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Maider Zubelzu. EHU

¿Se puede oler el parkinson? Una doctoranda de la UPV cree que sí

El trabajo de Maider Zubelzu resalta el valor de este biomarcador en el diagnóstico temprano de la enfermedad neurodegenerativa

Miércoles, 5 de julio 2023, 00:20

El artículo '¿Se puede oler la enfermedad de párkinson?', de Maider Zubelzu, doctoranda en Farmacología en la Universidad del País Vasco, ha sido el trabajo ganador de la III edición del Premio de Divulgación sobre Medicina y Salud Fundación Lilly-The Conversation 2023. Su relato ... explica de forma empírica cómo las personas que sufren ciertas enfermedades producen olores concretos y detectables por el olfato. Zubelzu aborda, en concreto, cómo el sebo podría ser un biomarcador accesible en el diagnóstico precoz del párkinson y reflexiona sobre la importancia de seguir financiando ese tipo de estudios para encontrar indicadores tempranos de esa enfermedad, que se calcula que en 2040 afecte a más de 12 millones de personas.

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«El proyecto de mi tesis doctoral trata sobre la enfermedad de párkinson y por eso me parecía muy interesante hablar sobre un aspecto curioso descubierto hace unos años: la importancia del olor en la detección de esta dolencia», comenta la investigadora de la UPV/EHU. En su artículo explica que «nuestros cuerpos expulsan constantemente sustancias volátiles al aire que respiramos, mediante el aliento, sudoración, excreciones, etc... El aroma de estas sustancias puede variar dependiendo de la edad, el estilo de vida y la dieta, pero también si una enfermedad produce alteraciones en nuestro organismo».

Zubelzu describe los ensayos que se han realizado con personas sanas y otras afectadas de párkinson a las que se pasaba una gasa por la parte trasera del cuello y la zona superior de la espalda con el fin de analizar los componentes presentes en el sebo. Esos experimentos confirmaron «el potencial del olor» en el diagnóstico precoz de la dolencia.

Amoníaco, moho...

La búsqueda de biomarcadores -sustancias cuya alteración podría indicar la presencia de alguna enfermedad- «cobra mayor importancia en patologías difíciles de diagnosticar» como el párkinson. Esta enfermedad neurodegenerativa suele ser detectada «cuando aparecen los síntomas motores: temblores, movimientos lentos, rigidez muscular... El problema es que para cuando llega el diagnóstico, ya se han perdido el 60% de las neuronas que producen dopamina en la sustancia negra, área afectada en esta enfermedad», resalta la investigadora. Encontrar biomarcadores «podría abrir las puertas a su detección temprana», valora.

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En el artículo premiado, Zubelzu recuerda también que, por ejemplo, la diabetes puede hacer que el aliento huela a manzanas podridas; la insuficiencia renal, que lo haga a amoníaco u orina; mientras que la enfermedad hepática grave se ha relacionado con el olor del aliento a moho, ajo y huevos podridos. Las personas con esquizofrenia pueden tener un aroma corporal característico que recuerda al del moho.

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