Los médicos reclaman una distancia de seguridad de 10 metros para los fumadores

No existe evidencia científica de que el virus causante de la Covid-19 sea capaz de viajar en el humo del tabaco, los porros o el vapor exhalado de un cigarrillo electrónico. Sin embargo, médicos de todo el mundo están llamando la atención sobre esta cuestión ante la sospecha, «más que fundada», de que pueda hacerlo, según ha adelantado a EL CORREO el portavoz de Aireberri, el facultativo Joseba Zabala. Varias organizaciones profesionales lo defenderán públicamente este fin de semana, con motivo del Día Mundial Sin Tabaco, que se conmemora el domingo.

La nueva infección por coronavirus se transmite, fundamentalmente, a través de micropartículas de saliva que se expulsan por la boca al hablar y quedan suspendidas en el aire. Como se trata de un virus pesado, es incapaz de permanecer flotando en el ambiente durante mucho tiempo, por lo que se considera que dos metros es una distancia suficiente para protegerse de un posible contagio. Algunos trabajos conocidos en las últimas semanas han advertido, no obstante, de que en determinadas circunstancias esos dos metros podrían resultar escasos.

Un estudio realizado de manera conjunta entre la Universidad de Eindhoven (Países Bajos) y la Universidad Católica de Lovaina (Bélgica) ha demostrado que la separación social de uno o dos metros sólo resulta efectiva en los espacios cerrados, como una habitación o un supermercado. El viento, en el caso de los lugares abiertos, favorecería que las partículas de virus permanecieran más tiempo flotando en el aire. Por ese motivo, los firmantes del informe aconsejan que la distancia de seguridad se aumente a 4 ó 5 metros al caminar y hasta los diez con los deportistas.

Científicos americanos también han firmado un artículo en la revista 'Enviromental Science & Technology' (Ciencia y Tecnología Ambiental), de la Sociedad Americana de Química, en el que recuerdan la necesidad de «considerar la trascendencia de los valores ambientales» en la transmisión del virus. En su trabajo, los autores defienden que «cada vez hay más sospechas de que el Covid-19 pueda 'hacer autoestop' y subirse en la cortina de humo o vapor» que exhalan fumadores y vapeadores.

La necesidad de romper la cadena de transmisión del virus y proteger, al mismo tiempo, los derechos de los no fumadores, lleva a la sociedad Aireberri a plantear que playas y terrazas de bares y restaurantes pasen a tener desde este año la consideración de espacios sin humo. «Está en juego la salud de la sociedad, no son sólo los efectos nocivos del tabaquismo, sino que ahora estamos obligados a parar la pandemia y evitar un rebrote», reflexiona el especialista .

A juicio de Aireberri, la brisa de playas y piscinas con el humo del tabaco pueden representar una «asociación fatal» para los no fumadores. El riesgo será aún mayor este verano, en el que a causa de la pandemia, «unos por temor y otros por razones económicas, mucha gente pasará sus vacaciones en los arenales y piscinas cercanos», advierte.

Diversos metaanálisis, recuerda Zabala, han concluido además que el consumo de tabaco constituye un factor de vulnerabilidad para los fumadores. «Tienen el doble de riesgo de enfermar y, por tanto, de transmitir el virus», según constata el experto.