Nerea Almazán, investigadora y Luis Carlos Matías
Nuevas formas de cuidar ·
Transformar los centros de mayores y convertirlos en espacios de ocio atractivos es una necesidad acuciante para cuidar a la tercera edadSecciones
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Nerea Almazán, investigadora y Luis Carlos Matías
Nuevas formas de cuidar ·
Transformar los centros de mayores y convertirlos en espacios de ocio atractivos es una necesidad acuciante para cuidar a la tercera edadMe acabo de quedar viudo y no sé adónde ir». Con esa contundencia se presentó hace unos días Juan, de 78 años, en la sede de la asociación de jubilados Las Cuatro Torres de Vitoria. Este alavés dejó de trabajar hace ya un tiempo y, ... hasta el momento, lo que le hacía mejor los días era la compañía de su mujer. «Me he pasado la vida rompiéndome los cuernos para poder pagarles una carrera a mis hijas. Ahora no quiero cortarles su libertad al pedirles compañía», expresa en una conversación con el presidente de la organización, Luis Carlos Matías, quien considera que esa actitud «es un problema».
«Debemos tenderles la mano a esas personas que están a punto de hundirse en la soledad. Solemos estar pendientes de aquellas que salen alegres a bailar, se van de viaje y están activas. Si no saben pedir ayuda, tenemos que hacer frente a ese aislamiento con respuestas rápidas. Hablar está bien, pero hay que actuar, darles opciones», subraya Matías. Precisamente afrontar esas necesidades de distinta índole es el objetivo que persigue el programa 'Helduak Zabaltzen', una iniciativa impulsada por la fundación sin ánimo de lucro Matia, que cuenta con el apoyo del Gobierno vasco y Euskofederpen, la Federación Territorial de Asociaciones Provinciales de Pensionistas del País Vasco.
Para convertir los centros sociales de mayores en lugares «más atractivos y útiles» que funcionen como puntos de interacción han dirigido la mirada a la red que agrupa a unos 400 en toda la comunidad . De estos, más de la mitad se ubican en Bizkaia (239), una cuarta parte en Gipuzkoa (113) y cerca de una cincuentena en Álava (47). El proyecto piloto para lograr el cambio arrancó el año pasado en las localidades de Eibar y Erandio, donde han conseguido atraer a público más joven o que los usuarios se sientan más integrados. «Estos espacios tienen un gran potencial porque suceden muchas cosas más allá de los juegos de cartas. Uno de sus retos es mostrarse más abiertos al pueblo o al barrio», apunta Nerea Almazán, investigadora del programa.
Tras desarrollar esas experiencias, están buscando trasladar la propuesta a otros municipios. Las candidaturas pueden enviarse desde el 1 hasta el 19 de octubre, pero ya está decidido que uno de los pueblos va a ser alavés. El único requisito para participar es tener motivación por el cambio. «Campezo, Alegría, Nanclares o Amurrio podrían ser buenos aspirantes», valora Matías.
Ahora bien, mientras estas experiencias se suceden, un grupo de agentes formado por las asociaciones de pensionistas de Bizkaia, Gipuzkoa y Álava (Nagusiak, Agijupens, y Las Cuatro Torres), la red Bizan del Ayuntamiento de Vitoria, portavoces de la tercera edad de Portugalete, Campezo, Ispaster, Zerain y técnicos del Gobierno vasco está reflexionando de qué manera se podrían trasladar esos proyectos en ciernes al resto del País Vasco.
«Hay que encontrar nuevas formas de trabajo para ellos porque estos centros están debilitados e incluso muchos han cerrado», expresa Almazán. Esas consideraciones que ocurren en un ámbito privado se pondrán en común en un encuentro rural que se ha organizado en el centro sociocultural de Nanclares de la Oca el próximo 19 de octubre (desde las 10.30 hasta la 13.30 horas). «La idea es que todas las personas que forman parte de los centros sociales de mayores aporten su granito de arena para contribuir a la transformación», añade la investigadora.
Antes de acudir, Matías las adelanta con claridad. «Contactar con los mayores que se sienten solos es lo más acuciante», insiste. «También hay que acompañarles en la digitalización y facilitarles la atención presencial en médicos o bancos... Todas estas exigencias resultan más urgentes en el ámbito rural. Y, ante todo, hay que saber llegar a este colectivo con comunicaciones sencillas», concluye.
Testimonios del nuevo modelo vasco de cuidados, donde se refuerza el papel institucional
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