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El primer enfermo de Covid-19 de Bilbao se detectó precisamente hace 90 días en el pabellón Revilla del hospital de Basurto, el mismo que ahora está en máxima alerta por un foco con diez nuevos casos. El primer golpe causado por el coronavirus fue ... a comienzos de marzo. Desde entonces, el edificio ha visto cómo la configuración de sus plantas ha ido mutando. Primero, con el avance inmisericorde de la pandemia y, después, con el descenso en el número de afectados y el regreso progresivo a la actividad asistencial. Tres meses de cambios, traslados, nuevos protocolos y mucho estrés. «Ha sido de locura. Estamos sometidos a mucha presión». Ayer, el sentimiento entre sus empleados era de absoluta desazón.
«Tratas de buscar un adjetivo, pero esto no lo puedes verbalizar», contaba una enfermera. «Hemos pasado por todos los estados de ánimo», decía, desahogándose. «La sensación es que volvemos a la casilla de salida. Porque estamos otra vez con el miedo a llevar el 'bicho' a casa, cuando parecía que la tormenta había amainado».
El pabellón Revilla, que es el más próximo a la Escuela de Ingenieros, alberga ahora 170 camas. En la primera planta están los enfermos covid. Permanecen aislados. En la parte de arriba siguen desarrollándose las labores propias de Oncología y Hematología. «Esto es un rollo. Empezamos otra vez. Esta recaída ha supuesto un golpe fuerte. Están haciendo la prueba PCR a casi todo el pabellón», afirmaba una trabajadora que realiza su labor en otro área del hospital pero que, en ocasiones, se ve obligada a hacer gestiones en el citado pabellón. «Vuelves a tener incertidumbre, pero tenemos que ser fuertes y guardar la calma», se conjuraba.
En Cruces también hay preocupación. Sus profesionales miran de reojo a Txagorritxu y Basurto. Algunos de sus médicos, por ejemplo, sabían ayer que en la unidad de Psiquiatría (en la tercera planta) también se ha detectado un caso (es supuestamente una zona limpia) y piden no bajar la guardia. «Es muy difícil que no haya este tipo de incidentes», argumentaba ayer una doctora. «Se te pueden colar porque los métodos de detección no son infalibles», añadía. «Vamos a tener que aprender a convivir con esto en los próximos meses; por ello, es especialmente importante que nos protejamos y que sepamos minimizar los riesgos y actuar de una manera preventiva».
Los representantes de los trabajadores han pedido a Osakidetza que se extremen las medidas de seguridad. «El gran problema es que a los enfermos se les pide que lleven la mascarilla, pero es imposible controlar que la tengan puesta las 24 horas, porque a veces se la quitan, se les cae... es muy complicado», explicaba Amaia Mayor, del sindicato Satse. «Y esto da lugar a salpicaduras que son peligrosas -subrayaba-. Por ese motivo hemos pedido que se deje utilizar a las compañeras, además de una protección del tipo quirúrgico, una pantalla de las que cubren toda la cara». A su juicio, esta medida ayudaría a minimizar la posibilidad de contagio.
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