
Ver 9 fotos
La unidad de la esperanza
Cuidados ·
El pasado año nacieron en Euskadi 836 bebés prematuros. Los que llegan al mundo antes de la semana 37 de gestación son ingresados en las áreas de Neonatología de OsakidetzaSecciones
Servicios
Destacamos
Edición
Ver 9 fotos
Cuidados ·
El pasado año nacieron en Euskadi 836 bebés prematuros. Los que llegan al mundo antes de la semana 37 de gestación son ingresados en las áreas de Neonatología de OsakidetzaHace un mes Carlos se llevaba uno de los sustos de su vida. Su mujer se ponía de parto a las 29 semanas de gestación. ... Julia y Martina, las gemelas que esperaban, tenían prisa por nacer. Vinieron al mundo dos meses antes de que el embarazo llegase a término. Pesaron 1,2 kilos. Son lo que técnicamente se denomina grandes prematuras. «Al principio estábamos muertos de miedo, pero todo ha salido muy bien gracias a los cuidados que han recibido», valora Carlos mientras sujeta a la pequeña Julia entre sus brazos. Sus manos parecen diminutas comparadas con las de su aita. Tras nacer, las niñas necesitaron soporte respiratorio. Ahora, un mes después, aún precisan de la ayuda de una sonda para poder alimentarse, pero ya han empezado a tomar biberón. Los avances son evidentes.
El 6% de los nacimientos que tiene lugar cada año en Euskadi son de bebés que llegaron al mundo de forma precoz. En 2022 fueron 836 de un total de 13.899 alumbramientos, según los datos facilitados por el Departamento de Salud. La mayoría de ellos -el 70%- nacieron entre las semanas 34 y 36 de gestación. Son lo que se denomina prematuros tardíos. Por lo general su estado de salud al nacer es bueno. Pueden permanecer con sus madres en la planta de Maternidad, aunque con un mayor nivel de vigilancia centrada en su temperatura, alimentación y control de la bilirrubina.
A los que nacen entre la semana 32 y 35 se les cataloga como prematuros moderados. Todos ingresan en la unidad de Neonatal. Algunos pueden necesitar soporte respiratorio o una sonda para comer. Por debajo están los grandes prematuros, y dentro de ellos los extremos, los nacidos con menos de 28 semanas de gestación. Estos bebés, además de los problemas ya mencionados, pueden presentar otros por falta de desarrollo neuronal, del aparato digestivo o de escasez de defensas «porque las que le transmite la madre durante el último trimestre de embarazo no le ha dado tiempo a recibirlas», indica Sara Ansó, responsable de sección de Perinatología y Neonatología del hospital de Cruces.
Por todo ello estos últimos bebés «son más vulnerables» y «más difíciles de sacar adelante». Su supervivencia ronda el 60%. A esto se suma el mayor riesgo que tienen de padecer secuelas al haber nacido de forma tan temprana antes de darle tiempo a la maduración de su organismo. El pasado año siete de los prematuros extremos atendidos en Cruces no pudieron sobrevivir.
En las últimas dos décadas los tratamientos y cuidados que se dan a los prematuros han evolucionado mucho. A nivel farmacológico el empleo de corticoides o de sulfato de magnesio han supuesto mejoras evidentes a la hora de ayudar a desarrollar los pulmones o reducir el riesgo de daño cerebral de los bebés más tempranos. Pero hay otras técnicas que se han mostrado muy efectivas. En Cruces pusieron en marcha hace diez años un proyecto de no separación del prematuro de sus familias con buenos resultados en ambas direcciones. Apuestan por el contacto piel con piel y por la lactancia materna siempre que sea posible, por pequeño que sea el recién nacido. «Es una medicina más, favorece una evolución más rápida y mejora el vínculo con su madre. Antes los padres eran meros observadores mientras tratábamos a sus hijos, ahora se les implica en los cuidados», destaca Ansó.
La unidad de la que esta pediatra es jefa de sección está abierta las 24 horas del día a los progenitores. Y, pese a que no deja de ser una planta de cuidados intensivos y de intermedios, está más humanizada. Hay letras de tela con el nombre de cada bebé colocadas cerca de sus cunas o incubadoras. A Julia y a Martina les han colgado de los monitores que recogen sus constantes vitales globos y unos dibujos para celebrar su primer mes de vida. Las sanitarias que allí trabajan arropan y ayudan a las familias en unos momentos que no son fáciles y que se pueden alargar en el tiempo. El tiempo medio de ingreso de los pequeños en esta unidad es de una semana, pero hay casos en los que permanecen en ella hasta «dos y tres meses».
«No te das cuenta de la sanidad pública que tenemos hasta que la necesitas. Si hubiese vivido en Estados Unidos habría tenido que vender la casa para poder pagar los cuidados que les están dando a mis hijas», agradece Carlos, mientras una sanitaria le ayuda a dejar a una de sus pequeñas en la cuna.
A unos metros coincide con él Ohiana López. Madre también de dos gemelas, Iraia y Arene, que nacieron al de 35 semanas de gestación. «Nacieron pronto y me preocupaba mucho cómo iban a estar, pero cada día van mejor. Son un par de tragonas. Comen muy bien», cuenta mientras le da el pecho a Iraia.
Pero la mayoría de los 350 pequeños que fueron ingresados el pasado año en las cunas e incubadoras de Neonatología de Cruces no son prematuros. Se trata de bebés de hasta 28 días con cuadros graves provocados por infecciones, cardiopatías o malformaciones congénitas, problemas respiratorios o de adaptación de su organismo a las funciones vitales. La mayoría -el 75%- llegan a esta unidad desde el área de partos del propio hospital, un 15% a través de la Urgencia y un 10% de otros hospitales. A Cruces se derivan los recién nacidos con cardiopatías congénitas de toda Euskadi y de algunos territorios vecinos, así como los que precisan cirugía pediátrica en Bizkaia y Álava. De esta provincia llegan también grandes prematuros.
Ansó detalla que para dar el alta a todos los bebés que nacen antes de que el embarazo llegue a término los pequeños deben ser «capaces de comer, tener la temperatura y la respiración estable y que sus padres estén preparados» para atenderles en casa. Otro factor clave en el que trabajan en esta unidad.
El 26 de junio vino al mundo Ibai. Lo hacía después de un parto complicado y un embarazo aún más difícil. Al comienzo todo fue normal, pero a la semana 12 llegó el primer susto. La ecografía a la que se sometió entonces Bea, su madre, reveló que el feto tenía riesgo de sufrir síndrome de Down. La biopsia posterior dio negativo, pero el sobresalto estaba ahí.
Unas semanas después, a la 20 de gestación, Bea empezó a sangrar. «Fuimos al hospital, pero nos decían que no se veía nada raro. Nos dieron el alta, pero ella seguía perdiendo sangre. A veces más, otras menos», repasa Jon, su pareja.
Durante un encuentro familiar en Cantabria su mujer volvió a sangrar. Esta vez de forma abundante. Ella permaneció semana y media ingresada en Valdecilla hasta que le dieron el alta. De allí se desplazaron a su domicilio en Vitoria. A los pocos días volvió a sufrir un episodio similar. Fueron a Txagorritxu. En este hospital comenzó a tener contracciones. Llevaba solo 24 semanas de gestación. De allí la trasladaron de urgencia en ambulancia a Cruces donde dio a luz. El parto fue complicado. El bebé pesó 750 gramos al nacer. Necesitó ser reanimado. Ingresó en una incubadora en el área de Cuidados Intensivos de Neonatología. «Nos dijeron que las primeras 72 horas eran muy importantes, que había que esperar a ver cómo evolucionaba», recuerda Jon. El 29 de junio Ibai Pérez de Heredia fallecía.
De aquellos tres días su padre no olvidará ni las letras que colgaban encima de la cuna con el nombre de su hijo ni el cariño de las pediatras y las enfermeras. En especial de Eneritz, Josune y Cristina. «Fueron muy importantes para nosotros en los momentos más difíciles de nuestra vida. Nos dejaron estar junto al bebé. Pudimos cogerle en brazos. Nos ayudaron a despedirnos de él, lloraron con nosotros... Les estamos muy agradecidos».
Con el paso del tiempo esta pareja va poco a poco recuperándose de ese difícil trance. «Es algo que estará con nosotros siempre y que nos va a marcar. Hemos sido padres. Lamentablemente Ibai no está con nosotros».
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Recomendaciones para ti
El niño electrocutado en Usurbil esperó una hora a ser rescatado hasta que se desconectara la torre
Javier Medrano | Imanol Lizasoain
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.