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Una pizza picante flambeada en mesa con un soplete, uno de los platos estrella del restaurante italiano Burro Canaglia, estuvo detrás del grave incendio ocurrido hace ahora un año en el que perdieron la vida tres personas en el barrio Salamanca de Madrid. Entre ellas, ... dos amigas vizcaínas que se encontraban de escapada en la ciudad. Otras once resultaron heridas, cinco de ellas de gravedad. Un año ha pasado de un suceso que conmocionó a la opinión pública y la investigación judicial se encuentra estancada en el Juzgado de Instrucción número 46 de Madrid.
La documentación aportada por el Ayuntamiento, los Bomberos y la Policía Científica han ido llegando al juez, quien se encuentra a la espera de recibir los informes forenses acerca del alcance de las lesiones de los heridos, algunos con quemaduras en entre el 8 y el 25 por ciento de su cuerpo que les obligaron a pasar muchos días en la UCI y en unidades de grandes quemados. Una vez recabe toda la información que considere relevante, deberá decidir si estima citar a declarar a testigos y posibles investigados. Pero por ahora, nada.
El incendio se desencadenó en el Burro Canaglia, que cuenta con franquicias en Bilbao, Santander, Sevilla y Málaga, entre otras ciudades- el 21 de abril de 2023. Era viernes. El servicio de cenas en este local ubicado en el número 16 de la plaza de Manuel Becerra se interrumpió de forma abrupta sobre las 23:00 horas, cuando una imprudencia con un encendedor cerca de la puerta de entrada prendió la vegetación artificial que decoraba la pared y en cuestión de segundos, como si se tratara de una bola de fuego, se propagó por el techo hasta convertir el establecimiento en una ratonera para los clientes y comensales por el denso humo negro y las llamas, que les impidieron incluso salir a la calle entre escenas de terror. Las personas afectadas se agolparon en el fondo del local durante unos minutos y la tragedia no fue mayor gracias a la presencia de un parque de bomberos a escasos 200 metros del restaurante.
La Policía Local acordonó la zona para facilitar el trabajo de los servicios sanitarios, que levantaron una tienda de campaña y alargaron la atención de los heridos hasta bien entrada la madrugada. Ya con la luz del día, los agentes de la unidad científica de la Policía Nacional inspeccionaron el local en busca de pruebas.
Dos personas fallecieron en el acto: un empleado de 25 y una clienta de 43. Esta última era Alexandra Velasco. Residía en Neguri y era enfermera del IMQ de Zorrozaurre desde hace dos décadas, aunque también había trabajado de forma puntual en Cruces. Otras doce resultaron heridas, seis graves. Una de ellas tenía el pronóstico más complicado. Era María M., de 41 años y amiga de Alexandra. Tras permanecer ingresada en el Hospital de La Paz con quemaduras en el 25% del cuerpo y lesiones internas de consideración, falleció veinte días después como consecuencia de la gravedad de las heridas. Ambas se encontraban de escapada con varias amigas de la infancia en Madrid, donde residen dos de ellas. Tres llegaron desde Bizkaia y otra desde Barcelona. Faltaron algunas. Se juntaron el viernes. La cena era el inicio del reencuentro. Estaban en el peor sitio en el peor momento posible.
La orden que tienen todos los restaurantes de la firma Burro Canaglia es que el 'encendido' de la pizza se realice en las cocinas. En la mesa el camarero de turno debía completar el show pasando un mechero por encima del picante, el queso, la cecina y el salami. Se sospecha que el plato nunca llegó a la mesa. En el camino prendió la decoración del local, lleno de flores y adornos de plástico que emulaban una selva. Un chispazo fue suficiente porque algunos de los ornamentos estaban a muy baja altura. Las llamas se desataron a pocos metros de la entrada del local, justo donde estaba sentada la cuadrilla de vizcaínas.
Pese a que ha pasado un año desde el fatal suceso, la investigación judicial avanza con lentitud mientras las familias de los fallecidos y los afectados siguen esperando respuestas sobre qué sucedió esa noche en el interior del restaurante de comida italiana. A la espera de que testigos y los posibles responsables puedan contar su versión en sede judicial, la reconstrucción de los hechos es solo parcial.
El Ayuntamiento de Madrid abrió una investigación para determinar si el local cumplía o no con el reglamento. El alcalde, José Luis Martínez-Almeida y la entonces vicealcaldesa, Begoña Villacís, aseguraron que dadas sus dimensiones y el número de comensales que tenía autorizado «no era necesario» que el local, que contaba con licencia desde 1997, tuviese una salida de emergencia. En cuanto a si la decoración se ajustaba o no a las prescripciones de dicho permiso, añadió Almeida, sería la Justicia la que deberá determinarlo. La franquicia del restaurante en Bilbao retiró las plantas artificiales y la de Fuengirola (Málaga) hizo lo propio con los platos flambeados de su carta.
El local madrileño es propiedad de la compañía del empresario Pedro Jesús Capote Conejos, con varios negocios vinculados al sector de la seguridad. Capote ha hablado por primera vez del caso en este primer aniversario. «No sé por qué os metéis ahí. Se archivará la causa penal. Es un incendio, un accidente y ya está», dijo en una conversación con Gran Madrid tras ser preguntado por el suceso. En el Tribunal Superior de Justicia de Madrid aclaran, según recoge El Mundo, que el juez no ha podido citar a declarar a los posibles responsables al no tener información suficiente. Además, advierte de que este incendio fue, en principio, un accidente, por lo que nunca hubo un dolo, o voluntad deliberada de cometer un delito. Una hipótesis acorde con las palabras del propio Capote.
El restaurante madrileño Burro Canaglia se está remodelando actualmente para albergar otro negocio similar, mientras varios de los heridos en el incendio de hace un año aún no han recibido el alta médica y continúan con secuelas físicas y psicológicas.
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