La transmisión vuelve a crecer en Euskadi en vísperas de relajarse las limitaciones

La tasa de positividad, el indicador que revela el nivel de contagios de la enfermedad, volvió a empeorar. Las 6.767 pruebas realizadas demostraron que la incidencia del patógeno fue el miércoles más alta, pese a haberse practicado alrededor de 1.500 diagnósticos menos que el día anterior. Según el boletín oficial, un 6,6% detectaron la presencia de la enfermedad, un porcentaje de positividad más de un punto superior al de la víspera. Este importante indicador, uno de los principales en los que se fijan los expertos para calibrar el comportamiento de la pandemia, no acaba de aflojar tanto como sería de desear.

Pese a las duras restricciones en vigor desde el 7 de diciembre y que a partir de mañana se suavizarán de cara a las fechas navideñas, el virus se sigue propagando con facilidad. Se ha conseguido que la curva baje, pero la transmisión se mantiene elevada. Este índice lleva 20 días estancando entre el 5,2% y el 7%. No se acaba de conseguir que se sitúe en unos niveles más tranquilizadores, como el 4% que recomienda la OMS para Europa. No sobrepasar ese umbral indicaría que los focos tienen lugar en zonas concretas y, por tanto, estarían controlados.

Este estancamiento también se manifiesta en la tasa de incidencia acumulada (casos por cada 100.000 habitantes en los últimos 14 días). Según el boletín del Ministerio de Sanidad, el País Vasco es la comunidad más azotada por el virus. Eso sí, la cifras del Gobierno central y las de Osakidetza son diferentes. Mientras el departamento de Illa la situaba ayer en 277, a 20 de Cantabria, la segunda autonomía en el ranking, el Ejecutivo vasco la cifró en su informe diario en 317. El hecho de que Euskadi presente los peores datos puede responder a diversos motivos. Entre ellos, según explican los expertos, figuran factores como la cifra de pruebas realizadas, la densidad de población, el número de grandes núcleos urbanos o los hábitos sociales.

En todo caso, el descenso de esta cifra sigue su curso, aunque baja más lentamente que hace semanas. Está costando que la comunidad caiga por debajo de los 300, lo que supondría cambiar de nivel, pasar del 4 al 3, de una coyuntura con una transmisión «alta» a otra en la que sería «tensionada».

En el ámbito asistencial, el parte reveló signos positivos, ya que la ocupación en las UCI ha caído notablemente. 116 críticos frente a los 125 de la víspera. Es la cifra más baja desde el 6 de noviembre. Con respecto al pico de mediados del mes pasado, hay un 25% menos de pacientes conectados a un ventilador mecánico. Osakidetza no detalla si la liberación de camas responde a traslados a planta o a fallecimientos, pero en todo caso, y aunque pueda parecer ilógico porque en algunos casos sí se debe a que los pacientes no han superado la batalla, es importante para facilitar la gestión sanitaria en los hospitales.

Hay que tener en cuenta que seguirá habiendo contagiados que acaban en la UCI y cuantas menos camas ocupadas haya será mejor para evitar cualquier riesgo de saturación. De momento, los ingresos se mantienen en niveles similares. Se registraron 54, entre personas diagnosticadas a través de PCR o por test de antígeno. De esta manera, la ocupación hospitalaria es de 506 pacientes, 390 en planta y 116 en la UCI.