Gonzalo cámara echevarría
Madrid
Viernes, 1 de octubre 2021, 12:06
En poco más de la mitad del territorio español (53%) solo residen el 5% de la población y con una densidad inferior a 12,5 habitantes por kilómetro cuadrado. Estos datos nos sitúan con la mayor superficie despoblada entre los países al sur de Europa. ... Esta España despoblada ha revelado que la mitad de los municipios españoles están en riesgo de extinción. 1.286 no superan las 100 personas empadronadas. Según un estudio realizado por el INE, los datos hacen referencia a una rápida regresión demográfica por el ámbito rural que ha ocasionado numerosas consecuencias. Algunas de las más relevantes son el envejecimiento de la población de la zona, la salida de la población joven, un mayor impacto en la brecha de género y la brecha digital entre los más mayores, la caída de la natalidad o la baja densidad demográfica, entre otras.
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Este fenómeno de la despoblación, que desde hace décadas amenaza a nuestro país, nos ha abierto los ojos frente a otras realidades que han ensanchado el problema. Un informe desarrollado por Javier Senent, presidente de la Cruz Roja Española, el secretario general de la Federación Española de Municipios y Provincias, Carlos Daniel Casares, la directora general de la Fundación Telefónica, Carmen Morenés, el presidente de Correos, Juan Manuel Serrano y el secretario general del Ministerio de Ecología y Reto Demográfico, Francés Boya, analizan los principales motivos entorno a la «vulnerabilidad social en el contexto de la España despoblada». Uno de los primeros y más interesantes es que, según los datos, dos de cada tres personas que abandonan un pueblo son mujeres.
La mejora en el acceso a la formación universitaria del público femenino es uno de los motores que han propiciado la inserción de la mujer en el sector servicios, y que está aún más concentrado en las ciudades. Además, según los participantes del estudio, las mujeres rurales ven en las urbes «más oportunidades ligadas a los derechos reproductivos», encontrando también ventajas profesionales para sus hijos y una oportunidad para romper con los «mandatos de géneros establecidos». Los expertos explican que la conciliación familiar (mujeres que retrasan la maternidad para estudiar e insertarse en el mercado laboral) supone un incentivo para que las mujeres inmigrantes puedan encontrar un empleo en el cuidado y el trabajo del hogar. Sin embargo estas migraciones y, por lo tanto, la conciliación para las mujeres del ámbito rural, solo tiene efecto en las ciudades y con un escaso impacto en el ámbito rural.
El empleo es otro de los grandes contribuyentes al aumento de la despoblación en el país. El trabajo dentro del mundo rural se caracteriza por ser precario, temporal, intensivo «y hasta peligroso en algunas ocasiones», según el informe. Esta situación conlleva una menor aceptabilidad del ámbito rural, el aumento del empleo sumergido, la atracción de mano de obra en situación de vulnerabilidad social, y en muchas ocasiones, la discriminación por clase, género o raza y, por lo tanto, la percepción de la ciudad como el único lugar con oportunidades laborales estables. A esto se añade las numerosas opiniones sobre las políticas públicas, pues denuncian que «no cuentan con la participación de los agentes implicados, tales como la sociedad civil rural, entidades locales o productoras locales».
La llegada de la pandemia sigue siendo una amenaza hoy, pero también ha aportado nuevas esperanzas con las oportunidades ideadas para sobrellevar este fenómeno. El gigante movimiento generado por el cambio climático o la falta de puestos de trabajo como consecuencia del fuerte retroceso económico son algunos de los incentivos que han motivado a muchas personas para estar dispuestas a migrar al entorno rural, a lo que se agrega los incentivos públicos creados para mejorar la repoblación.
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La ausencia de servicios básicos en estas regiones también han influido en el desarrollo de estos lugares y la huida de su población. La falta de una educación de peso es uno de los principales motivos que ha supuesto un paso atrás para tantas familias que no se conforman con el sistema vigente en algunos municipios, en los cuales se finaliza la fase obligatoria a los 16 años, limitandose así las oportunidades para muchos jóvenes que quieren continuar con su formación. Es innegable que la mayoría de los centros de formación para el bachillerato o la formación profesional se concentran en las grandes urbes. Es por esto que la población joven surge como uno de los colectivos afectados ante la escasez de oportunidades laborales o la necesidad de formarse como argumentos que les motivan para salir de casa. Solo unos pocos deciden quedarse, y son aquellos que han perdido el puesto de trabajo y retornan o los que asumen la responsabilidad de cuidar de una propiedad o un negocio familiar.
Por consiguiente, los expertos sugieren crear un «sistema universitario rural», en el cual no sea necesario acudir presencialmente y con el que se permita cursar estudios superiores aplicables al territorio en concreto. De esta forma se garantiza que los empleos cualificados puedan encontrar su sitio en el medio rural. Sin embargo, los expertos ponen primero el foco en los servicios básicos que siguen sin mejoran en muchas de estas poblaciones y que se pueden ver reflejados en los déficits de carreteras, la falta de transporte público, la necesidad una buena conexión a internet o la carencia de políticas sociales que faciliten el acceso a la vivienda. Este último factor es percibido actualmente como una oportunidad económica a la hora de alquilar o comprar, cuando en muchas ocasiones supone lo contrario. Debido al aumento del turismo rural y la escasa oferta de viviendas en algunas zonas rurales, se ha detectado un encarecimiento del precio de estas propiedades.
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La precariedad en los servicios sanitarios y sociales es otro de los muros que también ha crecido como consecuencia de la despoblación y que daña aún más la imagen de residir en el mundo rural. La escasez de habitantes ha provocado que el personal sanitario priorize las ciudades, acarreando una creciente falta de especialistas para pacientes de avanzada edad, psicólogos o a veces incluso medios tan básicos como las ambulancias. La situación de las personas mayores está en riesgo, pues no se le presta la debida atención a sus necesidades sanitarias y sociales, incrementando algunos efectos negativos como la soledad, problemas depresivos o el deterioro cognitivo. En ocasiones, estos servicios dependen de los servicios de salud en las ciudades que con la llegada del covid-19 se han visto con el agua al cuello. Tampoco se debe olvidar el hecho de que en estos lugares los servicios básicos suponen un bien indispensable para la mayoría pero hoy resultan insuficientes.
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