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Viernes, 30 de agosto 2019
Los deportistas no profesionales suelen aprovechar el verano para salir a practicar actividades al aire libre como nadar, correr, navegar o hacer piragüismo. De entre estas actividades físicas, salir a correr sigue siendo una de las favoritas entre los deportistas amateur, pues apenas requiere logística, ... más allá de unas zapatillas deportivas y ropa cómoda, mientras los beneficios obtenidos tanto física como mentalmente, se notan en seguida.
Sin embargo, este auge del running, que se nota incluso en los meses más calurosos del año, hace que muchos se apunten a practicar esta disciplina sin que su organismo esté completamente preparado para ello, sobre todo en fines de semana o vacaciones, consiguiendo que lleguen las tan temidas lesiones.
Junto con las lesiones en la espalda, provocadas por zambullidas imprudentes, las lesiones provocadas al correr sin apenas preparación son las más comunes registradas en esta época del año.
Según la última encuesta sobre hábitos deportivos en España, que data del año 2015, más de la mitad de la población de 15 años en adelante practica deporte cada año, ya sea de forma periódica u ocasional, y un 23% practica carrera a pie semanalmente. Sin embargo, lanzarse a correr sin haber realizado una preparación previa puede comportar algunos problemas físicos, como contracturas musculares, esguinces, rotura de fibras, tendinitis, calambres… La lista es larga, pero la mayor parte de estas lesiones o dolencias son producidas directamente por las imprudencias al correr o por pequeños accidentes sufridos por el corredor aficionado.
Según recientes estudios realizados por compañías de seguros de salud, son los hombres mayores de 35 años los que más se lesionan en plena carrera, y las lesiones más comunes suelen localizarse en piernas, rodillas y pies, siendo estas tendinitis y lesiones musculares, por encima de otras como esguinces o fisura de huesos.
Para evitar lesionarse en la primera salida a correr, conviene ir poco a poco. Ritmo y distancia deben ir de menos a más, combinando carrera ligera con caminar rápido. Antes de comenzar, hay que calentar con ejercicios ligeros y estirar los músculos. Elegir un terreno blanco para correr las primeras semanas ayuda, también hidratarse e ir variando de actividad, para no aburrirnos y para evitar impactos no solo en nuestros músculos, sino también en nuestro sistema cardiovascular.
Pero, si aún así, nos lesionamos en nuestras primeras salidas a correr, lo fundamental es cuidarlas desde el primer momento para que pueden curarse cuanto antes, y no se repitan. El primer paso es acudir a un profesional sanitario, a nuestro médico de familia o al facultativo que nos asigne nuestra póliza médica. Algunos seguros de salud incluyen coberturas adicionales fundamentales para realizar un seguimiento de las lesiones, y mediante un comparador de seguros de salud es posible saber, en apenas minutos, qué coberturas se adaptan a lo que necesitamos en cada momento, después de entrenar o tras una zambullida dolorosa en la playa.
Por otro lado, al salir a correr en verano existen otros factores que los runners aficionados, pero también los más avezados o profesionales, no deben pasar por alto, como esperar a las horas de la caída del sol, no salir sin comprobar el índice térmico e ir muy poco a poco, por zonas de sombra o brisa, con la ropa adecuada y con hidratación continuada y las paradas necesarias. Usar protección solar tampoco está de más, o también alguna crema para evitar las rozaduras. Pero lo fundamental, por encima de todo, es ir progresivamente, escuchando a nuestro cuerpo e interpretando las señales que nos envía, para poder parar o bajar el ritmo en cuanto sea necesario.
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