«En tres años hemos hecho 106 eutanasias; estamos muy lejos de Países Bajos y Canadá»

- ¿Hablamos los vascos de la muerte?

- Nos cuesta mucho. Tendemos a esconderla, a vivir de espaldas a ella, cuando realmente lo único seguro en esta vida es que vamos a morir. Hablar de la muerte supone remover nuestro interior. A esto se suma que los vascos además somos una sociedad a la que nos cuesta hablar de las emociones. En otras culturas es diferente. Está más normalizada la muerte.

- ¿Por qué no hablamos de ella?

- Nos da miedo. Tememos a lo desconocido, a pensar que esto se pueda acabar, al sufrimiento, a pasarlo mal. Parece que tenemos la sensación esa de inmortalidad y si hablamos de la muerte nos hacemos conscientes de que va a haber un momento en el que la vida va a tener un final.

- ¿Teme a la muerte la presidenta de la Comisión de Garantías y Evaluación de la Eutanasia del País Vasco?

- Los médicos que prestamos cuidados paliativos somos unos privilegiados porque todos los días nos damos cuenta de lo que es la vida. Obviamente es una labor dura. No es un trabajo que se cuelga a la bata y ya está. Hay veces que hay carga emocional que te la llevas contigo. Pero, por otro lado, te da un bagaje y un aprendizaje de vida, porque eres muy consciente todos los días de que aquí estamos de paso. A mí eso me ayuda mucho a hacer frente a mi día a día.

- ¿Qué pasos debe dar una persona para solicitar la eutanasia?

- El primero sería ser mayor de edad, con nacionalidad española, o acreditar la residencia de más de 12 años en España, y luego que se cumplan los requisitos clínicos previstos en la ley. Estos son que el paciente tenga un padecimiento grave, crónico e imposibilitante, sin opciones terapéuticas de mejora y que le produzca un sufrimiento intolerable. O bien sufra una enfermedad grave e incurable con un pronóstico de vida limitado que también le genere un sufrimiento insoportable. La persona que la solicite debe conservar la capacidad cognitiva y que esta decisión no sea fruto de presiones de terceras personas o de situaciones. Debe estar pensada, meditada y expresada a lo largo del tiempo.

- ¿Se rechaza alguna petición?

- Alguna sí. Hay mucho sufrimiento insoportable que no encaja en los dos supuestos clínicos que recoge la ley. Ha habido situaciones en las que se ha dicho que no. En 2021, en los seis meses que estuvo en vigor la prestación, se rechazó una solicitud, en 2022 siete y en 2023 otras diez.

- ¿Cómo es el proceso para solicitar la eutanasia?

- En Euskadi se ha establecido que sea el propio paciente quien elija qué facultativo quiere que le acompañe en ese procedimiento. Suele ser su médico de familia, pero no es infrecuente tampoco que los pacientes con enfermedades neurodegenerativas se apoyen en su neurólogo para pedir la prestación. Debe presentar la solicitud a este médico y ese profesional tiene la obligación de contrastar que realmente se cumplen los requisitos previstos en la ley. Si este primer facultativo da su visto bueno, pasa a un segundo médico llamado consultor que vuelve a evaluar la solicitud. Si ambos dan su aprobación la solicitud llega a la Comisión de Garantías que verifica de nuevo que se puede realizar la prestación. Es un triple filtro. Por eso en ocasiones se dice que la ley española es excesivamente garantista.

- ¿Y si hay discrepancias entre los médicos qué sucede?

- El paciente puede hacer una reclamación ante la Comisión, que sería quien determinaría si se cumple o no la ley y se puede seguir adelante con el procedimiento. Pero no es algo habitual. En 2023 se rechazaron 10 solicitudes de las que 7 se reclamaron. El paciente que recibe una negativa no siempre sigue adelante con el procedimiento.

- ¿Cuánto tiempo pasa desde que se tramita la petición hasta que se aplica la eutanasia?

- En Euskadi, de media, se tardan 41 días. La ley establece una serie de tiempos. Una vez el paciente presenta la solicitud al médico responsable se abre un periodo de deliberación. Paciente y médico van a tener que estar un mínimo de 15 días hablando y profundizando sobre el tema para que el facultativo compruebe que la eutanasia es lo que realmente quiere esa persona, que no está bajo presiones y que comprende cuáles son, o no, las alternativas. Después llega el turno del médico consultor, que tiene 7 días para hacer la evaluación, y por último la de la Comisión, que cuenta con 11 para emitir su verificación.

- Durante esos días la relación entre médico y paciente será muy estrecha.

- Es una prestación que es muy especial en la que se genera un vínculo entre el paciente, su familia y el equipo asistencial formado por médico y enfermera. Durante esos 41 días tienen muchas interacciones y además se viven situaciones en las que las emociones están ahí, que hay que gestionar y que generan un vínculo muy importante. Para la familia hay que entender que dejar marchar a alguien que quieres es un acto sumamente compasivo. No se trata de una persona que ha fallecido, es que quiere fallecer y esto hay que procesarlo.

- Tendrá una alta carga emocional.

- Es un procedimiento sanitario que es nuevo para nosotros y que además supone un cambio de paradigma en la medicina porque nos forman para curar. Cuando alguien deposita la primera solicitud encima de la mesa la sensación para el médico es de gran responsabilidad e, incluso, de miedo por cómo tengo que hacerlo. Y luego está el vínculo que se establece, la sensación de ayuda a esa persona que sufre... El poso que deja realizar esta prestación en los profesionales tiene más de positivo que de negativo.

- ¿Cuántas eutanasias se han practicado en Euskadi?

- Desde la entrada en vigor de la ley en junio del 2021 hasta ahora andaremos en torno a unas 106 eutanasias.

- ¿Son muchas o pocas?

- La verdad es que no lo sé. Es una prestación nueva y tenemos la experiencia de lo que ha pasado en otros países. Sabemos que en Países Bajos o en Canadá, una vez se implantó la ley, hubo un crecimiento exponencial de las solicitudes y prestaciones durante los primeros años.

- ¿Y si nos comparamos con otros países?

- Estamos muy lejos de la situación de Holanda o de la situación de Canadá. Quizá más que de número total de eutanasias deberíamos hablar de porcentaje de muertes por eutanasia. En Euskadi del total del fallecimientos, en torno a un 0,15% se producen por esta prestación, tasa similar a la del conjunto del Estado. Pero estamos muy lejos del 4% holandés o del 3% canadiense.

- ¿A qué se debe esa diferencia con otros países?

- Tanto a una cuestión cultural como a que la ley lleva menos tiempo en vigor en Euskadi. No es lo mismo que se aplique desde hace 20 años o desde hace 3, como es nuestro caso. El peso de la cultura que hemos recibido, la religión y cómo afrontamos la muerte también influye mucho.

- ¿Cuáles son las patologías más comunes por las que se pide esta prestación?

- Hay dos grandes grupos que se llevan el peso mayoritario de las solicitudes. Las más frecuentes son las neurodegenerativas, que engloban todo el abanico de las demencias, la ELA, la esclerosis múltiple... Y luego están las oncológicas.