«La situación actual presagia una tercera oleada tan catastrófica como la primera»

- ¿Por qué era necesario impulsar ahora este manifiesto?

- Las tendencias epidemiológicas estaban dando datos bastante negativos, no había un descenso suficiente (de los positivos) como para ser laxos en cuanto a las restricciones a la movilidad, como son los confinamientos perimetrales, número de personas en espacios cerrados y domicilios. Y llegan las Navidades.

- Un riesgo...

- Con la experiencia de otros países en eventos multitudinarios, como la celebración de Acción de Gracias en Estados Unidos y Canadá, se vio que todas las concentraciones de personas donde haya un contacto estrecho provocaban un repunte inmediato de las cifras. Además, en nuestro país las responsabilidades individuales son difíciles de asumir. Vimos que había que hacer una llamada a la sociedad para que reflexione.

- ¿Cuál es el mensaje?

- Que hay que poner las medidas precisas para evitar entrar en enero en una situación catastrófica similar a la que nos encontramos en la primera oleada. Ese mensaje lo entienden muy bien tanto los ciudadanos como las autoridades.

- ¿Existe esa posibilidad?

- La situación actual presagia esa tercera oleada tan catastrófica como fue la primera. En la segunda hemos aprendido mucho, la capacidad de organización ha sido mucho mayor y nos hemos ido bandeando.

- ¿Cuál es esa situación actual?

- Estamos atascados en el descenso, nos encontramos en un dique seco porque no acabamos de bajar lo suficiente. Estamos muy por encima de los 50 casos por cien mil habitantes, que sería lo recomendable. Debemos llegar a una situación que, aunque cause pequeños repuntes, no desborde los servicios asistenciales.

- ¿Por qué la tercera oleada será aún peor?

- En Navidad se va a mezclar mucha gente y está demostrado que los agrupamientos masivos disparan los datos. Van a ser miles de hogares repletos de personas. Además en la euforia navideña la gente bebe y, cuando media alcohol, en los comportamientos hay un fenómeno de desinhibición, se olvidan las normas.

- ¿Euskadi debería haber endurecido ya las medidas para Navidad? ¿El Gobierno está actuando de forma adecuada?

- Es muy complicado actuar en una situación de pandemia globalizada, en la que lo sanitario salpica directamente a lo económico, todos hemos visto lo que está ocurriendo con las empresas, la hostelería... Es muy difícil tratar de conciliar, equilibrar lo que es freno pandémico y freno económico. El comité que asesora al lehendakari tiene gente muy experta y lo primero que valoran es la salud de la población pero también tienen en cuenta el quebranto absoluto económico.

- Y si no miramos lo económico...

- La salud está por encima de lo económico. Sabíamos que esta semana la comisión del Gobierno vasco se reúne para revalorizar y ponderar las medidas y queríamos que las autoridades supiesen que la academia, que ha liderado este comunicado conjunto con instituciones de prestigio porque entienden que lo que decimos tiene coherencia y es pertinente, considera que bienvenidas cuantas medidas se apliquen y mejoren la situación pandémica. Porque no nos queremos ver, como sanitarios, en la situación de la primera oleada.

- Vamos, que sería mejor aplicar más limitaciones.

- No me cabe ninguna duda de que se va a dar una vuelta de tuerca en cuanto a las medidas restrictivas e, incluso, aplicar el freno de mano de urgencia. La comisión tiene epidemiólogos y expertos en Salud Pública, y referencias de actuaciones de otros países similares y manejan todas las cifras y parámetros con los que se mide la epidemia.

- ¿Una de esas medidas debería ser dejar en 6 el límite de personas en las celebraciones?

- Diez personas es excesivo por mucho que sea la misma burbuja familiar. Estamos en un país en el que las casas no son muy grandes. No me imagino en un piso de 80 metros cuadrados un comedor donde puedan guardar distancias tantas personas. En esas celebraciones familiares hay abuelitos en condiciones de precariedad de salud que van a correr un grave peligro. Y nos preocupan, sobre todo, los contagios en gente joven, porque pasan la enfermedad de forma leve o sin enterarse, pero la transmiten allá donde van. Los jóvenes no son conscientes de la gravedad de la situación.

- Es complicado...

- No conocen el horror que se vivió en la primera ola. No han visto cadáveres, ni gente corriendo a las UCI, ni el desbordamiento y la locura que se vivió en los hospitales. No saben lo que hemos sufrido como médicos y sanitarios, que nos contagiamos y enfermamos. ¡Y contentos que estemos vivos!