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Personal de la residencia San Juan de Zestoa, una fundación sin ánimo de lucro, saluda desde las ventanas en mitad de la nevada que cayó en la localidad guipuzcoana. lobo altuna
«Nos quedamos dentro con los mayores»

«Nos quedamos dentro con los mayores»

La plantilla de la residencia San Juan de Zestoa no volverá a casa hasta dentro de 15 días. «Tenemos miedo a meter el virus o a sacarlo fuera»

Martes, 31 de marzo 2020, 07:31

La nieve envuelve el saludo desde el balcón de la residencia de mayores San Juan de Zestoa de una falsa sensación de quietud, un contraste helador con las mascarillas con las que se protege el personal de este centro, que desde ayer ha decidido confinarse junto a los ancianos que cuidan. «Estamos haciendo todos los esfuerzos posibles para tratar de que el virus no entre. Las constantes entradas y salidas del personal a sus casas nos preocupaban a todos, tanto por miedo a contagiar a los residentes, como también por miedo a contagiar a las familias en caso de que ya estuviera la infección dentro, cosa que no ha ocurrido de momento», expone el director del centro, Joseba Illarramendi. Las visitas al centro llevan ya suspendidas desde que se decretó el estado de alarma, el pasado día 13, y además se han tomado todas las medidas de precaución recogidas en los protocolos de Salud, pero han decidido dar un paso más.

El balneario de Zestoa les ha cedido camas, que han habilitado para dormir en el centro de día, ya cerrado

En las próximas dos semanas, las 45 trabajadoras que componen la plantilla, y también el director, se quedarán dentro del centro, sin regresar a casa. Lo hacen por turnos de 12 personas -uno por semana- y además hay un retén que permanece en sus domicilios por si fuera necesario cubrir alguna baja en caso de contagio.

Sin entradas ni salidas desde ayer, el personal de la residencia San Juan de Zestoa ha organizado este 'encierro' con cierta previsión, de manera que también van a reducir a la mínima expresión las visitas de suministradores de comida, farmacia... El centro de día de la fundación, que también lleva cerrado desde el pasado día 13 como todos los recursos de este tipo, se ha convertido en su nueva casa, con todas las comillas que haya que poner a esa expresión. «El balneario de Zestoa nos ha prestado camas y con unos biombos separamos cada una de ellas para intentar tener algo de privacidad», aunque en estos momentos con descansar y poder completar los turnos sea suficiente. «Cada residencia está haciendo muchos esfuerzos y nosotros hemos decidido hacerlo así. El personal está muy comprometido, hay que remarcarlo», subraya Illarramendi.

Los vecinos dedicaron ayer a la plantilla de la residencia los aplausos de las ocho de la tarde

«Queríamos hacer algo más»

La medida no viene escrita en ningún protocolo, pero sí ha empezado a ser adoptada en algunos geriátricos de diferentes comunidades autónomas. En este de Zestoa, donde viven 36 personas mayores y otras 7 en viviendas tuteladas, se puso sobre la mesa hace ya unos cuantos días, cuando el avance del coronavirus empezaba a golpear a los centros de mayores, los lugares más vulnerables por una combinación de factores que está jugando en contra: la propia edad de los usuarios; un perfil de gran dependencia, con múltiples patologías en la mayoría de casos; la configuración de los centros, donde viven agrupados por definición, y el contacto físico inevitable por parte de las trabajadoras a la hora de atender a los mayores en las tareas más básicas, como la higiene. En suma, «un caldo de cultivo ideal» para que se propague el virus.

«Por suerte, nosotros no tenemos ningún caso positivo ni bajo sospecha, pero el miedo al contagio es constante». La residencia se ha reorganizado para minimizar los grupos, atenderles sin que se cruce el personal o lo mínimo posible. Y utilizan mascarillas tanto las trabajadoras como los usuarios. «Pero queríamos hacer algo más». Y ese más es no salir durante dos semanas, primero un turno y la segunda semana, el otro. «Sabemos que el mayor riesgo de contagio somos el propio personal. El miedo lo seguimos llevando encima, porque en realidad no sabemos si alguno de nosotros ya puede estar contagiado porque el virus tarda días en dar síntomas...».

Desde que comunicaran su decisión, las familias no paran de agradecerles el gesto. También los vecinos de Zestoa se han sumado a esa ola de solidaridad que cada día a las ocho de la tarde se asoma a los balcones y ventanas. Ayer, los aplausos que sonaron en el pueblo fueron dedicados a la plantilla de la residencia.

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