas noches en los calabozos de la comisaría de Tetuán. En España no hay ley de eutanasia. Ni siquiera de cuidados paliativos.
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