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581.616 euros paga al año Osakidetza a la Iglesia por la prestación de servicios religiosos. La cifra se recoge en el convenio de colaboración ... suscrito por el Servicio Vasco de Salud y las tres diócesis de Euskadi y que estará vigente durante los próximos cuatro ejercicios. En este documento se establece que el objeto del acuerdo no es otro más que establecer las bases para «facilitar la asistencia y acompañamiento religioso y espiritual» que pudieran requerir los pacientes durante el tiempo que estén ingresados, «incluido el proceso final de la vida y el duelo». Unos servicios que se extienden también a los «familiares y acompañantes» de los enfermos.
El convenio suscrito, por un lado por el obispo de Bilbao, Joseba Segura, en representación de las tres diócesis vascas, y por otro por Rosa Pérez, como directora general de Osakidetza, establece que la Iglesia pondrá los medios humanos y materiales necesarios para prestar atención religiosa y sacramental. Esto es la celebración de sacramentos como el bautismo, la comunión, la celebración de la eucaristía o la unción de enfermos, antes conocidada como extremaunción.
La Iglesia prestará estos servicios con «carácter permanente», para lo que se compromete a que haya presencia estable de sacerdotes en los hospitales vascos y la implantación de «guardias localizadas» para los curas.
Por su parte Osakidetza se compromete a facilitar en sus centros sanitarios «espacios» para que los presbíteros puedan ofrecer asistencia religiosa. Entre estos lugares se incluyen despachos o entornos similares en los que puedan reunirse o capillas y oratorios en los que desarrollar la «actividad de culto y recogimiento».
En el convenio, publicado por el Parlamento vasco a petición de EH Bildu, se recoge que en el caso de que el paciente o uno de sus familiares solicitase «expresamente» la mediación de un representante de cualquier otra confesión espiritual diferente a la católica se le facilitará el «acompañamiento» de personas que «puedan ayudarles desde sus propios valores y creencias». «Nadie que sea de otra religión está excluido y a cualquiera que solicita (esta intersección) se le facilita», reiteran fuentes oficiales del Departamento de Salud. Son los propios sacerdotes presentes en los hospitales los que hacen de intermediarios y se ponen en contacto con imanes o pastores evangelistas cuando el enfermo así lo pide.
El primer convenio entre Osakidetza y las tres diócesis vascas se suscribió en 1987 para la prestación de servicios de asistencia religiosa católica en los centros hospitalarios públicos de Euskadi. La fecha no es casual. Coincide con la integración de los centros del Insalud en el Servicio Vasco de Salud. Desde entonces este convenio se ha actualizado y renovado en dos ocasiones con anterioridad a la de este año.
En el actual acuerdo, con cuatro años de vigencia prorrogables otros cuatro más, recoge en su texto que el «cambio experimentado por la sociedad vasca en materia religiosa en los últimos años ha derivado en un contexto más heterogéneo y plural». De ahí que se facilitan las condiciones necesarias para el ejercicio de la «libertad religiosa».
Además se plasma en el documento la «gran relevancia» que están adquiriendo «la atención espiritual, como atención a las necesidades existenciales», tanto religiosas como de otro ámbito, en el enfoque de ofrecer una asistencia integral a cada persona. Ejemplo de ello, destaca el acuerdo, es el «gran desarrollo de los comités de ética asistenciales» en procesos «crónicos de dependencia de enfermedades avanzadas o terminales en cuidados paliativos».
Gabi González es el sacerdote que atiende el hospital de Santa Marina desde hace seis años, una labor para la que desde hace unos meses cuenta con la ayuda y la compañía de Blanca Vásquez, una mujer laica que realiza tareas de coordinación. Ambos integran el equipo del servicio de atención religiosa y espiritual en el hospital de referencia en Osakidetza para el paciente mayor y crónico en Bizkaia.
El que la edad media de los enfermos que ingresan en este centro sea de «80 años» hace también que pidan más la asistencia que les ofrece González. «En muchas ocasiones son los propios familiares los que contactan con nosotros. Es habitual que pregunten por este servicio cuando se acercan los últimos momentos de la vida. En otras ocasiones son los sanitarios los que nos llaman y nos dicen que hay una persona rezando el rosario en su habitación o nos hablan de algún paciente que puede necesitar acompañamiento espiritual», detalla el sacerdote.
Con los enfermos con los que más tiempo suelen pasar es con aquellos que están ingresados en la unidad de Paliativos. También con aquellos con patologías crónicas que sufren ingresos sucesivos. «Con algunos pacientes hemos llegado a entablar cierta amistad y he ido a visitarles a la residencia o a su hogar después de que le diesen el alta», recuerda el sacerdote.
En Santa Marina, al igual que se hace en el resto de hospitales de Osakidetza, los sacerdotes disponen de una capilla donde ofrecen la eucaristía. También imparten otros sacramentos como la unción de los enfermos o la confesión. «Con los pacientes vivimos momentos íntimos. A veces son de carácter más religioso, otros de tipo más espiritual. En ocasiones rezamos juntos. He vivido momentos de mucha alegría de algunos enfermos tras confesarse después de muchos años por la paz que esto les ha proporcionado», recuerda González, quien no duda en quitarse «el sombrero por cómo afrontan muchos pacientes esos momentos de gran dificultad por el que les toca pasar».
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