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Se preveía que el Covid-19 iba a circular menos durante los meses de verano, pero los crecientes rebrotes ponen en entredicho este pronóstico. Nadie se aventura a vaticinar cómo evolucionará esta pandemia llena de incógnitas. Y, con este escenario, el Servicio Vasco de Salud ... se enfrenta a un julio y agosto complicados. A los problemas de épocas estivales pasadas, como la falta de efectivos o el cierre de servicios y camas, se añaden otros derivados de esta crisis y las vacaciones del personal, que ya tuvo que renunciar a libranzas y permisos para hacer frente al patógeno y al que se le ha pedido que agote sus días antes del 15 de octubre, ante el temor de que se desencadene una segunda oleada este próximo otoño.
La organización de la plantilla en estas fechas requiere de un laborioso encaje para garantizar que la asistencia sanitaria no se vea mermada. Más aún, teniendo en cuenta que el virus sigue al acecho. El Departamento de Salud indicó a este periódico que cada Organización Sanitaria Integrada (OSI) está realizando su planificación de vacaciones y la cobertura que ofrecerá «en base a sus necesidades». Pero también hay directrices comunes para toda la red, y una de ellas es novedosa.
Se contempla, según informaron varios sindicatos, que cada unidad funcione con el 30% de las plantillas habituales en los tres meses venideros y, tal y como se hace habitualmente, completarlas con personal eventual. Otros años ese porcentaje debía ser del 50%. El cambio ha sido aplaudido porque permitirá que más trabajadores puedan estar de vacaciones al mismo tiempo y garantiza que los profesionales disfruten de su merecido descanso y regresen en las mejores condiciones para encarar octubre. Renovados a nivel físico y mental, por si el panorama epidemiológico se pone más feo. «Si se produce un rebrote, es básico que no tengamos una parte importante de la plantilla sin que haya podido coger vacaciones. Además, la población en Euskadi suele bajar durante el verano», señala Ana Vázquez, portavoz de UGT.
Osakidetza mantiene que las vacaciones «son un derecho irrenunciable, más si cabe este año, en el que sus profesionales han realizado un gran esfuerzo en el abordaje de la pandemia». Sin embargo, algunas voces vaticinan que, ante un repunte grave, «se llamará al personal o se sacará gente de debajo de las piedras, porque no hay ninguna planificación», como advierte Igor Larrea, representante del Sindicato Médico de Euskadi.
La idea es tirar de personal eventual. Y, en este sentido, Salud ya ofreció renovaciones a los trabajadores contratados por la crisis. Se les necesita y cuentan con experiencia. «Ha habido un reciclaje importante, son profesionales que han estado trabajando recientemente y conocen la dinámica», apunta Vázquez. No se descarta que también continúen más allá del verano. Pero, por el momento, según Amaya Mayor, portavoz del sindicato de enfermería, Satse, los contratos son temporales, de entre cuatro y cinco meses. «En la crisis económica de 2008 ya tuvimos una fuga de profesionales importante. Hay que ofrecer contratos que merezcan la pena -reclama-. Se ha gastado un dineral público en formar a profesionales que se acaban marchando».
A quienes también se les planteó la opción de seguir es a los cerca de 250 médicos residentes que el pasado mes de mayo finalizaron su último año, los R4 y R5. Su labor este verano será fundamental, teniendo en cuenta que Osakidetza, al igual que el resto de sistemas sanitarios del país, no contará con los MIR de primer año, por el retraso que conlleva la asignación telemática de plazas. No entrarán a trabajar hasta finales de septiembre.
«La falta de efectivos volverá a ser un hándicap», lamentan desde el SME. Como todos los veranos, se cerrarán servicios y camas y algunos ambulatorios verán recortados sus horarios. «Algo que no se entiende, especialmente este año», sostiene Mayor. Según ha podido saber este diario, la previsión del cierre de camas es menor que la del ejercicio pasado: 830, frente a las 910 de 2019. El Covid, además, provocará que médicos que ya tienen la posibilidad de jubilarse renuncien a posibles prórrogas. «Algunos ya se han apresurado a realizar las solicitudes por lo que pueda pasar», asegura Vázquez.
830 son las camas que se prevé cerrar en la red pública vasca durante el verano. En 2019 fueron 910.
Las plantillas de los hospitales no podrán contar este verano con los Médicos Internos Residentes (MIR) de primer año, que no se incorporarán hasta septiembre. La elección de plazas está envuelta en la polémica, ya que, por efecto de la pandemia, el Ministerio de Sanidad decidió que se asignaran únicamente de manera telemática. El proceso se abre el 2 de julio, aunque el Supremo ya ha instado al Gobierno a adoptar medidas para que pueda llevarse a cabo de manera presencial. La imposición electrónica había causado un gran malestar entre los residentes que pasaron el examen en enero. Sobre todo, por la posibilidad de quedarse sin la opción deseada por el elevado número de opositores que participan en cada turno. «Las listas son inamovibles y, si eres de los últimos, a más de 300 personas se les irá adjudicando la plaza sin posibilidad de ir variando las preferencias. Se adjudicará automáticamente la primera plaza disponible en tu lista de preferencias», explica Leticia Gandarias, una de las opositoras vascas.
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