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Iker Murillo
Domingo, 13 de octubre 2024, 11:53
El tradicional día de Udalaitz se celebraba ayer, una jornada especial para Arrasate. Sin embargo, al despertarse, los vecinos de la localidad se llevaron una desagradable sorpresa: la cruz de Udalatx, un símbolo emblemático colocado en la cima por los propios vecinos en 1971 en ... homenaje a los montañeros fallecidos, había desaparecido.
El sabotaje coincidió precisamente con la celebración de una marcha organizada por Besaide Mendizale Elkartea, un evento muy concurrido que reunió a cerca de 300 montañeros y senderistas para disfrutar de la ruta, cuyo recorrido incluye el paso por la cumbre, un lugar muy cercano a la frontera con Bizkaia.
La cruz se erguía en la cima del Udalatx con una altura de 12,5 metros y un peso de 250 kilos. Sin embargo, ayer no había rastro de la misma, solo los restos de un corte limpio en su base, una tapa fechada en el día del atentado, una pequeña sierra incrustada y un poema que 'justificaba' el derribo. Al cierre de esta edición, la cruz sigue en paradero desconocido. Solo sigue en pie la que estaba junto a ella, de 1,5 metros, que pertenece a Elorrio (Bizkaia).
Desde Besaide Mendizale Elkartea, organizadora de la marcha que tuvo lugar por la mañana, contaron que «los montañeros han salido a las siete de la mañana desde Arrasate y sobre las ocho han llegado a la cima y se han encontrado con que no estaba la cruz». Los mendizales reunidos en Udalaitz buscaron por los alrededores, pero «todo estaba limpio y no han encontrado rastro de la cruz».
El suceso se produce además en el día del 53º aniversario de la colocación de la misma, motivo por el cual se celebra el día de Udalaitz. El Ayuntamiento de Arrasate hizo pública una nota a través de redes sociales, donde aseguró que «tendremos que investigar qué ha sucedido y en las próximas semanas nos reuniremos con las asociaciones y los agentes de montaña para analizar el tema con más profundidad, y tomar así las decisiones necesarias de manera conjunta».
Los vecinos de la localidad no ocultaron su pesar por lo sucedido: «Estamos muy indignados. Esto trasciende cualquier inclinación política; no se trata de eso. Lo que ha sucedido es una auténtica salvajada, un acto que demuestra una completa falta de respeto hacia todas las personas y vecinos de nuestra localidad. Esa cruz representaba un símbolo para Arrasate, un emblema de nuestra historia y nuestra identidad colectiva. Lo que han conseguido cuatro energúmenos es verdaderamente lamentable. Es una vergüenza que nos afecta a todos».
El escritor local Josemari Velez de Mendizabal también compartió con este periódico su indignación por los hechos. «La agresión contra la memoria histórica de los habitantes de Arrasate ha sido incomprensible. La actuación destructiva en Udalaitz podría recordarnos a la de los talibanes en Afganistán, pero yo me limitaré a un ámbito más cercano, y me ha venido a la mente el oscuro suceso de 1977 en Aramaio, cuando la Guardia Civil voló por los aires con dinamita la cruz de Tellamendi. En ambos casos, manos distintas han herido la memoria y el sentimiento de un pueblo. La respuesta de los habitantes de Aramaio en aquella ocasión fue inmediata, reconstruyendo la cruz en su lugar».
El poema que los presuntos autores del atentado dejaron junto a la base de lo que era la cruz señala que, aunque el homenaje a los montañeros podría haberse hecho con una piedra, un trozo de madera, un piolet u otro objeto similar, se optó por colocar una cruz. «Una cruz sagrada, con todo lo que eso implica, con todo su peso», menciona la inscripción. A la hora de tratar de 'explicar' el acto de cortar la cruz, el texto señala que es un 'homenaje' a los montañeros fallecidos, permitiéndoles liberarse de esa carga simbólica y religiosa para que así puedan «volar libres». Esto deja claro que la acción fue intencionada y deliberada. Un acto que, sin embargo, hasta ahora no ha sido reivindicado por ninguna persona ni colectivo. En este momento, las autoridades continúan investigando la autoría de los hechos.
Tal y como relataba la crónica con motivo del 50 aniversario de la instalación del símbolo de homenaje a los montañeros, «la colocación de la cruz grande fue notablemente difícil y laboriosa. Empezando por subir dos barricas de hierro donde captar el agua de lluvia el 4 de septiembre, los sábados y domingos siguientes se consumieron perforando penosamente la roca para fijar los anclajes de la cruz. Después hubo que subir a cuestas 2.500 kilos entre agua, cemento y arena para construir la base. No menos titánica fue la tarea de subir la cruz de 250 kilos hasta su emplazamiento». Hasta ayer.
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