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Euskadi ha despedido el segundo año pandémico con más contagios que nunca pero con menos muertes por el impacto de la vacuna en la reducción de casos graves. En 2021 se contabilizaron un total de 1.893 fallecimientos por el virus como causa directa o indirecta, un 38% menos que en el ejercicio anterior. El acceso de la población a los sueros anticovid ha permitido que las cifras de letalidad hayan descendido de manera significativa.
La crudeza de la epidemia, sin embargo, no se ha detenido. La vacuna ha salvado miles de vidas, pero el patógeno sigue llevándose por delante muchas otras. Demasiadas. Cada ciudadano que pasa a formar parte de la estadística más terrible de esta crisis, la de las defunciones, supone sumir en la más profunda de las tristezas a sus seres queridos y recuerda que, a pesar de haber recuperado la vida social durante el ultimo trimestre de este año, la verdadera normalidad aún está lejos de alcanzarse. Las cifras de muertes que provoca la pandemia no son en absoluto comparables a las de la gripe común -en temporadas críticas se ha llevado a cerca de un centenar de ciudadanos, pero contabilizados en un año entero- y, además, el escenario que se vive a nivel global es otro cantar.
Durante el pasado 2021 la mortalidad por covid se duplicó en el mundo, con 3,5 millones de óbitos frente a los 1,9 del curso anterior. El motivo, las bajas coberturas vacunales en gran parte del planeta. Una tendencia que, por fortuna, no sigue Euskadi, con una tasa de inoculación de pautas completas del 91,6% a fecha del pasado 30 de diciembre. En 2020 habían perecido un total de 1.205 vascos más que este pasado curso (3.098) por la acción directa del patógeno o por encontrarse contagiados en el momento de su muerte debida a otras patologías.
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Silvia Osorio
Los recuentos semanales que difunde Osakidetza señalan que alrededor del 80% son personas de más de 80 años. Durante el primer año de epidemia se registraron muchos menos positivos que en este 2021, al que hemos dado carpetazo con una sexta ola sin freno. Totalmente desbocada. Los niveles de transmisión se han disparado hasta techos inimaginables empujados por la variante ómicron. Pero las muertes no han escalado al ritmo proporcional al de los casos. Enero fue el más letal del año en el País Vasco, con 411 defunciones por o con covid. De hecho, el 22 de ese mes se registró un pico con 23 fallecidos en un solo día. La mayor parte de estos ciudadanos se infectaron en la ola de Navidad y no llegaron a tiempo al inicio de la campaña de inmunización, que arrancó el 28 de diciembre de 2019.
Sin embargo, este pasado mes de diciembre, con más del doble de incidencia que hace un año, las cifras se han mostrado hasta tres veces inferiores: un total de 108 vascos no superaron la batalla. La vacunación ha supuesto un antes y un después. A medida que el porcentaje de inmunizados ha ido aumentando y nuevas franjas de edad se han unido al proceso, el número de muertes ha caído con total evidencia.
En marzo se desplomaron los indicadores. El cambio de tendencia se constató en el tercer mes del año por el efecto de la vacuna en las residencias, el primer colectivo en ser protegido por su alta vulnerabilidad frente a la infección, tal y como venían demostrando las cifras de muertes en los geriátricos. En la primera y en la segunda ola, demoledoras.
En marzo las muertes en Euskadi descendieron un 63% y se comenzó a vislumbrar una estabilización, que se mantiene. Se han producido bajadas notables, sobre todo en los meses de junio y julio, antes de que se desatara la llamada 'ola joven', la quinta embestida que se cebó con la población que estaba sin inmunizar, veinteañeros y treintañeros. De hecho, entre el 6 y el 12 de julio se registraron dos fases de tres días con el contador de fallecidos en blanco.
Algo que se está ya comprobando en este último envite vírico. A pesar de que las unidades de cuidados intensivos no están sufriendo la congestión de acometidas anteriores, precisamente, por el escudo que ha supuesto la vacuna contra la enfermedad grave, el ingente volumen de contagios -45.788 en la última semana y se prevé que vaya a más- va a provocar que aumenten las defunciones. Aunque el riesgo de ingreso sea más bajo, si hay muchos infectados también habrá una cantidad importante de personas que necesitarán cuidados médicos. Y de ellos algunos morirán. Pura lógica.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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