Buscan ADN de las niñas de Alcàsser en el coche de Ricart 29 años después del triple crimen

Cuando faltan unos días para que se cumplan 29 años del triple crimen que conmocionó a España en la década de los 90, los avances tecnológicos aplicados a la investigación policial podrían afianzar la acusación contra Antonio Anglés, el presunto autor material de los asesinatos y uno de los fugitivos más buscados por Interpol. Varios agentes del Equipo Central de Inspecciones Oculares (ECIO) del Servicio de Criminalística de la Guardia Civil se desplazaron el lunes, exprofeso desde Madrid a Valencia, para examinar el Opel Corsa con nuevas técnicas de revelado de sangre y otros fluidos orgánicos.

Los especialistas también inspeccionarán un Seat Ronda, otro de los vehículos utilizados por los asesinos, en cumplimiento de una providencia dictada por la jueza que recibió el traspaso del caso Alcàsser. Horas antes de que llegaran los agentes del ECIO, una grúa trasladó los dos coches desde el depósito judicial de vehículos de Valencia, situado en las instalaciones de la empresa Stock Circuit en Cheste, al cuartel de Almussafes.

Los guardias civiles que realizan la inspección están considerados la élite de los policías científicos, utilizan la tecnología más avanzada, tienen formación en diversas especialidades, disponen de un equipo de infografía forense y recrean hechos delictivos con imágenes tridimensionales. Sin embargo, muy pocas veces tienen que procesar escenarios de crímenes tan antiguos o examinan piezas de convicción que han pasado por varios depósitos, dos hándicaps que dificultan la labor de los especialistas.

La diligencia de investigación comenzó a primera hora de la mañana del martes y está previsto que dure varios días. La magistrada Elisa Fort ordenó las inspecciones de los dos vehículos y los análisis de más de 50 pelos –que fueron descartados en la selección de muestras enviadas al laboratorio– ante la falta de pruebas de ADN que incriminen a Anglés.

La Guardia Civil no halló en 1993 vestigios genéticos que sitúen a las menores en el Opel Corsa, por lo que una de las acusaciones populares solicitó nuevos análisis que permitirían enjuiciar con garantías al presunto asesino –en el caso de que estuviera vivo y fuera detenido antes de la prescripción de triple crimen–, y cuyos resultados podrían arrojar luz sobre otras circunstancias que rodearon el caso.

Cuando la Guardia Civil inspeccionó el coche de Ricart el 28 de enero de 1993, dos agentes especialistas en dactiloscopia recogieron un centenar de pelos y ocho muestras en el maletero, asientos traseros y delanteros, palanca de freno de mano, tapizado, bandejas de las puertas e incluso en los bajos del vehículo. Los guardias civiles utilizaron un reactivo químico denominado cianocrilato para revelar huellas, y también usaron un aspirador para buscar el mayor número posible de pelos y muestras.

Tras el análisis de 165 pelos recogidos en los dos vehículos, los biólogos sólo pudieron extraer ADN de siete, según consta en el sumario, y ninguno de ellos era de las niñas asesinadas. También realizaron estudios de polimorfismos nucleares para comparar las muestras con los perfiles genéticos de Anglés, Ricart y otros sospechosos.

Según la sentencia de la Audiencia Provincial de Valencia que condenó a Ricart a 170 años de prisión, los dos delincuentes pudieron actuar en compañía, «posiblemente de alguna otra persona más», cuando invitaron a las tres jóvenes a subir al Opel Corsa horas antes del triple asesinato, pero nunca se pudo demostrar la implicación de un tercer individuo.