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a. soto / i. Gurruchaga
Jueves, 10 de septiembre 2020, 00:22
Los científicos ya habían advertido contra el exceso de euforia. El diseño, experimentación y producción de una nueva vacuna es un proceso que lleva normalmente años, y que ahora se ha tenido que acelerar por la urgencia del coronavirus. Declaraciones como el anuncio del ... ministro de Sanidad, Salvador Illa, de que en diciembre llegarían las primeras vacunas a España, eran recibidas con incredulidad por los expertos. Y ha hecho falta un revés precisamente en el proyecto que esperaba Illa, uno de los más avanzados, para situar las cosas en su sitio.
Ayer de madrugada se hizo público que las pruebas en la fase 3 de la vacuna de la Universidad de Oxford y la farmacéutica anglo-sueca AstraZeneca han sido suspendidas mientras un comité independiente investiga la enfermedad contraída por uno de los participantes. Se trata de la fórmula cuya adquisición ya ha sido firmada por la UE y de la que España esperaba contar con tres millones de dosis para diciembre. AstraZeneca afirmó en un comunicado que el parón es «rutinario» y que «está trabajando para acelerar la revisión de ese incidente único para minimizar cualquier impacto potencial en los planes del ensayo» a fin de evitar grandes retrasos.
En la primera y segunda fase de ensayos, en Reino Unido, la vacuna causó efectos secundarios a un 60% de los inyectados. Fueron fiebres, jaquecas o reacciones en el punto de inyección de duración breve. Sin embargo, lo que se ha detectado ahora es una «enfermedad no explicada», según los medios consultados por la publicación especializada statnews.com, que ha llevado a suspender las pruebas hasta aclarar si se trata de una reacción adversa a la vacuna o ha sido casual. Según el 'New York Times', que cita a una «fuente familiarizada» con los ensayos, el afectado reside en Reino Unido y habría sufrido mielitis transversa, un trastorno neurológico.
El editor médico de la BBC, Fergus Walsh, contó que es la segunda vez -la anterior fue antes del verano- que los ensayos se han detenido, interrumpiendo las vacunaciones mientras científicos independientes investigan lo ocurrido. Una decisión que, sin embargo, no ha secundado el Instituto Serum de India, el mayor fabricante mundial de vacunas, que anunció que continuará con las pruebas y que ellos no han encontrado «ningún tipo de problema».
Pese al parón de AstraZeneca y a que ahora mismo desconocen si tendrán en diciembre los tres millones de dosis comprometidas, Sanidad y las comunidades autónomas mantienen su estrategia de vacunación común. En el Consejo Interterritorial de Salud celebrado ayer, el Ministerio se comprometió a poner en marcha un protocolo de inmunización consultando a expertos en bioética y sociedades científicas. Por su parte, las autonomías dispondrán de los materiales y equipos necesarios para administrar las vacunas que provea Sanidad, ya sea la de AstraZeneca o cualquiera de las otras cinco que ha preacordado a través de la UE.
En cuanto al contratiempo del preparado de AstraZeneca, el Gobierno se sumó a las voces que pidieron calma y no caer en el pesimismo. Lo ocurrido «entra dentro de lo normal», dijo el ministro de Ciencia, Pedro Duque, que subrayó que «para eso se hacen ensayos, para descartar efectos secundarios». «Esta información nos garantiza que en este proceso la seguridad es lo primero», subrayó.
En la misma línea se pronunció la OMS: «Estamos complacidos de ver creadores de vacunas que garantizan la integridad científica de los ensayos».
La mielitis transversa, la «enfermedad no explicada» que está supuestamente detrás de la paralización de los ensayos clínicos con la vacuna de Oxford y AstraZeneca, es un trastorno neurológico provocado por la inflamación de alguna sección de la médula espinal. Daña la mielina, el revestimiento de las células nerviosas, interrumpiendo la información que los nervios de la médula espinal mandan al resto del cuerpo, lo que puede provocar dolor, parálisis, hormigueos y disfunciones en el aparato digestivo o urinario, entre otras afecciones. Entre las causas están infecciones de distinto origen y enfermedades del sistema inmunitario como el lupus, y en ocasiones se ha asociado con la administración de vacunas. Según la Sociedad Española de Neurología, en todo el país se producen entre 50 y 350 casos al año. En torno a un tercio se recupera por completo o casi, otro tercio desarrolla una discapacidad moderada, y en otro deja graves secuelas.
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