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Un estudio desarrollado por un grupo de investigación de la UPV/EHU recoge en sus resultados previos que el confinamiento está afectando de forma muy sensible a los niños, tanto a nivel físico como mental, y que este impacto varía en función de la situación socioeconómica de cada hogar. Entre los datos que refleja este análisis destacan que «casi la mitad de la población infantil ha visto deteriorada su salud emocional durante el confinamiento», al tiempo que el 80% ha visto «empeorar su ejercicio físico». Muchos pasan más tiempo delante de una pantalla. Hasta 6 o más horas diarias en casi la cuarta parte de esa misma población.
La investigación se basa en familias con menores de 3 a 12 años de toda España. Se ha realizado mediante cuestionarios 'online', que fueron contestados por padres, madres o tutores legales de los pequeños entre el 4 y el 11 de abril. La muestra válida final fue de 11.582 individuos. Aunque no es definitiva, «porque la investigación sigue abierta», como aclara Unai Martín, doctor en Sociología y componente de OPIK-Grupo de Investigación en Determinantes Sociales de la Salud y Cambio Demográfico de la UPV/EHU. El estudio se ha llevado a cabo en colaboración con Bidegintza y la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona.
Además de analizar el efecto del confinamiento en los pequeños, el objetivo era también constatar «el efecto de la desigualdad en ese impacto», añade Martín. «A la hora de decretar este confinamiento parece que se hizo teniendo en mente un solo modelo de hogar, cuando no todos son iguales». No es lo mismo estar encerrado en una casa luminosa con grandes balcones que en un piso diminuto e interior. Así, algo más de una cuarta parte de la población infantil (25,9%) sufre de falta de espacios exteriores en sus hogares. No hay balcón al que salir a airearse. El 9,2% no dispone de luz natural. Si se desglosa este aspecto por niveles económicos, este porcentaje se eleva al 24,6% en las familias «con mucha dificultad», mientras que se queda en un 3,7% en las más acomodadas.
Un dato alarmante y llamativo es que prácticamente un tercio (31,5%) de la población infantil está sometida en su encierro a la «presencia del humo del tabaco». Por el lado alimenticio también asoma un dato preocupante: el 72,1% no consume la cantidad suficiente de verdura, mientras que el 43,6% apenas toca la fruta. El estudio pone en evidencia que el nivel educativo de los progenitores «determina claramente los hábitos de salud durante el confinamiento». Por ejemplo, el mencionado porcentaje de poco consumo de verdura se dispara hasta el 82,7% cuando los padres solo tienen estudios primarios o inferiores, mientras que se queda en 63,6% cuando tienen estudios universitarios.
11.582 padres y madres respondieron a la encuesta en la que se basa el estudio.
Cerca de la mitad de los padres y madres encuestados «piensa que tanto la salud física y emocional como la calidad de vida de niños y niñas se verá afectada por el confinamiento». Buena parte de ellos, cerca de un 15%, estima incluso que el impacto de este encierro forzado «sobre la salud emocional durará meses e incluso años».
El informe recoge también que los profesionales del ámbito de la infancia están de acuerdo con esta percepción, aunque hasta cierto punto. Para el 23,7% de los consultados el efecto se dará a «corto, medio y largo plazo» y para casi un tercio solo se hará notar mientras dure el confinamiento, mientras que un 36,5% estima que su alcance será «de corto y medio plazo.
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