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álvaro frías | juan cano
Viernes, 26 de junio 2020, 08:37
La investigación comenzó en Málaga, un hilo del que fueron tirando los agentes de la Policía Nacional para asestar el mayor golpe hasta ahora al mercado negro de armas en España. Una operación sin precedentes, en la que se han intervenido cientos de armas ... ilegales, algunas de ellas tan destructivas como minas anticarro o lanzagranadas, y otras más curiosas como bastones que se convierten en un sable o una pistola que perteneció al hombre que se sentó ante una cámara para informar del fallecimiento de Francisco Franco.
Se trata de una pistola semiautomática de la marca Star, modelo A, calibre 9 largo que perteneció a Carlos Arias Navarro. Un arma producida en España entre 1921 y 1945 por la empresa Bonifacio Echeverría S. A., radicada en la localidad guipuzcoana de Eibar. Sin embargo, el modelo de Arias Navarro estaba completamente personalizado, en color dorado y con varios relieves decorativos.
El arma fue hallada en uno de los 32 registros que se llevaron a cabo en todo el país en el marco de esta operación contra el mercado negro de armas, en la que se detuvo a 21 personas. En concreto, los agentes encontraron el arma de Arias Navarro en una vivienda situada en Madrid.
También en la capital de España se halló uno de los mayores arsenales intervenidos en la operación. Fue en la casa de un efectivo de la Guardia Real, que contaba con un lanzagranadas C90, dos minas anticarro de instrucción, 127 armas ilegales, material explosivo, polvo de aluminio, pólvora y detonadores.
Para los investigadores él formaba parte de la red más importante de España dedicada al tráfico ilegal de armas. Funcionaba mediante paquetería postal, a través de la que sus integrantes se enviaban y recibían las piezas, tras lo que procedían a rehabilitar o ensamblar las armas. Sin embargo, cuando la transacción era por un arma de guerra, quedaban de forma presencial, con citas de gran seguridad.
En cuanto a los detenidos, desde la Policía Nacional han indicado que tenían habilidades y conocimientos necesarios para hacer modificaciones en armas de fuego. De hecho, algunos de ellos incluso disponían de talleres clandestinos, en los que hacían trabajos de precisión, llegando a transformar un arma de fuego semiautomática en una automáticas o de guerra. Para ello se hacían valer del método de la 'canibalización', que es como en el argot policial se conoce el hecho de utilizar piezas procedentes de diferentes armas de fuego para crear una nueva completa.
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