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marcela valente
Martes, 6 de agosto 2019, 00:59
Si hubiera que elegir un símbolo que represente a Argentina en cualquier lugar del planeta, ese elemento es, sin duda, su carne bovina. Más allá de la fama del tango -el baile típico del habitante de Buenos Aires-, las parrillas humeantes con el asado y ... el chorizo se extienden por todas las provincias del país, en los barrios más populares y entre los más ricos, en bares de paso donde comen parados o chóferes y en restaurantes cinco estrellas para paladares exigentes. No obstante, en esta tierra considerada el paraíso del carnívoro, los veganos se multiplican y levantan su voz cada vez más alto contra el maltrato animal. Para preocupación de muchos padres, entre los nuevos activistas hay mayoría de adolescentes conversos dispuestos a dar un combate sin tregua para desterrar el asado del domingo en familia.
En la última semana, unos cuarenta activistas pasaron a la acción directa en el templo de la ganadería argentina: la Exposición Rural. Desde 1886, cada año se realiza en una hacienda de la ciudad de Buenos Aires la exposición de la Sociedad Rural, la agrupación que reúne a los terratenientes ganaderos del país. Allí se exhiben ejemplares de las distintas razas de vacas, cerdos, caballos y otros animales de granja, se compra y se vende tierra y maquinaria para el campo. En ese escenario irrumpieron los veganos con pancartas que rezaban 'Liberación animal' o 'Basta de usar animales'.
Camuflados en las gradas entre el público, los militantes veganos saltaron las vallas durante una exhibición de caballos jineteados por gauchos para pasar su mensaje a favor de los «animales no humanos». La reacción de los gauchos a caballo fue violenta. Los corrieron y les golpearon con fustas, látigos de cuero e incluso boleadoras. A uno le amenazaron con un cuchillo, a otro lo patearon y escupieron en el suelo. «Putos de mierda», les lanzaron. La violencia quedó registrada en vídeos grabados con los móviles que los activistas subieron a las redes sociales.
El impacto de la intervención vegana fue inmediato. Canales de televisión y radios los invitaron a dar su testimonio como nunca antes. El tratamiento periodístico no fue del todo amigable. Los culpaban de provocar, los calificaron de intolerantes, pero los activistas, que pertenecían a múltiples movimientos, quedaron conformes. Nunca antes habían logrado tanta visibilidad con su mensaje y sus argumentos. Estaban listos para responder a cada cuestionamiento como si se hubieran entrenado toda la vida. El pasado sábado volvieron a la Exposición Rural, pero sólo hasta la puerta. Allí se manifestaron con pancartas y fotos que denunciaban el maltrato animal para mostrarlas a quien quisiera verlas.
En Argentina es común la expresión «escupir el asado» para aludir a alguien que estropea los planes justo en el momento en que uno está entusiasmado con llevarlos a cabo. En este caso, la acción de los veganos en la exhibición fue casi la manifestación literal de la metáfora. El movimiento vegetariano tiene muchos años en Argentina, pero hasta hace un tiempo sus seguidores eran un puñado de excéntricos. Ahora no sólo se multiplican los fieles de la alimentación a base de frutas y verduras, sino que crece también la minoría de veganos; los que no consumen ni usan productos de origen animal, lo que incluye carnes de todo tipo, pero también huevos, lácteos, miel, lanas, cueros, pieles o productos de cosmética testados en animales.
Con los nuevos usuarios se han multiplicado también los locales de productos alimenticios para nutrir esas dietas, así como los restaurantes veganos. Hay incluso una parrilla, La Reverde, que con alimentos a base de seitán -elaborado con gluten de harina de trigo- ofrece 'churrascos', 'chorizos', 'bondiolas' y otros émulos de los más populares platos del asador. Al igual que en una parrillada de carne, los sirven en recipientes de madera, acompañados de patatas fritas, ensaladas y salsas picantes. Es una manera de «mantener la tradición de la parrillada sin el sacrificio de los animales», defienden.
Manuel Martí | Unión Vegetariana Argentina
Manuel Martí, director de la Unión Vegetariana Argentina, cuenta que hace muchos años, cuando se creó la entidad, no había ninguna otra agrupación que los congregara. «Ahora hay miles», dice. Porque, además de los nacionales, muchos colectivos internacionales tienen representación en Argentina. Las redes sociales han contribuido a «difundir de manera exponencial las ventajas del veganismo», asegura, y permiten que se popularicen recetas entre carnívoros tentados a abstenerse. Martí recomienda encarecidamente la campaña 'Lunes sin carne', iniciada por el exbeatle Paul McCartney, un conspicuo vegano. Al argentino no le cuesta, sobre todo si el domingo comió su asadito.
Pero entre los nuevos veganos hay quienes creen necesario pasar de las recetas a la acción para «terminar de una vez por todas con el maltrato animal» o boicotear a las empresas que se lucran con productos animales. En 2018 irrumpieron en la popular pizzería Guerrín de Buenos Aires con carteles de 'Muzarella=Muerte'. Meses después, el local incorporó al menú versiones veganas de pizza con espinaca, espárragos, albahaca y nueces. También en la parrilla La Churrasquita aparecieron los activistas al grito de «asesinos» para concientizar sobre el sufrimiento animal.
Pero la acción no convence si no está acompañada de argumentos. Al contrario; a muchos este fenómeno les asusta, les resulta violento e irrespetuoso. Por eso ahora procuran dar las razones. «Consideramos necesario visibilizar que Argentina está pasando por una emergencia climática y ecológica y creemos que la exposición rural es el ámbito adecuado para poner en conocimiento a las personas de que el cambio climático y el maltrato animal son provocados por sectores que responden a un grupo de negocios: la industria alimentaria», denunciaron hace unos días integrantes de la agrupación DxE Argentina.
Los activistas y miembros de UVA también advierten sobre la necesidad de denunciar la discriminación que sufren por su opción de vida. «Así como existe la homofobia, lo mismo ocurre con los veganos», asegura Martí, mientras muestra a esta redactora los exabruptos e insultos disparados en redes sociales después de su protesta en la Sociedad Rural.
Jorge Torelli | Instituto de Promoción de la Carne Vacuna
Desde el otro lado, la industria cárnica se defiende. Jorge Torelli, del Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina, apunta que, junto a Australia y Estados Unidos, Argentina es uno de los tres países con mayor consumo de carnes y el mayor en la especialidad vacuna. En 2018 fueron 56 kilos por persona y año, y al cierre del presente ejercicio se estima que serán 50 kilos. Pero Torelli aclara que el descenso no es por el veganismo: «No quisiera menospreciar esa tendencia, que es mundial, pero en Argentina la caída está relacionada con una merma del poder adquisitivo». Del total de producción vacuna, entre el 75 y el 90% se vende en el mercado doméstico. Cuando cae la demanda interna, aumentan las ventas a la exportación. En este sentido, revela Torelli, «China es un cliente que compra cada vez más».
En cuanto al maltrato, el empresario asegura que «se trabaja con manuales para el bienestar animal». No solo por una cuestión de respeto a las especies, sino porque redunda en una mejor calidad de la carne. Destaca además que los animales de corral son criados «a cielo abierto, que es mejor que con luz artificial», aunque admite que hay mucho campo para mejorar.
Algunos veganos aceptan que bastaría con que se reduzcan los niveles de crueldad. «Los animales también son sujetos de derechos», reivindican. Otros creen, en cambio, que «un mundo más justo es aquel en el que todos podemos vivir sin necesidad de matar a otras especies para comer». Si su discurso logra bajar los índices de consumo de carne vacuna en Argentina, será una hazaña.
Maltrato animal. Los veganos sostienen que los animales son tratados «como si fueran cosas y no seres vivientes» por la industria alimentaria. Creen que si hubiera mataderos en medio de las ciudades todos serían veganos.
56 son los kilos de carne vacuna por año y habitante que se consumieron en Argentina durante 2018. Este año el consumo ha bajado por la pérdida de poder adquisitivo; se estima que en diciembre serán 50 kilos.
117 son los kilos sumados de carnes (aviar, de cerdo, vacuna y pescado) que consumió cada argentino el año pasado. Argentina es uno de los tres mayores consumidores del mundo, con Australia y EE UU.
Dobla la media mundial. El Fondo de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) estima que el promedio mundial de consumo de carnes de todo tipo es de 67 kilos. Es decir, que Argentina consume el doble. China, por el contrario, registra solo cinco kilos por persona y año.
5% de la población del país es vegetariana, según la Sociedad Argentina de Nutrición. No obstante, la Unión de Vegetarianos Argentinos asegura que ese porcentaje se ha disparado ya hasta el 9%.
Los veganos argentinos coinciden en que el sector ganadero debe transformarse. Y no sólo a favor de la vida y el bienestar animal, sino del planeta. Argentina es un gran emisor de metano, uno de los gases que provocan el efecto invernadero, causa del calentamiento global. Los gases se emiten en el proceso digestivo del animal. Un informe de la Organización de las Naciones Unidas emitido en 2018 advierte de que «no habrá solución al cambio climático si la humanidad no reduce un 90% el consumo de carnes, en particular la de origen bovino».
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