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terry basterra
Martes, 24 de diciembre 2019, 00:30
Las facilidades para promocionar a nivel laboral, la opción de compatibilizar atención sanitaria con investigación, mejores salarios o la posibilidad de continuar su formación para especializarse en una nueva área clínica a la par que ejercen en el sistema público de salud. Estas son algunas ... de las razones que llevan a los sanitarios vascos que carecen de estabilidad en Euskadi a hacer la maleta y marcharse al extranjero. A día de hoy 1.037 médicos y cerca de 500 enfermeros formados y colegiados en la comunidad ejercen en otros países del mundo. Algunos -los menos- se marcharon hace más de una década y no tienen pensado regresar. La mayoría son profesionales jóvenes que no han encontrado acomodo en el Sistema Nacional de Salud. Según los datos que manejan el Colegio de Médicos de Bizkaia y el sindicato Satse, la mayoría lo hacen en Europa.
Tras años de estudio en las facultades son muchos los médicos para los que el MIR se convierte en una barrera infranqueable. Y no es que no aprueben este examen. Lo que sucede es que a pesar de superarlo no logran la nota necesaria para acceder a ninguna de las plazas ofertadas. El pasado año 4.779 los facultativos en España, cerca de 200 de ellos vascos, se vieron en esta situación. Se les cerró la puerta de la red pública y el proyecto laboral que muchos se habían marcado. Sus alternativas eran volver a dedicar otro año a preparar la prueba, dejar el currículum en una empresa de la sanidad privada o marcharse al extranjero.
Completar una residencia tampoco garantiza un puesto estable. Lo habitual durante los primeros años es encadenar contratos temporales. En Osakidetza esta situación afecta a un tercio de la plantilla. Hay facultativos a los que esa inestabilidad les consume y deciden desarrollarse profesionalmente fuera de nuestras fronteras.
Son varias las voces que advierten que el escenario al que se enfrenta Euskadi en el futuro no es el más favorable para dejar escapar a sanitarios preparados. De aquí a diez años el 38% de los 13.874 médicos vascos habrán alcanzado la edad máxima de jubilación, fijada en los 68 años para los galenos y en los 70 para los que además ejercen de docentes en la UPV/EHU. Y las plazas de MIR previstas -este curso se han autorizado 453 en Euskadi- el Colegio de Médicos de Bizkaia ha trasladado en más de una ocasión que se quedan escasas. Desde Osalde, la asociación por el derecho a la salud, Juan Luis Uría va más allá. «En España y Euskadi hay 15 especialidades con pleno empleo y competimos con otras comunidades que también necesitan a esos profesionales. Tenemos que incentivarles para que se queden y facilitar que vuelvan los que están fuera, y que lo hagan con los méritos que les corresponde y reconocimiento salarial», propone quien también es portavoz de Podemos en el Parlamento en materia sanitaria.
Desde el Departamento de Salud, la consejera Nekane Murga no solo no comparte que se hable de falta de médicos, sino que recuerda que Osakidetza «nunca ha tenido a tantos profesionales contratados como ahora». Son 26.543 funcionarios y cerca de 12.000 trabajadores temporales, este último dato aportado por los sindicatos. A ellos se destinan al año «más de 60 millones de euros en sueldos». Además, insiste Murga, existen en Euskadi profesionales «capacitados» para cubrir las cerca de mil plazas anuales que quedan vacantes como consecuencia de las jubilaciones.
La consejera destaca a su vez que en la actualidad hay más residentes que nunca formándose en los hospitales vascos, con la incorporación de 453 MIR nuevos este curso. La previsión es «aumentar» la cifra en años venideros y garantizar así «que sigamos teniendo profesionales de primer nivel».
200 médicos vascos aprobaron el MIR el pasado año pero no lograron plaza para realizar la especialidad en hospitales públicos.
Buenos sueldos Al cambio, un contrato de trabajo permanente para un médico supera los 81.000 euros anuales en Inglaterra. El sueldo mensual para una enfermera puede rondar los 2.800 euros.
Una de las cosas que caracteriza a la donostiarra Sara Calderón es su inconformismo y su disponibilidad para cambiar su lugar de residencia en busca de un mejor futuro profesional. Especializada en Medicina Familiar y Comunitaria en Granada y Máster en Investigación en Atención Primaria por la Universidad Autónoma de Barcelona, durante su recorrido profesional por España esta doctora constató las pocas oportunidades que los facultativos tienen para profundizar en dar respuestas a muchas cuestiones que rodean a la sanidad más cercana al ciudadano. Y esto es lo que le llevó a hacer las maletas, subirse en un avión y desembarcar en Reino Unido. Allí las facultades de Medicina tienen un departamento de Atención Primaria con equipos multidisciplinares y existen convocatorias para realizar proyectos de investigación financiados. «Aquí todas las estudiantes de doctorado cobramos por nuestro trabajo, en España no».
Su estancia en Londres le está permitiendo centrarse en poder dar respuesta a cuestiones clínicas -por ejemplo, definir la mejor estrategia de deshabituación tabáquica en un hombre de 75 años-, sociales -qué hacer para favorecer la asistencia al doctor de pacientes extranjeros que no acuden a las revisiones- o de organización vinculadas al segumiento de los enfermos diabéticos. Estos son solo algunos de los ejemplos de las líneas de investigación en las que trabaja Calderón junto con el equipo de sanitarios, sociólogos, epidemiólogos, estadistas y antropólogos en la Queen Mary University of London.
Pero esta médico de familia no se dedica solo a la investigación. En Reino Unido ha convalidado su título y trabaja en el centro de salud de Bromley By Bow. Esto le ha permitido conocer de primera mano las ventajas e inconvenientes del National Health Service con respecto al español. Entre los pros están la estabilidad laboral y el tiempo por consulta. «Los contratos suelen ser de larga duranción y las citas oscilan entre los 10 y los 20 minutos por paciente», detalla. A esto hay que sumar los procesos de evaluación y revalidación de la carrera profesional que se les realizan. «Debemos demostrar que estamos al día y seguimos formándonos», destaca. En el apartado de los contra resalta la falta de continuidad asistencial. «En Inglaterra la mayor parte de los pacientes no tienen un sanitario de referencia, sino un centro de salud. Al ser vistos por un profesional distinto cada vez es difícil conocer al enfermo y hacer un seguimiento de los diagnósticos y tratamientos».
Su intención es aplicar a su regreso a Euskadi todo el conocimiento adquirido en Reino Unido. Y su deseo es que se pudiesen reproducir aquí algunos de los mecanismos que ya funcionan en las islas.
Cuatro años de trabajo repartidos en diferentes hospitales de Londres es tiempo más que suficiente para tener una visión amplia del National Health Service. Aunque ahora cubre bajas en Osakidetza, la enfermera Silvia Rodrigo no se ha desenganchado de Inglaterra. Regresa con frecuencia a realizar estancias de diez días como 'freelance' en alguno de los centros sanitarios de la city. Y además del dinero extra que ingresa, esto le permite mantener la colegiación en Reino Unido.
Las diferencias entre el sistema británico y el español son muchas. «La sanidad es pública pero su gestión es privada. No hay funcionarios, sino trabajadores libres. Los hospitales están especializados por categorías y así se reducen gastos, pero para el ciudadano puede ser incómodo porque al no estar todo centralizado tienen que desplazarse de un centro a otro en función de la patología que tengan».
La andadura profesional de una enfermera en la sanidad británica tiene diferencias muy notables con Euskadi. «En Inglaterra empezamos desde muy abajo, haciendo curas y poco más. Poco a poco te van formando en pinchar y en otras capacidades. Hasta podemos llegar a especializarnos en áreas como traumatología. En los hospitales británicos, cuando te rompes la tibia o te haces un esguince, te atiende una enfermera y no el médico. Es también otra manera de reducir costes», relata esta vecina de Orozko.
La relación entre las distintas clases sanitarias es otro aspecto en el que percibe diferencias notables entre ambos sistemas. «En Inglaterra se trabaja mucho en equipo y hay un gran respeto entre profesionales. Las enfermeras tenemos más margen de movimiento. Está desarrollada la capacidad de prescribir y aquí aún queda mucho por hacer en ese sentido». El sueldo juega otro papel importante. «Estamos muy bien pagadas».
Desde Satse inciden en que las enfermeras españolas son de las mejor formadas de Europa y por eso son recibidas con los brazos abiertos por otros sistemas sanitarios, caso del británico, francés, luso o alemán. Por eso, para no perder esa riqueza humana y profesional, desde el sindicato reclaman que se ofrezcan unas mejores condiciones laborales a estas profesionales en Euskadi y el resto de España para evitar que se vayan al extranjero tras concluir su formación.
Aprobar el examen MIR y no lograr ninguna de las plazas que se ofrecen para acceder a una residencia «es frustrante». «A mí me ocurrió. No tenía la oportunidad de desarrollarme profesionalmente en la sanidad pública en Euskadi. Trabajé en la privada, pero mi vocación era entrar en el sistema hospitalario y decidí marcharme». El que habla es Aitor Tapia. Este getxotarra ha encontrado en Escocia el lugar donde poder ejercer. Lo hace en St John's Hospital, a treinta minutos en coche de Edimburgo. La experiencia no es nueva para él. Ya realizó prácticas en este país hace año y medio. Y el sabor de boca fue tan bueno que cuando vio que las puertas de Osakidetza se le cerraban no lo dudó. La pasada primavera obtuvo la licencia para ejercer en Gran Bretaña y allí trabaja desde hace unos meses. «Tengo un buen nivel de inglés y siempre había valorado la posibilidad de marcharme fuera, a otro país europeo con proyectos sanitarios diferentes»,
Un aspecto que le atrae mucho de la sanidad británica es la posibilidad de seguir formándose a la vez que trabaja en el hospital. «Es un sistema más flexible que el español. Aquí puedo especializarme en medicina interna mientras trabajo y te dan facilidades». Ese camino es el que quiere comenzar a recorrer este facultativo generalista a partir de 2020, motivo también por el que ha decidido que su experiencia en Escocia no sea algo puntual o de pocos años. Allí tiene previsto regresar el próximo año. Quiere que las Tierras Altas sean su hogar en el futuro, el lugar que le permita desarrollar su carrera profesional y convertirse en el facultativo que aspira a ser.
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