![«Me pasé tres meses solo en casa y fue horrible. Ahora puedo estar con ella»](https://s2.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/201711/27/media/cortadas/severinoa-valentina-k0fB-U50225597432MsE-624x385@El%20Correo.jpg)
![«Me pasé tres meses solo en casa y fue horrible. Ahora puedo estar con ella»](https://s2.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/201711/27/media/cortadas/severinoa-valentina-k0fB-U50225597432MsE-624x385@El%20Correo.jpg)
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Severino viene de la calle con EL CORREO debajo del brazo. «Así me lo leo tranquilo, que luego no hay quien lo consiga». Coge la mano de Valentina, que hoy tiene dolores fuertes y casi no puede hablar. «Un día se cayó en casa y la mandaron al hospital de San Eloy. De allí fue directa a otra residencia de Barakaldo, donde pasó tres meses y yo me quedé en casa. Fue horrible. En cuanto le dijeron a mi sobrina Inmaculada, que es la que nos lleva todo, que había plazas disponibles aquí, le pedí venir yo también. Aquí vivimos en la misma habitación y estamos bien. Estamos en la gloria».
La residencia de la Fundación Miranda, donde una cama privada ronda los 2.700 euros, dispone de unos jardines espectaculares. «Hago gimnasia con Lander los martes y jueves y damos paseos por aquí siempre que hace bueno», relata Severino. La dirección suele organizar festivales gastronómicos -comida italiana, francesa, etc- e invitan incluso a los cónsules de cada país. Hace poco, les visitaron los alumnos del colegio cercano de los Paules, que tuvieron la oportunidad de que les explicaran «cómo era en nuestra época la Navidad». Mayores y pequeños acabaron encantados tras aquella experiencia. También los chavales de Gaztelueta comparten mantel algunos días con la voz de la experiencia.
Fundación Miranda Severino Ortega (86 años) y Valentina Perales (83 años) están casados y sin hijos.Él trabajó de fontanero y ella era carnicera. Vivieron en Barakaldo hasta que ella alcanzó un nivel de dependencia que les obligó a venir. Su sobrina Inmaculada les ayuda con todos los papeles. Le visita también su hermana y otros familiares.
A las tardes Severino pasa un rato con su hermana Josefa. No ha dejado de lado sus aficiones desde que entró en la residencia. «Me encargo del belén de la parroquia de Santa Teresa. Empecé a construirlo hace cuatro años y lo acabé hace dos. Tiene cascadas de agua, que he hecho con una bomba de lavadora, y muchas figuras que se mueven, como un campesino arando». No era el primero que hacía, y en el municipio navarro de Los Arcos -cerca de Estella-, Severino actualizó los gigantes de las fiestas. «Tuvimos que pedir permiso al Gobierno de Navarra para poder coronarlos».
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