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Sábado, 22 de diciembre 2018, 11:29
La investigación por el asesinato de Laura Luelmo prosigue. Y tras su confesión, aunque plagada de mentiras y vaguedades, Bernardo Montoya ingresó ayer en prisión después de declarar ante la jueza que lleva el caso cinco horas. Medios y ciudadanos esperaban en las inmediaciones ... de los juzgados para verle la cara al presunto asesino de la joven profesora zamorana que salió a correr en El Campillo hace semana y media y no regresó jamás a su casa.
En medio de esa expectación, Montoya quiso pronunciarse. Mientras era conducido al coche policial y con las manos esposadas, se dirigió a la multitud. «Pido disculpas a la familia. Lo siento», dijo antes de entrar en el vehículo. Unas palabras que provocaron respuestas airadas de los presentes y que en ninguna medida calma la indigación y la tristeza por la muerte de Luelmo.
Hay que decir que el presunto asesino, que ya había estado en la cárcel por haber matado a cuchilladas a una anciana en un pueblo vecino, es un experto en el Código Penal, que estudió durante sus años en prisión. Y que nada de lo que hace es casual, sino que está orientado a reducir la pena que le imponga un magistrado durante el juicio. De momento, la familia de la joven, a través de la acusación particular, ha pedido prisión permanente revisable para este hombre. Ees la mayor condena prevista por nuestro ordenamiento.
La jueza de instrucción 1 de Valverde del Camino (Huelva) ordenó anoche el encarcelamiento de Montoya acusado de los delitos de asesinato, detención ilegal y agresión sexual ante los «contundentes indicios de criminalidad» en relación a la muerte de la chica, de 26 años, cuyo cadáver fue localizado el pasado lunes en un paraje cercano a El Campillo, el municipio a donde se había desplazado hace apenas dos semanas para cubrir una sustitución como maestra.
Montoya fue recibido a la puerta del juzgado con gritos de «asesino», una indignación que ya había sufrido a primera hora de la mañana cuando abandonó los calabozos de la Comandancia de la Guardia Civil de Huelva en dirección a Valverde. Sin embargo, tuvo que permanecer toda la jornada en el cuartel de esta localidad a la espera de que los agentes que investigan el caso concluyeran el atestado policial. La jueza levantó el secreto de sumario poco antes del inicio de la declaración apelando a esos indicios contundentes de criminalidad y la necesidad de «preservar» la práctica de ciertas diligencias «a fin de no perjudicar la investigación». Tras más de cinco horas de declaración, la jueza decretó su ingreso en prisión sin fianza ante la solidez de las pruebas acumuladas por la Guardia Civil.
Una contundencia a la que apeló la letrada de la familia para anunciar, horas antes de la declaración judicial, que aunque aún tenía que estudiar el sumario con la Fiscalía, no tenía duda de que reclamarían la pena de prisión permanente revisable para Montoya. La abogada quiso además trasladar un mensaje de agradecimiento de la familia de la chica «por el respeto brindado».
Mientras tanto, la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil continúa la investigación tratando de confirmar con qué objeto fue golpeada la joven en la cabeza y cuando fue conducida al paraje de Las Mimbreras donde fue hallado su cadáver el pasado lunes. De momento, las pesquisas han ido desmontando una a una las explicaciones dadas por Montoya sobre la agresión, y confirman no solo que hubo agresión sexual, sino que además se produjo en la casa del detenido, que trató de eliminar el rastro limpiando con lejía.
El cadáver de Laura Luelmo fue localizado a mediodía del lunes por un vecino que paseaba por el monte. Todas las sospechas apuntaban en una misma dirección, y se confirmaron el martes, cuando agentes de la Guardia Civil detuvieron a Bernardo Montoya, un hombre de 50 años de edad y recién salido de prisión tras cumplir varias condenas por homicidio y robo con violencia sobre quien la chica había expresado cierta inquietud por el modo en que la miraba.
Montoya se derrumbó en el interrogatorio y contó una versión acerca de lo sucedido con la joven que la investigación ha ido desarmando evidencias sólidas. Frente a lo sostenido por el detenido, los agentes encontraron en su vivienda, colindante con la de Laura Luelmo, restos de sangre y ADN que dejaban claro que Montoya agredió sexualmente a la chica en la casa y la golpeó causándole diversas contusiones. Posteriormente envolvió el cuerpo en una manta y lo introdujo en su coche, conduciéndola hasta la acequia donde fue encontrada.
Aunque la Guardia Civil ha podido recomponer parte del trayecto y ha hallado una bolsa de plástico con las pertenencias de la chica, así como la manta donde fue envuelta, aún sigue buscando el móvil para determinar la ruta que siguió y los tiempos. Entre las incógnitas sin resolver por el momento está saber cuándo la abandonó en Las Mimbreras, posiblemente aún con vida, dado que la autopsia ha certificado que murió dos o tres días después de su desaparición.
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