«Operamos animales en estado grave»
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Los tumores y las infecciones de matriz en las mascotas no paran por el Covid-19. «Hay cosas que no pueden esperar»En primera línea ·
Los tumores y las infecciones de matriz en las mascotas no paran por el Covid-19. «Hay cosas que no pueden esperar»Te lo digo fehacientemente y con estudios: quien tiene un animal de compañía es mejor persona». No es de extrañar que esa frase la pronuncie Juanjo Martínez. Ha dedicado gran parte de su vida a cuidar de las mascotas de los demás, y por eso, ... durante el estado de alarma, sigue en primera línea. Es uno de los fundadores, hace casi cuatro décadas, de la Clínica Veterinaria Indautxu, además de especialista en ortopedia, traumatología y neurología. «Opero cojeras, fracturas, ligamentos, caderas... En el tema de neurología, trato lo que afecta al sistema nervioso, como epilepsias, cualquier alteración y, especialmente, parálisis, porque se dan parálisis súbitas en ciertas razas de perros», detalla.
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Con el confinamiento, «las consultas normalitas, como poner una vacuna, de las que veíamos 30 ó 40 cada día, no vienen». Además, recuerda, como «los perros tienen que salir, pero poco, paseítos de 10 minutos, les atropellan menos, se muerden menos entre ellos, se cortan menos con cristales, comen menos veneno, se rompen menos patas...».
Mientras ese tipo de intervenciones bajan, se mantienen «unas 20 ó 30 actuaciones graves que nos ocupan todo el día». Cesáreas, infecciones de matriz, tumores abdominales y torácicos, fracturas... «Cosas que no pueden esperar al día siguiente a ver si se le pasa. Si tu perro se queda paralítico de la noche a la mañana, no esperas», ejemplifica.
Juanjo Martínez aconseja, en primer lugar, contactar con «el veterinario habitual, que la mayoría están abiertos». Y si no puede hacer frente a esa urgencia, la deriva a la clínica de Indautxu, donde «atendemos durante las 24 horas a animales que vienen hasta desde 300 kilómetros». Después, señala, «nosotros contactamos con su veterinario y le facilitamos toda la información, qué tenía, qué tratamientos hemos aplicado...».
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Para evitar multas, entregan un justificante a los propietarios, aunque hacen una «criba por teléfono», porque muchas veces «la situación no es tan grave y no es necesario que vengan». «El dueño está 24 horas viendo a su mascota, no cuatro o diez como antes, y se preocupa si le ve triste, o cualquier otra cosa, así que les preguntamos qué sucede, desde cuándo, si está tomando algo...», explica.
Quieren minimizar el riesgo de contagios, y por eso los 34 trabajadores y los acompañantes de los animales -aconsejan que solo vaya una persona- disponen de «geles, guantes y mascarillas». Además, «les hacemos esperar un poquito en la calle, y en la sala de dentro, que es grande, en algunas sillas hay un papel encima para evitar que las utilicen y mantener así la distancia de seguridad».
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Martínez reconoce que, como «enamorado» de su profesión, en ocasiones es difícil limitar el acceso a un solo propietario. «Hacemos excepciones, porque hay veces que es una mala noticia y entran dos personas llorando a moco tendido. Hay que entenderlo...». Y eso, «lo de llorar», incide, «viene al caso porque quien no tiene un perro o un gato y no convive con él no sabe la compañía, el amor, el cariño y lo que llena la casa una mascota», especialmente en tiempos del coronavirus.
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