Las muertes por Covid se disparan en Euskadi con 97 decesos en una semana

Sagardui advierte de un «ascenso» en la ocupación de las UCIs por el impacto más tardío de la estabilización de los contagios, ayer 693

Miércoles, 25 de noviembre 2020, 12:32

El virus es invisible, pero sus consecuencias más devastadoras sí se ven y tardarán todavía un tiempo en ralentizarse. Otra semana negra en Euskadi. Pese a los síntomas claros de contención del virus, las muertes se han disparado. Un total de 97 fallecidos ... entre el 16 y el 22 de noviembre, tal y como reportó este miércoles el Departamento de Salud. Son 14 decesos más que en los siete días anteriores, por lo que es el máximo registro de la segunda ola. La enfermedad, sin embargo, sigue dando muestras de estabilización con 693 casos, una cifra ligeramente superior a la del día anterior, pero la tasa de positividad sigue en retroceso y se situó en el 5,6%, dato más bajo desde el 14 de octubre.

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Las previsiones ya auguraban que durante al menos unas semanas las cifras de mortalidad seguirían elevadas. Como mínimo durante tres o cuatro semanas. Es la parte más cruel de la pandemia y será la última en notar el efecto de las medidas. Los ciudadanos que no han podido superar la batalla la pasada semana son personas que se contagiaron hace aproximadamente mes, cuando el virus estaba ya totalmente desbocado. Son los tiempos que marca el Covid. En los casos en los que muestra su cara más letal necesita 20 días o más para provocar la muerte desde que se instala en el organismo de una persona.

El impacto del descenso de los contagios de la pasada semana, debido a la eficacia de la última batería de restricciones, llegará con la mayor de las demoras a los registros de fallecimientos. Y no ayudará la previsión de «ascenso» en el número de pacientes en las UCIs que reveló ayer la consejera Gotzone Sagardui en la comisión del Parlamento. Las unidades de críticos, que a día de hoy atienden a 142 ciudadanos -dos más que el día previo-, aún no están notando la mejoría de la situación epidemiológica. La menor incidencia del patógeno sí se percibe en las hospitalizaciones en planta, que arrojan registros más bajos.

Disciplina social

Las UCIs, sin embargo, no aflojan y mantienen una presión asistencial elevada, que todavía se complicará más. «Venimos de días con un alto número de hospitalizados en planta, que tiene su reflejo días más tarde, por desgracia, en las UCIs. Vamos viendo que el número de hospitalizados en planta va cayendo progresivamente, por lo tanto, en la medida en la que esas cifras vayan llegado a los 5 o 10 días de evolución con reflejo en las UCIs, empezará a bajar la presión de las mismas», arguyó la titular del Departamento.

Está por ver si la ocupación superará el pico de la segunda ola, que se sitúa en 146 pacientes hace dos fines de semana. Por el momento, Osakidetza no ha abierto más camas -siguen 318 camas, dentro del escenario 3-. Sagardui no se aventuró a fijar plazos concretos, ya que «si algo hemos aprendido de este virus, es que es nos puede sorprender con su comportamiento». De ahí, que apelara de nuevo a la disciplina social como la mejor herramienta para luchar contra la enfermedad. «Cada ingreso en la UCI es un fracaso colectivo», aseveró.

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Las unidades de críticos se encuentran en una «fase de meseta», acumulan dos semanas en una horquilla de entre 130 y 146 pacientes, con tibias oscilaciones. «Aunque ha mejorado, la estancia media es de unos 30 días. La disminución de los ingresos esperemos que se derive en menos entradas en UCI y se mejore poco a poco», agregó el viceconsejero Iñaki Berraondo. Según el boletín, hubo 53 ingresos, unos niveles que se mantienen estos días y que suponen la mitad que en las jornadas más convulsas de la segunda ola. Así, 412 enfermos están en planta.

La mejor noticia de la jornada vino de la mano del porcentaje de positividad, ya más cerca del umbral del 5% que indica que la enfermedad está prácticamente bajo control. El martes Osakidetza efectuó 12.311 pruebas. Los casos por cada 100.000 habitantes y el RO también siguen a la baja, lo que demuestra que el virus ha tomado una dirección decreciente. «Se inició un leve descenso y ahora se ha agudizado y la previsión es que siga así», apuntó Berraondo.

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