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Ante la escalada de casos de las últimas semanas, el Departamento vasco de Salud ha reforzado la red de rastreadores, una pieza fundamental en esta pandemia para tratar de detectar los contagios de manera precoz y cortar posibles cadenas de transmisión. Un portavoz autorizado del ... área que dirige Gotzone Sagardui confirmó ayer que el equipo de profesionales que va a la caza de los contactos estrechos de un positivo por covid está formado por «alrededor de 700 personas» en el País Vasco. Son un centenar más que en la segunda ola, momento en el que también se amplió la red por el elevado número de contagios.
Según ha podido saber este periódico, solo en la OSI Barrualde-Galdakao se han incorporado una decena de efectivos. Este apoyo llega en un momento en el que los rastreadores están soportando un aumento de la carga de trabajo considerable. En comparación con finales del año pasado, han pasado de hacer frente a una media de 400 o 500 casos diarios a más de un millar. Y hay que tener en cuenta que el número de contactos estrechos, que en Euskadi estaba en una media de 4, se ha podido ver aumentado por el mayor número de interacciones sociales acontecidas durante la Navidad.
Esta situación ha desbordado a los profesionales y se están produciendo algunos retrasos en ese concienzudo barrido de los contactos de un positivo. «Al principio trabajaban fines de semana con guardias, y luego se las quitaron y les pusieron de lunes a viernes, pero ahora les vuelven a decir para trabajar los fines de semana y horas extra. Eso refleja que hay un incremento importante de la actividad», señaló Amaia Mayor, portavoz en Bizkaia del sindicato SATSE.
Aunque hay situaciones en las que las llamadas se producen solo una hora o dos después de confirmarse un caso, en otras ocasiones algunos ciudadanos han tenido que esperar estas semanas hasta 2 o 3 días para conocer si debían confinarse o no.
«Estuvimos 30 horas aislados en casa, cada uno en una habitación, porque mi mujer había dado positivo. He sentido cierto abandono. No me han llamado para hacer ningún seguimiento», relata a este diario Jesús López Murguía, vecino de Barakaldo, que tiene dos niños. En el caso de Rosa Oliver, que reside en Erandio, su hijo Kenai, de 11 años, tuvo contacto en un parque con un amigo que resultó estar infectado. Kenai dio negativo pero la espera se hizo larga. «Después de tres días sin saber nada, nos dicen que el crío esté solo en su cuarto, pero ya habíamos estado con él los días anteriores», explicó su progenitora.
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