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El de próstata es, tras el colorrectal, el cáncer que mayor incidencia tiene en Euskadi. Es el más común entre los hombres. En 2022 se detectaron 1.867 casos. Para tratar a estos pacientes hay diferentes técnicas e intervienen diversos equipos de especialistas. Uno de los servicios que les asiste es el de radioterapia. En el hospital de Basurto cada año atienden a cerca de 250 afectados, de los que a una quinta parte se les trata el tumor con braquiterapia.
Se trata de una técnica que consiste en la introducción y colocación de un material radiante que queda adherido al tumor. Allí emiten una radiación de forma interna y muy localizada que no afecta a otros tejidos. Esta es su gran diferencia con las técnicas de radiación externa, que sí pueden lesionar otras áreas del cuerpo al tener que atravesar hasta llegar a las células cancerosas.
Estos elementos se colocan en quirófano por medio de agujas y tienen forma de semilla. Miden 5 milímetros y pesan medio gramo cada una. «Es una intervención sencilla. La hacemos con anestesia local, dura entre una y dos horas y permite al paciente no hacer noche en el hospital», explica Víctor Barrondo, jefe de sección de braquiterapia del servicio de Oncología Radioterápica de Basurto.
Entre los puntos a favor de esta técnica, detalla el especialista, están que «este tratamiento genera menos problemas» a nivel de toxicidad y efectos secundarios que la radioterapia. Con respecto a la cirugía el riesgo de perder la capacidad sexual del pene es más reducida. A cada paciente los facultativos le aconsejan de forma individualizada el tratamiento que más éxito va a tener para solucionar su caso.
Las tres técnicas son efectivas, pero en función de las características del enfermo se le indica una u otra. La supervivencia que se logra con cada una de ellas es similar. Ronda el 95%. Y es que el de próstata es un tipo de cáncer con un gran nivel de curación.
En Basurto han realizado desde 2005 un millar de braquiterapias. Junto al Onkológikoa son los dos únicos centros en Euskadi que la realizan para colocar estas semillas radiantes, indica Barrondo. Se trata de una técnica no es exclusiva del cáncer de próstata. También se emplean estos materiales para tratar de forma interna algunos tumores ginecológicos.
En el caso de los hombres con un carcinoma de próstata, el perfil de los pacientes con los que se suele optar por una braquiterapia es el de «un varón de más de 70 años con un tumor muy localizado, de un tamaño no muy voluminoso, con buena calidad urinaria».
Barrondo indica que no existe lista de espera para los pacientes con cáncer que llegan a su unidad. «Desde que reciben el volante hasta que vemos al paciente no pasa más de una semana», detalla. El inicio posterior del tratamiento es casi inmediato.
Daniel, vecino de Galdakao, fue el paciente número 1.000 al que le realizaron la braquiterapia. Desde su habitación del hospital explicaba tras la intervención que no se había dado cuenta que sufría un tumor de próstata «hasta que en una analítica rutinaria me dieron unos valores alterados». Fue derivado por su urólogo a Basurto y, una vez confirmado que sufría la enfermedad, estudiaron su caso y le ofrecieron el que se consideró que era el tratamiento que más le iba a beneficiar. «Me explicaron que la braquiterapia era la técnica más efectiva para mi caso y no lo dudé».
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