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La campaña de vacunación se ha enrevesado todavía más para los 83.000 profesionales esenciales que aguardan la segunda dosis en Euskadi. La prioridad que Osakidetza va a otorgar a quienes se inyecten Pfizer ha generado una gran crispación y los afectados no escatiman en ... duras críticas para definir su opinión sobre la gestión del proceso. El cóctel de vacunas no convence y, a priori, la postura mayoritaria es la de completar el ciclo con AstraZeneca, aunque ello conlleve entrar en lista de espera y esperar turno de nuevo. «Nos están volviendo locos», coinciden varios profesionales.
De siete agentes que forman su unidad, pleno de AstraZeneca. Aritz López, municipal en Bilbao, comparte con sus compañeros su temor a mezclar diferentes vacunas. «El único miedo es arriesgarnos a quedarnos con una dosis, pero lo preferimos antes que ponernos Pfizer», mantiene. El ensayo clínico realizado a nivel nacional no le inspira ninguna confianza y recuerda que los científicos han advertido en varias ocasiones de que no es conveniente combinar marcas por los diferentes sistemas empleados en la elaboración de los fármacos. A su juicio, todo este desaguisado responde a «intereses geopolíticos» y son los ciudadanos «los que pagamos los platos rotos».
Es un mar de dudas. Como muchos otros docentes, Amaia Ladislao no sabe qué hacer. «Soy incapaz de tomar esta decisión. He pedido cita a mi médico para ver qué opina», relata visiblemente preocupada esta profesora en una escuela de Llodio. Allí hay «división». Una parte del profesorado apuesta por completar el ciclo sin cambiar de marca, tal y como indica la ficha técnica. En cambio, otros compañeros vaticinan que «dentro de 6 meses nos van a poner una tercera dosis y va a ser Pfizer». Sin embargo, su experiencia con el primer pinchazo no fue como esperaba. «Se me hincharon los labios y tuve visión borrosa durante tres semanas. Me agobié mucho. No quiero volver a pasar por lo mismo», afirma.
Alfonso Sánchez, ertzaina en Bilbao, confiesa que le puede más «pensar en terminar ya con el proceso». «Aceptaré Pfizer. Con AstraZeneca se van a ir más allá de las 14 o 16 semanas», advierte. Eso sí, entre sus compañeros ha percibido una posición mayoritaria a seguir con el fármaco británico. Define la actual situación como una «auténtica vergüenza». Los trabajadores no disponen de la información ni de los conocimientos necesarios para tomar una decisión de este calado y echa en falta criterios sanitarios en las instituciones. «Hay un problema con AstraZeneca porque Reino Unido salió de Europa», justifica sin reparos.
«Nos están volviendo locos», lanza rotundo Víctor Martín, podólogo en la Clínica Arriaga de Bilbao. Ve con mucha desconfianza mezclar sueros. «Los ensayos me han parecido cortos. Prefería quedarme con una sola dosis», revela. Las dudas invaden también al colectivo. Según explica, «el grueso de los compañeros» no se va a vacunar con una marca que no sea AstraZeneca, a pesar del retraso que va a conllevar entrar en lista de espera. «Va a hacer que estemos expuestos al virus».
crispación
Eduardo Sardón, agente municipal en Bilbao, está citado para hoy, pero ha renunciado a Pfizer. Se guía por las directrices de la EMA y la OMS y opina que el estudio español no ha ofrecido conclusiones fehacientes. «En el Reino Unido se han vacunado todos con AstraZeneca y es el país europeo que mejor está», arguye. Confiesa que se ha sentido «presionado» para desechar la opción del suero británico y que en Euskadi «nos están poniendo muchas trabas». «En otras comunidades eligen en el momento de ser vacunados. Somos el colectivo olvidado», subraya.
Los cambios de criterio han descolocado a Natalia Ojeda, psicóloga bilbaína que dedicará unos días a decidir cómo finaliza su inmunización. Considera que el estudio realizado con Pfizer «no es representativo». «Se ha hecho con muy poca gente». Se siente decepcionada por la gestión de la campaña y recuerda que «nos fuimos a casa con una fecha, después de asumir que nos vacunaban con la pauta completa de AstraZeneca». «¿Hay una falta de suministro de la farmacéutica o realmente es porque no quieren renovar el contrato?».
Lo del popurrí de vacunas tampoco le agrada a Sheila Sesar. Esta profesora de FP en un centro del Casco Viejo, en Bilbao, recibió la primera inyección de AstraZeneca con ciertas reticencias, pero se quedó tranquila porque no sufrió ningún efecto secundario. Ahora optará por apuntarse a la lista de espera. «Los ciudadanos no somos experimentos», defiende a la vez que se muestra sorprendida por dejar en manos de la ciudadanía una decisión que no debería ser personal. «Al dejarnos elegir, han generado más incertidumbre».
Ainhoa Martínez, ertzaina en Bilbao, no quiere dilatar más la vacunación. Se inyectará Pfizer. «Me gusta mucho viajar y es la única manera de tenerlo garantizado», argumenta. No oculta su temor a combinar medicamentos, pero «más respeto me da el covid». Eso sí, considera «caótica» la campaña. «No estamos cualificados para tomar una decisión así. Si no pueden garantizar el suministro de AstraZeneca, deberían decirlo claramente».
En la plantilla de la Policía Local de Santurtzi lo tienen claro. «La mayor parte hemos pedido AstraZeneca», relata Aitor Galindo, uno de sus integrantes. Pese a que Osakidetza no les asegura fecha ni existencias, prefieren esperar. Y eso que ya van con retraso. «Una chapuza», critica este agente que asegura que le da «miedo» inyectarse sueros diferentes cuando en un principio no estaba contemplado. «Los estudios médicos no respaldan combinar marcas».
83.000 son los profesionales esenciales vascos que están pendientes de la segunda dosis.
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