Un paciente cardiaco se dispone a tomarse una de sus pastillas tras evaluarse la presión arterial. EL CORREO

Un tercio de los pacientes cardiacos abandona la medicación en solo un año

Los cardiólogos de España, reunidos en Bilbao, alertan de que uno de cada cuatro no hace ejercicio y la mitad no sigue la dieta recetada

Sábado, 26 de octubre 2024, 01:00

En un tiempo en que se habla a diario de grandes avances biotecnológicos, los especialistas de la Sociedad Española de Cardiología se muestran preocupados por algo que, en teoría, solo precisa de constancia. El 30% de los pacientes abandona al menos en parte su medicación ... un año después de haber sufrido un infarto. Ni el potencial riesgo de muerte al que se exponen ni la experiencia límite vivida les impiden dejar de tomar alguna de las pastillas que les mantienen con vida. ¿Es posible hacerles cambiar de actitud? Los cardiólogos del país, reunidos esta semana en Bilbao, opinan que sí, pero será necesaria la adopción de medidas por parte no solo de los afectados. Las instituciones públicas y los médicos que les atienden también deberán implicarse.

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Más de 4.000 cardiólogos de toda España se reúnen estos días en la capital vizcaína para dar cuenta de las novedades de todo tipo registradas en la especialidad en el último año. Una de las cuestiones que preocupa a los médicos -que es, en realidad, algo que siempre les ha traído de cabeza- es lo que llaman la adherencia al tratamiento. Del cumplimiento de la medicación por parte del afectado depende la evolución de la enfermedad. Un estudio realizado en el hospital Doce de Octubre de Madrid indica que tres de cada diez pacientes acaba por abandonar «alguna de las seis, siete o ocho pastillas con las que se sale del hospital», explican los especialistas Guillermo Moreno y Héctor Bueno, principales autores del trabajo.

Demasiadas medicinas

¿Por qué ocurre algo así? ¿Cómo es posible que deje de medicarse alguien que ha sufrido una enfermedad potencialmente mortal, como un infarto de corazón o una angina de pecho? Los cardiólogos están tan preocupados por esta cuestión que se han propuesto ahondar en ella con un estudio más amplio, que se realizará a nivel nacional. A la espera de sus resultados, la experiencia acumulada y los indicadores vistos en el trabajo de Madrid les permiten aportar algunas previsibles respuestas.

Las medicinas con las que un cardiópata sale del hospital son muchas; y tiene que ser así por necesidades terapéuticas: contra el colesterol, para evitar la formación de placas que generen un nuevo fallo cardiaco, para el control de la presión arterial, la insuficiencia cardiaca... No parece raro que muchos pacientes acaben agobiándose de tener que tomar tanta pastilla cada día y opten por lo fácil. «'Me estoy envenenando', se dicen, y sin criterio clínico alguno, deciden quitarse las que consideran menos necesarias», explican los cardiólogos madrileños.

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Otro de los factores que incide en el abandono de la medicación es el estado de ánimo. Resulta corriente que con el diagnóstico y abordaje del infarto, con el comienzo de la nueva vida que implica, el bienestar emocional del paciente decaiga hasta el punto de caer en la depresión. No es fácil cumplir con la obligación de la terapia en circunstancias así.

Un número elevadísimo de afectados son, además, como se sabe, fumadores, y buena parte de ellos no logra abandonar el hábito tabáquico o si lo consigue, vuelve a él antes de un año. «Entonces, de manera equivocada, se dicen, 'bueno, si sigo fumando, esto no vale para nada, lo dejo'», detalla Héctor Bueno.

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Tres llamamientos

A la administración pública

Faltan servicios de ayuda psicológica. La depresión que suele seguir al infarto lleva a dejar el tratamiento

A la industria

Los especialistas piden a los laboratorios el diseño de pastillas que contengan al menos tres fármacos

A los médicos

Los especialistas deberían trabajar con sus pacientes el valor que tiene el buen cumplimiento de la terapia

No sólo los pacientes

Conocida esta realidad, y a la espera de los resultados del informe nacional, los expertos consideran que deberían adoptarse medidas a diferentes niveles. Por un lado, se necesita una mayor inversión «no necesariamente económica» en formación de los pacientes. Los médicos tenemos que ser conscientes de lo importante que es que los afectados entiendan el valor de tomarse las medicinas y el perjuicio de no hacerlo», que puede ser la muerte.

La industria, según adelantan, debería hacer un esfuerzo por diseñar pastillas únicas, que contengan el principio activo de, al menos, tres de las que se tienen que tomar en la actualidad. «Menos fármacos facilitarían la tarea», explica. Asimismo, las instituciones públicas deberían valorar el impacto que las enfermedades biológicas -como las cardiovasculares o el cáncer, que son las que más matan- ejercen sobre el bienestar emocional de los pacientes. «La salud mental es la asignatura pendiente de nuestro sistema», valora.

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El plan de medidas debería complementarse, según Moreno y Bueno, con planes para el fomento de la educación física y una alimentación sana. El trabajo realizado por el grupo también puso de manifiesto que el 25% de los encuestados no practicaba ejercicio alguno y casi la mitad incumplió la dieta que se le había recomendado. El estudio del hospital Doce de Octubre se hizo con 500 pacientes, que fueron seguidos durante un año y entrevistados cada seis meses.

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