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La irrupción de ómicron ha disparado la transmisión del virus en Euskadi. En la última semana, según los datos oficiales del Gobierno vasco, se han rozado los 20.000 casos (19.684) y se han encadenado varias jornadas con máximos históricos de nuevos contagios. Se ... trata de una cepa que se comporta de forma diferente a sus predecesoras. Según recogen los primeros estudios, se transmite mucho más rápido y también parece provocar menos cuadros graves, en especial en personas vacunadas o reinfectadas que ya cuentan con algún tipo de protección frente al virus, ya sea natural (contagio previo) o farmacológica (profilaxis).
Una de las características de esta nueva cepa es que presenta 50 mutaciones, una treintena de ellas en la espícula. Esta proteína es la vía de entrada del virus al organismo humano. Dicho de otra manera, ómicron cuenta con treinta llaves para intentar entrar en nuestro cuerpo e infectarnos. Esto la hace mucho más contagiosa que sus predecesoras. Su índice de reproducción (R0) es de 10 puntos, según las estimaciones realizadas por Martin Hibberd, profesor de enfermedades infecciosas emergentes en la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres.
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Dato que comparten otros expertos, como Guillermo López Lluch, catedrático del área de Biología Celular de la Universidad Pablo de Olabide, y también lo secunda Miren Basaras. «Tener una R0 de 10 como la de ómicron significa que cada infectado puede transmitir el virus a otras diez personas. En la cepa original esta tasa era del 2,5 y con delta de 7», explica la microbióloga y profesora de la UPV/EHU.
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La mayor infectividad de ómicron le permite duplicar el número de casos que provoca en dos o tres días, como ha ocurrido en Escocia, Inglaterra o Dinamarca, según recoge un informe publicado esta semana por el Ministerio de Sanidad. «Es tan contagiosa como el sarampión, uno de los virus con mayor capacidad de transmisión entre humanos», sostiene Marcos López-Hoyos, presidente de la Sociedad Española de Inmunología. Y lo es tanto para personas vacunadas como infectadas previamente.
Esta cepa tiene una altísima capacidad de reinfección y escape vacunal. Con dos dosis, la protección de los anticuerpos generados por las profilaxis frente a la infección «baja al 20%», detalla el inmunólogo. No así ante la enfermedad, al mantener su efectividad «las células T» creadas por los sueros. Un tercer pinchazo sí que reduce «significativamente» el riesgo de contagio, según la Universidad de Oxford.
En los laboratorios del hospital de Cruces una de las singularidades que han detectado en los positivos causados por esta cepa es su alta carga viral. «Esto hace que estas personas contagien mucho más», indica Mikel Gallego, responsable de Biología Molecular en este centro. Esto es algo que favorece también la rápida transmisión de esta variante. Miren Basaras añade que los primeros estudios publicados detallan que una persona infectada por ómicron comienza a transmitir el virus «a los dos días del contagio», cuando con otras variantes este lapso desde que se infectaba hasta que empezaba a propagar el patógeno «era de cinco jornadas».
La microbióloga detalla que una investigación realizada por la Universidad de Hong Kong recoge que la nueva variante «se multiplica muy rápido en las vías altas, en los bronquios, hasta 70 veces más de lo que lo hace delta». Ahí puede estar la explicación de su alta contagiosidad. En cambio en este mismo trabajo se indica que «parece que no se replica tan rápido en los pulmones como otras cepas y por eso no tienen tanta gravedad».
en personas vacunadas
Su altísima velocidad de propagación hace también que las olas que genera sean muy altas a nivel de casos, pero también más cortas. Eso es al menos lo que ha sucedido en Sudáfrica, primer país que secuenció esta variante y dio la voz de alarma a la comunidad internacional. «Aquí hemos tardado entre tres y cuatro semanas en alcanzar el pico. El virus se ha expandido a una velocidad de locura. Ahora llevamos cerca de 14 días de bajada casi al mismo ritmo», explica Bruce Mellado, físico y uno de los expertos que asesora al gobierno de Gauteng -la región más poblada de este país- en la gestión de la crisis. Su labor es predecir con modelos matemáticos la evolución de la pandemia en nuevos casos y ocupación hospitalaria.
Este precedente, y el comportamiento natural de los virus muy infecciosos, es lo que lleva a los profesionales de Osakidetza a situar «en las primeras semanas de enero» el pico de casos de esta ola provocada por ómicron. Es, al menos, lo que espera Mikel Gallego. Algo más tardará en disminuir la presión asistencial, siempre, eso sí, que se cumplan estas estimaciones. Gallego es uno de los responsables de los equipos que se encargan de la detección y secuenciación de casos de ómicron en Bizkaia. Prevé que esta variante doble su presencia en Euskadi para la próxima semana -según los últimos datos oficiales causa entre el 25 y el 33% de los casos- y para principios de 2022 sea la dominante, tras desplazar a delta.
La menor virulencia de ómicron parece ser otra de sus características. Algo en lo que influye la alta vacunación de la población o el que hayan pasado previamente la enfermedad. Dos estudios británicos publicados esta semana, uno del Imperial College y el otro de la Universidad de Edimburgo, indican que el riesgo de hospitalización con esta cepa desciende entre un 50 y un 70% para las personas que ya cuentan con cierta inmunidad, ya sea por contagio o por la vacuna.
Pero el que sea menos grave no significa que no pueda colapsar la sanidad. «En la ola de ómicron no tendremos tantos pacientes graves en proporción con los que causan otras variantes. Pero si hay muchos contagios, aunque la relación de ingresos en UCI y planta sea menor que con otras cepas, el sistema puede saturarse. Y si esto sucede -advierte Gallego- el que sale perdiendo no es el paciente que tiene covid. Son el resto». Los crónicos y los afectados por el resto de patologías.
El especialista indica que un fuerte aumento de casos como el que se está produciendo en Euskadi «a las que más va a afectar es a las puertas de entrada a la sanidad, como son la Atención Primaria y las Urgencias. También los laboratorios, por la cantidad de pruebas a analizar», alerta. Estas son las áreas que considera que deben ser reforzadas, aunque reconoce que hacerlo requiere una inversión en medios humanos y materiales. Y para Osakidetza hacerlo es «más difícil que ampliar las camas de UCI».
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