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«Queremos adelgazar sin hacer cambios en nuestros hábitos, sin dejar de comer dulces y tomando cervezas. Ozempic no es un medicamento milagro, es generar ... falsas expectativas», advierte Patricia Guillem, catedrática de Epidemiología, Salud Pública y Medicina Preventiva, sobre una medicamento indicado para la lucha contra la diabetes tipo 2 -la causada por la mala alimentación, el sedentarismo…- pero que escasea desde el año pasado en las farmacias de todo el mundo porque está siendo utilizado para adelgazar.
«La gente piensa que te pinchas una vez a la semana y adelgazas. Pero no funciona sin un cambio de hábitos», subraya María Josefa García Bragado, profesora de Farmacología de la Universidad de Salamanca sobre un fármaco que ha terminado por conocerse como el «fármaco de Hollywood» al haber sido promocionado por personajes tan populares como Kim Kardashian o Elon Musk. El magnate aseguró haber perdido 13 kilos gracias a una combinación de Ozempic y Wegovy -otro medicamento con el mismo principio activo-, ayuno y «alejarse de la comida sabrosa».
La doctora Guillem insiste en que estamos ante una «pandemia. Uno de cada 10 adultos sufren diabetes tipo 2 en España y las cifras van a más. La solución no son estos medicamentos, sino un abordaje integral con dieta y ejercicio».
Ozempic es un medicamento que se inyecta una vez a la semana aunque «también está disponible en pastillas, pero es menos efectivo», explica la doctora Guillem. Con un coste elevado, de 130 euros por caja, fue autorizado en Europa y otras partes del mundo a partir de 2017. Según María Josefa García Bragado, profesora de Farmacología de la Universidad de Salamanca, se trata de una «incretina -un tipo de hormona- comercializada exclusivamente por el laboratorio danés Novo Nordisk». Gracias a este y a Wegovy, la farmacéutica se convirtió en la empresa con más valor de Europa y sacó a Dinamarca del riesgo de recesión. También comercializan Rybelsus, con el mismo compuesto pero administrado en forma de píldora. En la actualidad está cerca de llegar otro medicamento, el Mounjaro, que ha mostrado resultados todavía mejores que Ozempic.
La diabetes tipo 2 es una enfermedad en la que el cuerpo no puede fabricar la cantidad de insulina necesaria para controlar el nivel de glucosa en sangre o bien el cuerpo es incapaz de utilizar la insulina de forma eficaz. Estos medicamentos ayudan a regular estos niveles de imitando la acción de una hormona que se segrega de forma natural en el intestino delgado cuando se consumen alimentos. Esa hormona se llama péptido similar al glucagón-1 (GLP-1, por sus siglas en inglés). Su principio activo es la semaglutida, una molécula muy similar al citado GLP-1. Según la profesora García Bragado, fue en los años setenta del siglo pasado cuando se descubrió el papel de los péptidos -fragmentos de proteínas- en el control de la glucosa en sangre. El caso de Mounjaro es diferente. Su principio activo es la tirzepatida y actúa sobre la GLP-1 y sobre otra hormona llamada GIP.
Todos estos medicamentos logran adelgazar a los pacientes por su efecto en el centro de la saciedad del cerebro. Logran atravesar la barrera hematoencefálica -una red que impide la llegada al encéfalo de muchas sustancias, incluidos medicamentos- y actúa en las redes nerviosas centrales que regulan la ingesta de alimentos. Así consigue disminuir el apetito y ralentizar el vaciado gástrico, lo que prolonga la sensación de saciedad y reduce las ganas de comer, según la experta de la universidad salmantina.
Se administra bajo prescripción médica y tiene contraindicaciones graves. Por ejemplo, no lo pueden tomar personas con enfermedades cardiovasculares graves. Está indicado para «pacientes con diabetes tipo 2 y un índice de masa corporal (IMC) superior a 30», insiste Patricia Guillem. Este valor se calcula dividiendo los kilos de peso por el cuadrado de la estatura en metros. Un valor por encima de 30 indica obesidad. Los valores normales son entre 18,5 y 24,9. Entre 25 y 29,9 significa sobrepreso. «No sirven para personas con sobrepeso ligero», insiste la experta, que añade que los médicos que lo recetan en estos casos tienen la responsabilidad, «ya que hay muchos medicamentos para bajar el azúcar en sangre».
Fundamentalmente náuseas, vómitos, diarrea, dolores de estómago y «en algunos casos, pérdida de cabello», explica la doctora Guillen. También pueden tener un efecto rebote en el peso. Dado que son tratamientos puntuales, se puede producir un aumento de peso si no van acompañados de un cambio de hábitos cuando se dejan de ingerir.
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