![Detenida por fingir una violación en Fuengirola para llamar la atención del chico que le gustaba](https://s1.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/201909/18/media/cortadas/policia-nacional-kG8E-U90181058815EKE-1248x770@El%20Correo.jpg)
![Detenida por fingir una violación en Fuengirola para llamar la atención del chico que le gustaba](https://s1.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/201909/18/media/cortadas/policia-nacional-kG8E-U90181058815EKE-1248x770@El%20Correo.jpg)
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juan cano
Miércoles, 18 de septiembre 2019, 18:04
Su denuncia despertó una enorme preocupación en la comisaría de Fuengirola. Una violación cometida en una calle de Fuengirola por tres varones corpulentos y de tez oscura que vestían chilaba. Los agentes estuvieron a punto incluso de arrestar a un hombre que vivía en ese lugar y que respondía a las características físicas de uno de los autores del ataque sexual. Pero, al final, todo resultó ser mentira. La propia joven reconoció que se lo había inventado para llamar la atención del chico que le gustaba. Y acabó detenida.
La investigación, a cargo de la Unidad de Familia y Mujer (UFAM) de la comisaría fuengiroleña, arrancó el 3 de septiembre a raíz de la llamada telefónica a la sala del 091 realizada por una chica que alertaba de que su compañera de piso había sido violada. Esa tarde, al levantarse, la víctima le contó a su amiga lo que le había pasado, si bien la supuesta agresión sexual había tenido lugar durante la madrugada previa.
Agentes de la Policía Nacional se desplazaron al domicilio de la joven para entrevistarse con ella. La muchacha les contó que la noche anterior había estado cenando con varias personas. Al terminar la velada, se marchó a casa con una amiga y un amigo en un taxi que los iría dejando a cada uno en su domicilio. Así las cosas, los dos se apearon del vehículo antes que ella.
La víctima explicó a los investigadores que, cuando se bajó del taxi, se dio cuenta de que no era su lugar de destino. Ni siquiera reconocía la calle. Al verse sola, se puso a andar. Así fue cómo, según su relato, se topó por la calle con tres desconocidos y les preguntó si le podían indicar dónde estaba la calle donde vive.
La chica continuó explicando a los policías nacionales que, entonces, uno de los individuos la sujetó por el brazo y la introdujo por la fuerza en un coche de color blanco, pequeño y con los cristales tintados. Allí, fue violada por este sujeto mientras los otros dos vigilaban. Tras el ataque sexual, la dejaron marcharse a su domicilio.
La joven acertó a llamar a su amigo, el que había compartido taxi minutos antes con ella, para contarle lo sucedido. Después se acostó y se quedó dormida. No fue hasta la tarde, al despertarse, cuando se lo dijo a su compañera de piso. Y esta última llamó a la policía, que activó el protoloco establecido para las agresiones sexuales; se avisó a un médico forense que exploró a la víctima en busca de restos biológicos que ayudaran a identificar al autor.
Tras el examen médico, la chica fue trasladada a la comisaría fuengiroleña a fin de ratificar, por escrito, su denuncia. Y así lo hizo. Además, aportó algunos detalles más sobre la supuesta agresión sexual y unos cuantos rasgos físicos de los presuntos autores: tez oscura, corpulentos y vestidos con chilaba.
Los investigadores de la UFAM comenzaron por realizar una reconstrucción de los hechos, acompañados por la denunciante, que empezó a mostrarse poco colaboradora y no dio datos precisos de la ubicación del suceso, según apostillaron fuentes cercanas al caso. Paralelamente, se interrogó a las personas con las que estuvo cenando y a los amigos que compartieron taxi con ella.
Los agentes concluyeron que el ataque sexual solo podía haberse producido entre las 4.12 y las 4.30 horas de la madrugada, que fue la única franja en la que ella se quedó sola. También pudieron averiguar que la joven mantenía una relación con el chico que iba con ella en el taxi y que, al parecer, no le había prestado demasiada atención esa noche, por lo que se sintió despechada.
Al final, la denunciante reconoció que todo era mentira y que había fingido la agresión sexual, según fuentes cercanas al caso. Al parecer, reconoció que estaba saliendo con el chico del taxi, el mismo al que llamó tras la falsa violación, la cual se inventó para que él le prestara atención, ya que no le hizo mucho caso durante la velada, y estaba enamorada de él.
Tras su confesión, los policías la detuvieron por simulación de delito ante la «gravedad» de los hechos denunciados, que podrían haber supuesto la imputación de un inocente. De hecho, en la zona que ella mencionó vive un hombre cuyas características coinciden con las descritas por la joven, con el que ella se había cruzado previamente.
Además, las denuncias falsas y las simulaciones de delito, infracciones ambas contra la Administración de Justicia, acarrean un gasto en recursos públicos, tanto en horas y servicios policiales como en el reconocimiento médico-forense y las diligencias judiciales. De hecho, la Policía Nacional suele incluir en estos atestados una estimación del coste para tratar de imputárselo al impostor, en una hipotética condena, por la vía de la responsabilidad civil.
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