Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
Marcela Valente
Martes, 7 de mayo 2019, 00:16
Apesar de una reciente y polémica disposición que le quitó luz, el rostro gigante de Eva Perón que se enmarca sobre el lateral de un edificio situado en la famosa avenida 9 de Julio en Buenos Aires amenaza con opacar al Obelisco, monumento icónico de ... la ciudad. Su figura imponente sobre el bulevar en el que se congregó la mayor manifestación popular en la historia argentina –en torno a su persona– es un primer indicio de su vigencia. El segundo es la estéril decisión de sus críticos de ensombrecer la imagen para restarle fulgor.
Declarada 'Jefa Espiritual de la Nación' tras su trágico deceso, Eva cumpliría hoy 100 años y tanto los que la idolatran como quienes quisieran borrarla de la historia coinciden en que aquella muchacha que murió de cáncer a los 33 años, una joven pueblerina sin estudios que sólo pasó siete años en la escena política sin ocupar cargo público alguno, sigue siendo un referente de enorme peso político que por momentos se encarna en la expresidenta Cristina Fernández y que deviene ahora también en símbolo de la lucha de las mujeres por la igualdad.
Para la escritora María Seoane, autora de 'Esa mujer', Cristina es al siglo XXI lo que Eva fue al XX. Ambas fueron feroces con los poderosos y corteses con los humildes. Tienen igual temperamento en contacto con las multitudes, pero Cristina «es una mezcla de Eva y de Perón», dice aludiendo al que fuera tres veces presidente de Argentina. Y es que –como el propio Juan Domingo Perón–, Cristina tiene formación académica y política. Eva no. Su capacidad de liderar a las masas era, simplemente, un don.
Cristina –que además de ser abogada fue diputada, senadora y dos veces presidenta– recuerda que, cuando ella era niña, su madre tenía fotos de Eva pegadas en la puerta de un armario empotrado. «Era la Eva hada, con sus vestidos de Dior, sus joyas, la imagen de la bienhechora». En cambio, ella reivindica a la Eva del rodete, «austera con su traje sastre, crispada frente al micrófono». Para homenajearla, mandó hacer el doble mural con su rostro de un lado y otro del edificio del Ministerio de Desarrollo Social.
Del lado que mira al sur, una Eva sonriente y compasiva. Al norte, el rostro contraído junto al micrófono que recuerda el día del renunciamiento, cuando la Confederación General del Trabajo (CGT) realizó un acto en ese mismo lugar para pedirle que fuera vicepresidenta de Perón en su segundo mandato. Se reunieron allí entre 1.200.000 y 1.800.000 activistas –cuando el total de argentinos era de 16 millones–. Ya enferma, ella les pidió tiempo y a los nueve días, en un discurso que sus seguidores oyeron entre lágrimas junto a la radio, anunció que renunciaba a ser candidata.
El doble monumento se inauguró el 26 de julio de 2011, en el aniversario de su fallecimiento. Las imágenes, de 31x24 metros de superficie, están forjadas en acero con luces led tras las líneas del rostro. Pero cuando asumió Mauricio Macri la presidencia, en 2015, se resolvió apagarlas sin mayores explicaciones. Desde entonces, el Sindicato de Luz y Fuerza ilumina la imagen con un foco desde su propio edificio, a quinientos metros. Pero no es lo mismo.
Cristina también reivindicó la imagen de Eva incorporándola a los billetes de 100 pesos. Fue otro 26 de julio, el de 2012. Por primera vez, una mujer real ilustraba la moneda argentina. Pero Macri cambió las imágenes de próceres de los billetes por animales autóctonos. Nunca se trata de una crítica explícita hacia su figura, pero la insistencia de sus detractores en anularla le otorga mayor potencia.
Se menosprecia así su aportación clave por los derechos de las mujeres. A su instancia se sancionó la ley de voto femenino y se creó el Partido Peronista Femenino, del que salieron numerosas diputadas y senadoras. «Es hora de que tengamos los mismos derechos que los hombres», decía en 1946 a sus seguidoras, y las exhortaba a participar aún sin licenciaturas.
Pero, más allá de esas conquistas, para innumerables argentinos, Evita fue una santa. En los relatos de sus contemporáneos fue ella quien les permitió conocer el mar o la montaña, tener zapatos o una bicicleta, una muñeca, un piano, una pelota de fútbol o una casa. Algunos de estos bendecidos hoy son personas famosas. Otros no, pero fueron igualmente protagonistas de una época de movilidad social ascendente tan acelerada como no volvió a verse en la historia argentina.
«No me quedan más bicicletas, negrito. Salíme campeón con esto», le dijo un día Eva al padre del escritor Pablo Ramos, entonces niño, y le entregó unos patines. El autor había encontrado una medalla de campeón de patín que su padre atesoraba de los torneos Evita. «Unos años antes de que mi padre muriera le pregunté cómo fue que en tan poco tiempo había aprendido a patinar y había salido campeón», recuerda Ramos. El anciano le respondió: «No sé. Me lo había pedido ella». La abanderada de los humildes había entrado en su barrio con un camión lleno de juguetes y él, con apenas 8 años, había llegado tarde al reparto de bicicletas. Pero ella supo leer el deseo en su mirada. Le ofreció los patines y lo desafió a dar todo de sí.
Sin cargos en el Estado, Eva creó una Fundación que llegó a tener 14.000 empleados para responder a las necesidades más acuciantes mientras Perón generaba empleo en plena industrialización. Tenía depósitos con hangares donde se almacenaba todo tipo de mercadería para hacer llegar a los distintos puntos del país en respuesta a las 12.000 cartas que recibía por día. Además, cumplía jornadas extenuantes en sus oficinas recibiendo personalmente a los menesterosos, escuchando y tomando nota de sus problemas y detectando otros. «Las máquinas de coser y las dentaduras eran su obsesión», recuerda una de sus biógrafas, Alicia Dujovne Ortíz. Si el desdentado iba a pedir un medicamento, ella anotaba también los dientes postizos.
Si se acercaba una mujer que pedía un colchón, le preguntaba si tenía cama y se la otorgaba también. Luego se interesaba por los hijos que tenía. Si eran varios, les pedía camas para todos, y si tantos muebles no entraban en la precaria vivienda, les gestionaba un techo más amplio. «Y un oculista para la niña», decía al ver a una pequeña bizca acompañando a su madre.
Su Fundación hizo mil colegios, doce hospitales, una escuela de enfermería, 18 hogares-escuela, decenas de viviendas para mujeres solas con hijos que llegaban del interior a la ciudad. Todo se amueblaba y decoraba con los mejores enseres y hasta algunos obsequios que ella había recibido en su gira por Europa. Eva lo supervisaba todo, hasta el color de las cortinas. El lujo inhibía a algunos de los beneficiarios, que optaban por dormir en el suelo junto a las camas impecables. Hizo construir también ciudades estudiantiles, piscinas y centros turísticos para trabajadores que se siguen utilizando hoy. Uno de ellos es residencia de verano de los presidentes.
La infancia era su debilidad. Ideó los torneos deportivos Evita, en los que participaron centenares de miles de niños. Primero eran sometidos a revisación médica y vacunados, en muchos casos por primera vez en su vida. Cuando se encontraba con infestados de tiña, se dirigía a su madre: «Me los presta por unos días», y se los llevaba al Palacio Unzué, la residencia de los presidentes, con 280 habitaciones y 50 baños. Allí,durante su breve estancia, los desposeídos se bañaban, se alimentaban bien, jugaban y dormían en camas mullidas, limpias y abrigadas. El palacio fue derribado en 1955 por los militares que derrocaron a Perón.
Según la describen quienes la conocieron, Eva buscaba despertar en los pobres el deseo y les devolvía la dignidad. «La he visto besar a los leprosos, a los tuberculosos, a los cancerosos, la he visto abrazar a pobres vestidos con harapos y llenarse de piojos», recuerda el padre Benítez, su confesor. Para repeler el contagio, su peluquero la peinaba con vinagre y le hacía un rodete.
Eva también despertó odios furibundos. «Viva el cáncer», pintaron sus detractores en las calles cuando se conoció que estaba enferma. No le perdonaban su prepotencia y su talante despótico. Pero incontables seguidores la lloraron en el funeral más largo y concurrido de la historia argentina. El luto fue una obligación para los empleados públicos y su libro 'La razón de mi vida' era lectura obligatoria en las escuelas, junto a otros textos de enseñanza de la lectura que exhortaban a «amar a Eva».
Origen humilde. Nació el 7 de mayo de 1919 en Los Toldos, provincia de Buenos Aires. A los 15 años se mudó a la capital para probarse como actriz. Trabajó en teatro, cine y radioteatro. En 1943, con 24 años, presidía el sindicato de actores de radio, lo que propició su entrada en contacto con Juan Domingo Perón, entonces secretario de Trabajo.
La boda con Perón. En 1945, con 26 años, se casó con Perón (50), que fue elegido presidente por primera vez a los pocos meses. Ella, mientras, organizaba los sindicatos. Dos años después consiguió la sanción del voto femenino.
Gira mundial 62 días estuvo de gira por España, Italia, Francia, Suiza, Portugal, Mónaco, el Vaticano, Brasil y Uruguay. Corría 1947 y los gobiernos europeos recibieron con los brazos abiertos a la primera dama del país que era el principal exportador de granos y carnes.
Su Fundación. En 1948 creó la Fundación Eva Perón, que llegó a emplear a 14.000 personas dedicadas a atender las necesidades de los más pobres de Argentina y brindó asistencia también a Croacia, Egipto, EEUU, España, Francia, Israel, Uruguay, Paraguay, Bolivia, Honduras, Japón y Chile.
Promotora de reformas. Durante la reforma constitucional de 1949 exhortó a incorporar en la Carta la igualdad jurídica de hombres y mujeres en el matrimonio y la patria potestad compartida de los hijos, los derechos de los niños y de la ancianidad.
3 kilómetros de hilera humana en las calles dieron el último adiós a Eva, que falleció el 26 de julio de 1952 de un cáncer de útero. Durante sus exequias, las flores se agotaron y hubo que traer más en avión desde Chile. Perón fue derrocado en 1955 y el cadáver de Eva, profanado y secuestrado. En 1971, su cuerpo fue desenterrado de una fosa clandestina en Milán y tres años después, devuelto a Argentina.
Proyección internacional. Decenas de películas, obras musicales, novelas y cuadros se inspiraron en su vida. El más recordado fue el musical británico 'Evita', producido por Andrew Lloyd Weber e interpretado en España por Paloma San Basilio. En 1996, Alan Parker la llevó al cine con Madonna de protagonista.
1.– Consiguió la ley de voto femenino en Argentina.
2.– Creó el Partido Peronista Femenino, integrado y dirigido solo por mujeres.
3.– Promovió la igualdad jurídica del hombre y la mujer en el matrimonio.
4.– Propuso la sanción de la patria potestad compartida de los hijos.
5.– Creó los derechos de niños y ancianos y la primera pensión para los ancianos, además de realizar una obra ingente en materia de derechos sociales.
1.– Boicoteaba a las fábricas que se negaban a realizar aportes a la Fundación Eva Perón.
2.– Ordenó el cierre de diarios no adeptos y la compra de radios y periódicos.
3.– Adquirió 5.000 pistolas y 1.500 ametralladoras para que la CGT los repartiera entre los trabajadores en caso de un golpe de Estado.
4.– Artistas e intelectuales opositores podían quedarse sin trabajo si la criticaban.
5.– Sindicalistas opositores fueron perseguidos en su nombre.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.