Terry Basterra | Rosa Cancho
Lunes, 25 de mayo 2020, 00:50
Aunque pueda sonar raro un hospital no se diferencia tanto de una gran fábrica. Cierto que en la segunda tienen cadenas de montaje para producir bienes, mientras que en el primero lo que hacen es atender y curar a enfermos. Pero en lo que son ... muy parecidos es en que, una vez paran las máquinas, luego cuesta arrancar. Y en ese proceso están los grandes centros de Osakidetza. Después de volcarse durante dos meses en contener la pandemia del Covid y recibir en apenas un mes a más de 7.000 pacientes infectados y en estado grave, según los datos del Ministerio, desde hace unas semanas van retomando la que es su función principal: la actividad asistencial. Y los quirófanos son un claro ejemplo.
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nuevo protocolo
Desde la última semana de abril los diferentes hospitales de Osakidetza han comenzado a desempolvar agendas para volver a citar a los pacientes que se habían quedado a la espera durante estos dos meses. Atenderlos en hospitales dedicados principalmente a tratar el coronavirus podía no ser del todo seguro. Por eso se optó por cubrir solo lo urgente. Lo que no podía esperar. Ahora el escenario es diferente y los hospitales han recuperado buena parte de su normalidad. Aunque en cada centro el ritmo es diferente. Los que primero recibieron el golpe del coronavirus, como el Hospital Universitario Araba y Galdakao, también han sido los primeros grandes centros en volver a operar a un ritmo cada vez mayor.
Ambos tienen abiertos ya todos sus quirófanos. El centro alavés realiza 55 intervenciones de cirugía mayor de media cada día; es decir, las que precisan de anestesia y reanimación. La prioridad son los casos de traumatología, cirugía vascular, digestivo, urología y biopsias. Se han retomado a su vez las revisiones de los pacientes oncológicos. En el caso del vizcaíno, entre el 27 de abril y el 17 de mayo se efectuaron en sus instalaciones 531 intervenciones programadas y 99 urgentes, según datallaron fuentes del propio centro. Urduliz y San Eloy también han recuperado hace días la normalidad tras ser, como dicho la consejera, centros «libres de Covid».
El cada vez menor número de camas ocupadas por estos pacientes infecciosos y la vuelta de las UCIs y unidades de reanimación a una situación estable ha permitido retomar la actividad habitual. En los dos grandes hospitales vizcaínos aún les resta poco más de una semana para reabrir la totalidad de sus quirófanos. Cruces tiene activos el 80% de sus quirófanos y a partir del 1 de junio prevé alcanzar el 100%. Muy similar es la planificación de Basurto. Esta semana se han realizado 400 operaciones en las 15 salas que tiene operativas. En la que entra abrirá tres más y la primera de junio las tres restantes.
seguridad
Todo un cambio respecto a la época de mayor incidencia del coronavirus en la que apenas dejaron en funcionamiento dos quirófanos para no poner en riesgo la vida de ningún paciente que necesitase una intervención urgente. Porque ese es el fin de la sanidad: salvar vidas y cuidar de la salud de la ciudadanía. Y es ese criterio el que ha guiado a los centros a la hora de reorganizar la actividad quirúrgica y decidir qué enfermos eran preferentes y había que intervenirlos cuanto antes y cuáles podían esperar unas semanas más.
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«Hemos revisado con los jefes quirúrgicos los pacientes que eran más preferentes para ir dándoles salida cuanto antes priorizando siempre la vida. Se ha hecho un ejercicio de sensatez por parte de todos los servicios», agradece Jorge Taboada Gómez, subdirector médico de Basurto y responsable del área quirúrgica. Servicios como los de Oftalmología, con una gran lista de espera menos urgente, han facilitado que pudiesen pasar antes por quirófano pacientes con problemas cardiacos o digestivos que se habían complicado durante la pandemia y necesitaban ser operados cuanto antes. Una de las cosas buenas que ha dejado la epidemia es la mayor integración entre servicios.
Jorge Taboada | Subdirector médico en Basurto
A los hospitales siguen llegando personas con problemas respiratorios, pero cada vez son menos y su estado de salud es menos grave en que los momentos de mayor crisis. Es una tendencia propia de las epidemias, apunta Taboada, especialista en Medicina Preventiva. Lo que ha hecho el coronavirus es cambiar de forma profunda algunos aspectos de la sanidad vasca. Y uno de los más evidentes es el control que se hace a cada nuevo paciente. A toda persona que va a ingresar o ser sometida a una operación o proceso invasivo se le hace una PCR. De las últimas 1.000 pruebas que han hecho en Basurto por estos motivos 29 han dado positivo. Y todos eran asintomáticos que acudían por otras patologías.
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En estas situaciones dos son las opciones a tomar. «Si se trata de una intervención indemorable se hace, pero la mayoría pueden esperar 14 días hasta que el paciente dé negativo», explica Taboada. Otra cosa es cuando ingresa a través de la Urgencia por un problema agudo distinto a la Covid y tiene que ser hospitalizado. Aunque aún hay zonas específicas para coronavirus, cada vez son de menor tamaño al reducirse el número de esos pacientes. Lo que están habilitando algunos centros son estancias aisladas y separadas en las diferentes unidades para tratar a estos casos nuevos que han acabado en el hospital por otra dolencia, que es la que, en su caso, reviste gravedad, «y hay que tratarla». Los circuitos para evitar que los pacientes infecciosos coincida con el resto y pueda haber transmisión del virus han venido para quedarse mucho tiempo. Al menos tanto como tarde en irse la epidemia o llegar la vacuna.
60 días adicionales de media han acumulado las listas de espera en Basurto, el tiempo que han parado por la Covid la actividad programada.
Diferentes ritmos en función de la epidemia. El HUA y Galdakao fueron los hospitales que primero recibieron el golpe del coronavirus y también los primeros en recuperar una cierta normalidad y abrir todos sus quirófanos.
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