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La investigación policial contra el violador en serie de Gipuzkoa que se ha ido desgranando en los dos primeros juicios contra este hombre de 39 años de nacionalidad rumana ha permitido destapar la trayectoria delictiva de un auténtico depredador sexual, al que se le atribuyen ... una veintena de agresiones cometidas sobre diez víctimas. Unos ataques cometidos entre 2012 y 2019, año en el que fue detenido, y que se dividen en dos etapas claramente diferenciadas por distintos modus operandi. En los primeros años los ataques los realizaba en la calle a mujeres que no conocía y que iban solas. Después pasó a escoger víctimas a las que sí conocía y a las cuales violaba en sus domicilios, agresiones que grababa en vídeo. El denominador común que marcó todos los ataques es el uso de cloroformo u otras sustancias anestesiantes.
Hasta que fue detenido se le atribuían seis violaciones, todas ellas denunciadas y en manos de la Justicia, aunque desde el primer momento los investigadores aseguraron que G.G.C. podía ser autor de más agresiones. Ayer, durante su declaración en el juicio por la violación a una joven en Lasarte-Oria en 2015, un agente de la SICTG (Servicio de Investigación Criminal Territorial de la Ertzaintza en Gipuzkoa) desveló que en el análisis del ordenador y los pen drives incautados al acusado identificaron a cuatro nuevas víctimas «desconocidas para nosotros hasta ese momento». Y lo hicieron por los vídeos y las fotografías que hallaron en esos dispositivos, en las que se observaba a varias mujeres inconscientes que estaban siendo agredidas sexualmente por el acusado. Todas se realizaban en interior de domicilios.
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En esas imágenes se observan «actos sexuales explícitos» y no hay «ninguna duda» de que las mujeres que aparecen en las mismas «están inconscientes, dormidas». La Ertzaintza identificó a cuatro mujeres a las que el acusado conocía. «Aprovechaba para acceder a sus domicilios porque el hermano o el familiar de esa mujer trabajaba con él, le sustraía las llaves y cometía la agresión, siempre utilizando cloroformo», explicó policía. Ninguna de las cuatro mujeres le había denunciado, y fueron violadas en varias ocasiones, una de ellas hasta en diez. El acusado guardaba todo ese «material delictivo» junto con fotografías familiares con su mujer y sus hijos. Uno de los vídeos lo editó introduciendo música y texto y se lo envió a la víctima.
Por los datos que han trascendido hasta el momento se le atribuyen diez víctimas sobre las que habría cometido una veintena de agresiones, un historial que supera con creces al del otro violador en serie que ha conocido Gipuzkoa, un hombre que agredió a cinco mujeres entre 2007 y 2008 en San Sebastián y que fue condenado a 28 años de cárcel.
La Ertzaintza venía investigando una serie de agresiones sexuales cometidas por un mismo autor en Gipuzkoa «por lo menos» desde el año 2012. Tres de ellas se le atribuían «sin duda» por el ADN encontrado en el cuerpo de las víctima. El resto por su manera de actuar: atacaba de noche a mujeres solas, por la espalda, utilizando un pañuelo con cloroformo u otros anestesiantes. Cada denuncia por agresión sexual cometida en Gipuzkoa era revisada por la SICTG, y al analizar el caso de la violación de Lasarte-Oria el 1 de enero de 2015 «claramente» apuntaba al mismo varón, que en aquel momento seguía siendo un desconocido para los investigadores. Dos meses después, el 8 de marzo de 2015, otra mujer fue atacada de la misma forma, aunque el hombre no pudo consumar la agresión.
Desde ese momento, dejó de actuar. O eso es lo que pensó la Ertzaintza, ya que dejó de registrar denuncias por violaciones que coincidieran con su forma de actuar o en las que apareciera su ADN. Cuatro años de ausencia, hasta que en 2019 fue detenido por una violación en Beasain. Su víctima, a la cual conocía, sospechó de él, por lo que la policía le sometió a vigilancia y recogió una cuchara que había utilizado cenando con su familia en el wok de Lintzirin, en Oiartzun. Cuando se introdujo su perfil genético en la base de datos de la Ertzaintza los investigadores descubrieron que acababan de detener al violador al que llevaban siete años buscando.
No había parado de atacar, solo había cambiado de estrategia. En los primeros años agredía a mujeres en la calle, sin escogerlas. Se ocultaba en sitios oscuros, de noche, y aguardaba hasta que alguna pasara sola para abordarla por detrás. Las primeras veces llegó a utilizar sprays de pimienta, pero no lograba someter a sus víctimas. En su ordenador encontraron búsquedas realizadas en 2012 y 2013 con las frases 'qué es el cloroformo' y 'cómo dormir a una persona'. Fue «perfeccionado» su método. Pero a partir de 2015 se cansó de actuar en la calle y pasó a elegir víctimas en su entorno, mujeres a las que conocía por su relación con algún familiar y a las que violaba en sus domicilios, después de dormirlas con cloroformo.
Las fechas de los vídeos extraídos de sus pen drives de las violaciones cometidas sobre cuatro mujeres sitúan esos ataques entre 2015 y 2017. La que realizó a la joven de 21 años de Beasain en 2019 iba a ser «una más», pero su denuncia permitió darle caza.
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