![«Por cada test de antígenos que vendo, pierdo un euro», dicen los farmacéuticos](https://s2.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/202201/15/media/cortadas/test1-kI4F-U160545058633kZD-1248x770@El%20Correo.jpg)
![«Por cada test de antígenos que vendo, pierdo un euro», dicen los farmacéuticos](https://s2.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/202201/15/media/cortadas/test1-kI4F-U160545058633kZD-1248x770@El%20Correo.jpg)
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Con perdón por el chiste malo, los farmacéuticos oscilan entre el positivo y el negativo a la hora de valorar el precio regulado de los tests de antígenos, ese tope de 2,94 euros que entra en vigor hoy. «Bienvenida sea la regulación, en ese ... sentido estamos encantadísimos. ¡Si nosotros estamos muy acostumbrados a los precios regulados! Ha sido una demanda del sector desde el primer momento y llega tarde no, ¡hipertarde!», celebra Sonia Sáenz de Buruaga, presidenta en Euskadi de la Sociedad de Farmacia Comunitaria. Pero, a la vez, los profesionales tienen dos quejas principales. La primera es que en este asunto, igual que sucedió en el caso de las mascarillas, se les ha atribuido un papel de malos que no les corresponde: «Parece que hemos especulado, cuando somos el último eslabón a nivel comercial y a nosotros nos los han estado vendiendo hasta a 8 euros», apunta la portavoz. La segunda, más práctica, tiene que ver con esa anomalía de tener que vender ahora a 2,94 euros un producto que a ellos les ha costado más.
«El 11 de enero, el Ministerio de Sanidad compró cinco millones de tests a 3,10. Si negociando con proveedores, el ministerio solo ha conseguido ese precio, ¿cuál conseguirá una farmacia rural?», plantea Sáenz de Buruaga. La fluctuación de la demanda de estas pruebas caseras, que alcanzó un pico máximo en las fiestas navideñas, tuvo un reflejo muy llamativo en los precios de venta al público, pero los farmacéuticos insisten en que esa subida se ceñía a lo que ellos mismos estaban pagando: «Ha sido una situación comprometida. Cuando había pico de demanda, no teníamos acceso a los tests, y cuando por fin los conseguíamos era a precios desorbitados. Siempre hemos intentado ajustar el precio», explica Pablo Arriola en su farmacia de Las Arenas. El sector afrontaba, por un lado, las dificultades para abastecerse de tests y, por el otro, las quejas de sus clientes cuando veían la cuenta.
«De negocio, nada: ¡nos hemos vuelto locos! Esto lo tenían que haber regulado desde el principio», comenta Bego Fernández en la farmacia de la Plaza Nueva. «Ha sido un periodo estresante y nos ha hecho quedar como usureros, como malos malísimos. Nosotros tuvimos que juntarnos varios para alquilar una furgoneta e ir a por tests a Madrid, a Oviedo... Nos hemos buscado la vida para dar servicio», relata María Uriarte en su establecimiento de Carnicería Vieja. Ahora, parte de esas existencias se venderá por debajo de su coste. «Nosotros, ni tan mal, pero hay farmacias que tienen de mil o dos mil para arriba», explica Fernández, y Uriarte hace sus cuentas: «A mí me quedan unos doscientos que compré a 3,95, así que voy a perder un euro en cada uno. A esto tendrían que haberle puesto freno cuando había tantísima demanda».
Los farmacéuticos están ahora a la espera de ver cómo reaccionan sus proveedores. «Imagino que a partir de ahora ya conseguiremos tests con un coste por debajo del precio de venta al público», confía Pablo Arriola. Algunos boticarios, de hecho, no ocultan su temor a que los intermediarios prefieran vender en otros mercados, libres de esta regulación, y eso pueda conducir a un nuevo desabastecimiento.
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