El patrón del barco Siempre Necora que ayudó en el rescate, Pedro Antonio Fernández. Europa Press

Francisco tenía 57 años y le faltaban tres meses para jubilarse

Pasadas las nueve y cuarto de la mañana su mujer se enteraba de lo sucedido «por el Facebook de Revilla». «¡No hay derecho!», aseguró indignada

José Carlos Rojo

Martes, 4 de abril 2023, 08:10

A las nueve y cuarto de la mañana una mujer conducía desesperada junto a su hija por el Barrio Pesquero en busca de información. «Estoy buscando a alguien que sepa algo, por favor. Mi marido iba en ese barco y era de aquí. Que nos ... estamos enterando de que hay un muerto de aquí por el Facebook de Revilla». Era la mujer de Francisco San Pedro Faleato, de 57 años, uno de los dos tripulantes fallecidos del pesquero Vilaboa Uno, naufragado esta madrugada a seis millas de la costa norte de Santander.

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«¡Por favor! ¡Por favor! No hay derecho. Nadie nos dice nada y tenemos que enterarnos de esta manera», comenzó a derrumbarse la mujer. Sus peores sospechas se confirmaron cuando la Guardia Civil le confirmó que uno de los dos cuerpos rescatados del agua era el de su marido. A Faleato le quedaban sólo tres meses para jubilarse.

Compañeros y vecinos están consternados. «Era muy conocido porque había vivido toda la vida aquí, en el Barrio Pesquero; aunque ahora vivía en Maliaño», cuenta una vecina. «No hay derecho, los patrones quieren traer mucho más del pescado del que pueden traer y al final pasa lo que pasa. Es una desgracia que se veía venir», murmuran los vecinos, entre los que la noticia ha volado. «Han arriesgado mucho, al parecer», dice otro. Fuentes de Pesca aseguran que el barco estaba sin carga en el momento en el que se ha hundido.

«Le conozco desde niños»

Entre tanto, los lamentos de la mujer se escuchaban en todo el Barrio Pesquero. La hija de ambos estaba junto a ella, derrumbada frente a la garita que la Guardia Civil tiene dentro del recinto portuario y que está separada del Barrio Pesquero por la valla levantada para impedir los saltos de los polizones.

«Le conozco desde niño», narra otra vecina de edad avanzada». «Era muy bueno, muy amable y muy trabajador. Había estado en la mar toda la vida. Y ahora, a poco de jubilarse, pasa esto. Es muy mala suerte».

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Otro hombre, amigo de la familia, llegó al lugar. Telefoneó, nervioso. «No hay derecho. Conozco perfectamente en qué condiciones salen. No tenían que salir pero aquí lo único que se busca es tragar y tragar. Este hombre, Faleato, era el único que estaba regular en el barco, ¿vale? Y le quedaban sólo tres meses para jubilarse. Pues ahora está muerto».

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