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Javier Martínez
Viernes, 13 de septiembre 2024, 09:33
Otro ataque con ácido, una de las agresiones machistas más crueles, causó graves quemaduras a una mujer de unos 50 años de edad en la localidad de Bétera. Dos días después de sufrir el acto de barbarie, la víctima pidió auxilio y fue asistida en la madrugada del pasado domingo en el Hospital Arnau de Vilanova.
El presunto agresor, un hombre de origen marroquí con nacionalidad española, fue detenido por agentes de la Policía Local y Guardia Civil de Bétera pocas horas después de que la mujer recibiera atención médica.
Según informaron fuentes jurídicas, la víctima había denunciado a su agresor por maltrato varios días antes de sufrir el ataque con ácido, pero no acudió al juzgado de Llíria para ratificar su denuncia. El miedo a posibles represalias podría haber influido en su decisión.
El detenido tiene antecedentes policiales por delitos como lesiones y amenazas. El brutal ataque tuvo lugar el pasado viernes en el domicilio de la víctima en Bétera. El joven quería mantener relaciones sexuales con su amiga, como ya había hecho en otras ocasiones de forma ocasional, pero ella se negó y discutieron. Poco después cometió la agresión. Arrojó ácido a la víctima y se marchó.
Tras sufrir graves quemaduras en la espalda y el costado, la mujer entró en un estado de semiinconsciencia sin darse cuenta, al parecer, de las graves lesiones que tenía. Dos días después del cruel ataque, la víctima llamó al teléfono de emergencias 112 para pedir auxilio. Eran las 0:50 horas de la madrugada del domingo.
Tras recibir el aviso de una posible agresión con ácido, el Centro de Coordinación de Emergencias de la Generalitat alertó de inmediato a la Policía Local y Guardia Civil de Bétera, que enviaron sendas patrullas al lugar.
El Centro de Información y Coordinación de Urgencias (CICU) también movilizó a un equipo de Soporte Vital Básico (SVB). Los sanitarios asistieron a la mujer y la trasladaron en una ambulancia al Hospital Arnau de Vilanova, donde quedó ingresada «con pronóstico reservado», según informaron fuentes médicas.
Como establece el protocolo de atención a víctimas de malos tratos, desde el centro hospitalario avisaron a la sala del 091 de la Policía Nacional, que envió una patrulla al Hospital Arnau de Vilanova. Dos agentes se entrevistaron con la víctima y los médicos, realizaron unas primeras diligencias de exposición de hechos y traspasaron el caso a la Guardia Civil, que se hizo cargo de las investigaciones.
Pocas horas después, agentes de la Policía Local y la Guardia Civil detuvieron al presunto agresor tras localizarlo en la vivienda de su actual pareja en la avenida de Valencia de la localidad de Bétera. El joven no ofreció resistencia en el momento del arresto. Los datos facilitados por la víctima a la Policía fueron clave para la rápida detención del individuo.
Según el atestado policial, el detenido podría haber tirado salfumán a la víctima, aunque falta por concretar qué líquido corrosivo arrojó. Las mismas fuentes jurídicas señalaron que el agresor ingresó en prisión como presunto autor de un delito de lesiones graves.
El 26 de mayo de este año, un ciudadano ucraniano sufrió otro ataque con ácido en una calle de Benidorm. Los hechos sucedieron en la calle Dos Calas. La víctima sufrió quemaduras de tercer grado con una superficie corporal afectada menor del 10%, concretamente en una mejilla y un ojo.
El agresor, un hombre corpulento que llevaba guantes y una gorra, arrojó el líquido corrosivo a la víctima y emprendió la huida a pie mientras un testigo llamaba al teléfono de emergencias 112 para pedir una ambulancia.
El 1 de agosto de 2011, el propietario de una gestoría de l'Alfàs del Pi sufrió también quemaduras de tercer grado al ser agredido con ácido por un individuo desconocido en la zona de l'Albir. La víctima se dirigía a su establecimiento cuando le atacó un hombre de mediana edad, al que no pudo identificar, y la investigación también barajó como móvil de la agresión un posible ajuste de cuentas.
Las agresiones con ácido buscan causar un daño físico y moral, ya que desfiguran la cara de la víctima con lesiones que quedan para toda la vida, o que mejoran tras varias operaciones quirúrgicas. Los países asiáticos tienen una incidencia alta de de casos y muchos quedan impunes por la debilidad del sistema judicial. Las mujeres corren un mayor riesgo de ser víctimas de estas agresiones.
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