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La historia de la vacuna de AstraZeneca y su administración en Europa han acabado de una forma que no hubiesen deseado ninguna de las partes. Con conflicto judicial mediante y decisión de no prolongar los acuerdos alcanzados. En el caso de España las dosis sobrantes, ... y las que están aún pendientes de entregar por la compañía, serán donadas a terceros países. Las que se están pinchando estos días a sexagenarios son las últimas que se van a administrar en Euskadi de la que, en principio, iba a ser la fórmula sobre la que se apoyase la campaña de inmunización en el viejo continente. El final ha sido otro. Pero hasta llegar a este punto la historia de esta vacuna ha tenido multitud de aristas, incumplimientos, choques políticos, cambios de criterio por parte de las autoridades sanitarias o efectos secundarios inesperados no recogidos durante la fase de ensayos clínicos.
Pero comencemos por el inicio. Vaxzevria, que así se llama comercialmente esta fórmula, era la apuesta de la Unión Europea. Bruselas adelantó 336 millones de euros a la farmacéutica para apoyar el desarrollo de este suero en colaboración con la Universidad de Oxford. El 29 de enero su uso fue aprobado por la Agencia Europea del Medicamento (EMA). Fue la tercera fórmula autorizada en los 27 tras las de Pfizer y Moderna. En España inicialmente se decidió administrarla en personas de entre 18 y 55 años, al ser la mayoría de los participantes en los ensayos clínicos de esta edad. Antes incluso de su aprobación la compañía ya anunció los primeros retrasos en sus entregas.
El 15 de febrero comenzó su administración en Euskadi. La estrategia del Ministerio de Sanidad estableció que los primeros en recibir este suero serían trabajadores esenciales. Se empezó por ertzainas, policías locales, profesores y así hasta 81.000 vascos pertenecientes a una treintena de colectivos considerados prioritarios.
El 8 de marzo se conocen los primeros casos de unos muy raros episodios de trombos con descenso de plaquetas en personas vacunadas en Austria y Dinamarca con el preparado anglo-sueco. Un goteo de países europeos empieza a suspender su administración. España lo hace el 16 hasta que se resuelva una investigación de la EMA. La agencia avala su utilización y resalta que sus beneficios superan a los riesgos de posibles efectos secundarios. El 24 de marzo el Ministerio de Sanidad reanuda la inoculación con esta fórmula y amplía su uso a la población general de hasta 65 años. Dos semanas después, y ante la aparición de más casos de coágulos y la relación directa entre la vacuna y estos episodios en personas jóvenes y de mediana edad, Sanidad restringe su uso a personas de entre 60 y 69 años.
En euskadi más de 100.000
La tensión entre la Unión Europea y la farmacéutica sube de nivel. A la aparición de los episodios de trombos se le une una sucesión de incumplimientos en los envíos que desemboca en un enfrentamiento político. Francia acusa a Reino Unido de hacer «chantaje» a Europa con el suministro mientras que en Italia se descubren 29 millones de dosis guardadas en las instalaciones de una farmacéutica de las que la UE no tenía conocimiento. La desconfianza crece hasta tal punto que la Unión denuncia a AstraZeneca ante los tribunales, decide no prolongar sus contratos más allá de junio y se encomienda a Pfizer. Esta última compañía pasa a ser preferente para la UE y con ella acuerda un adelanto de las entregas que permita compensar el retraso acumulado en la campaña a causa de la intermitencia en los envíos de Vaxzevria.
En España Sanidad pierde su confianza en este antígeno, tanto en lo que a su suministro se refiere como a su seguridad. El Ministerio pone en marcha el estudio 'Combivacs', pilotado por el Instituto de Salud Carlos III y en el que participan varios hospitales, entre ellos el de Cruces. El departamento de Carolina Darias decide retrasar de 12 a 16 semanas la segunda dosis a los primeros trabajadores esenciales a los que les tocaba completar la pauta para esperar a los resultados de la investigación en la que participaron algo más de 600 voluntarios. El análisis concluye que 'mezclar' una primera dosis de AstraZeneca con una segunda de Pfizer es seguro, eficaz y que genera una mayor protección inmunitaria.
Estos resultados llevan al Ministerio y a la Comisión de Salud Pública a decidir que los trabajadores esenciales menores de 60 años deben completar la pauta con Pfizer. La decisión es apoyada por varias comunidades autónomas, entre ellas Euskadi. Otras la rechazan frontalmente, en su mayoría las gobernadas por el PP, que apuestan por repetir con AstraZeneca y así lo recomiendan a su población. La situación provoca una de las mayores crisis políticas en España de la campaña de vacunación y genera incertidumbre en la población. Finalmente a Sanidad le tiembla el pulso y decide dar libertad a los vacunados. La indicación es completar la pauta con Pfizer pero pueden renunciar a este preparado y, previa firma de un consentimiento informado, recibir Vaxzevria.
En Euskadi en un primero momento el Gobierno vasco no asegura una segunda dosis de AstraZeneca a los que opten por repetir suero. Finalmente, y tras las quejas de numerosos afectados y los sindicatos, modera su postura y facilita el acceso al preparado anglosueco. En Euskadi el 53% de los profesionales esenciales que han completado la pauta se ha decantado por hacerlo con el suero de la Universidad de Oxford.
La última polémica relacionada con este preparado se ha vivido este verano. A finales de junio el Centro Europeo para la Prevención y el Control de las Enfermedades (ECDC) solicitó a las autoridades sanitarias que recortasen los plazos de la pauta para acelerar la cobertura de la población esencial ante el rápido avance de la variante Delta. En Euskadi esta decisión afectaba a los sexagenarios. El Departamento de Salud desoyó esta recomendación y ha mantenido su decisión de pinchar la segunda dosis en la semana 12, pese a que la Estrategia de Vacunación estatal permite hacerlo a partir de la octava. Otras comunidades optaron por adelantarla a la décima.
El 30 de junio la directora de Salud Pública explicó que la decisión de mantener las citas en la semana 12 se debía a que era el momento en el que «se produce la mayor generación de anticuerpos» y a que Euskadi no sufría «una explosión» de casos de la mutación india. Tres semanas después de aquellas manifestaciones, el País Vasco presenta unas cifras de contagios nunca vistas en la pandemia y la cepa Delta se ha convertido en la dominante. Está detrás de más del 75% de los nuevos contagios. Estos días se está completando la pauta del último gran grupo de sexagenarios vacunados con este suero, cerca de 70.000 personas. Aunque según la información que ofrece el Ministerio de Sanidad, la máxima protección que les aporta el suero no les llegará «hasta 28 días después de la segunda dosis».
263.715 vascos han sido vacunados con AstraZeneca entre sexagenarios y profesionales esenciales.
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