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Más de 45.000 vascos, fundamentalmente mujeres, padecen de fibromialgia, una enfermedad crónica marcada por el dolor y la fatiga crónica, cuya superación depende, «en ... buena medida, de la voluntad del paciente». Lo asegura así de contundente el médico especialista vasco José Luis Arranz, profesor de Patología General en la Facultad de Medicina de Beira (Portugal); y creador y director de la primera Unidad de Fibromialgia, Síndrome de Sensibilidad Central y Dolor Crónico del país vecino, que ha participado en el foro Encuentros con la Salud de EL CORREO. El factor emocional, según sostiene, ejerce en la patología un peso tan determinante que determina su evolución, para bien y para mal.
«Después de haber pasado 2.276 consultas y atendido a 327 afectadas tengo bien claro que el paciente que quiere curarse encuentra su camino. Andará de un lado para otro pero al final hallará la salida. La fibromialgia –afirma determinante– no es como el cáncer. En esta enfermedad, el que no quiere curarse se queda en la cama y lo único que encuentra es una disculpa para sí mismo».
El discurso de Arranz rompe, en muchos aspectos, con las creencias establecidas a nivel internacional en torno a esta dolencia al alza, que debilita hasta el extremo y genera un profundo dolor. Según cuál de estos dos factores pese más en el paciente, los expertos hablan de fibromialgia (dolor) o fatiga crónica (cansancio). En el conjunto de España se estima que viven con ella unas 900.000 personas, el 2,4% de la población adulta, una de cada ocho con nombre de mujer.
Cuatro síntomas, por encima de otros, la determinan. El primero de ellos es el dolor. Hace más de veinte años, cuando comenzó a hablarse de ella –a pesar de que algunos autores la definieron ya hace más de un siglo como neurastenia– la Organización Mundial de la Salud hablaba de la existencia de 18 puntos de dolor que jalonaban el cuerpo. Hoy se sabe que las molestias, en mayor o menor grado, afectan al organismo en su conjunto.
El segundo factor que las caracteriza es el insomnio, persistente y generalizado. «No consiguen dormir bien, tienen muchos despertares y luego sufren de sueño durante todo el día», detalla Arranz. A la falta de memoria y dificultades para la concentración se suma el cansancio. «En mi experiencia, he constatado que, además, son pacientes con problemas de termorregulación. En un 80% de los casos empeoran con el frío y el 20%restante, por el calor».
José Luis Arranz
Director de la única unidad de fibromialgia de Portugal
La curación, insistió, depende en gran medida del pensamiento del paciente. «Einstein decía que la luz se comportaba al mismo tiempo como una onda y como una partícula. ¿Cómo es posible?Con esta enfermedad, sucede lo mismo». Esta patología, según argumenta, «se trata y tenerla controlada depende» de la voluntad del afectado.
El abordaje terapéutico que se utiliza con ella se sostiene, de hecho, sobre cuatro patas, tres de las cuales tienen un marcado componente cerebral. Además de la medicación, que incluye psicofármacos, el arsenal terapéutico incluye en determinados casos el uso de estimulación magnética transcraneal, una terapia similar al electrochoque, aunque bastante menos invasiva. Consiste en colocar sobre el cuero cabelludo una bobina electromagnética que emite pulsos magnéticos que activan las células nerviosas de determinadas zonas del cerebro.
Tratamiento nutricional y terapia psicológica completan la terapia. «La psicoterapia resulta determinante, porque nos ayuda a gestionar uno de los elementos claves de la fibromialgia, que es el estrés», detalla el experto, defensor, por todos estos motivos, de que el trastorno se trate en unidades especializadas o, en todo caso, en las de neurología, «pero no en reumatología, como viene sucediendo, porque esto no tienen nada que ver con las articulaciones».
«Una señora –relata Arraiz– vino a mi consulta con 36 años. Siempre les pregunto cuál cree usted que es la causa de su fibromialgia. La señora, muy clara, me contestó: 'a los nueve años, abrí la puerta de mi habitación y me encontré a mi padre ahorcado'. Ahí tienes el factor desencadenante, buena parte del trabajo que hay que realizar». La buena gestión del trauma causante, que no desaparecerá, permite a los pacientes llegar a vivir sin dolor, aunque sea por temporadas. «La fibromialgia, en realidad, es una desadaptación crónica del estrés», resume.
No hay una dieta definida para afrontar la fibromialgia. Ni alimentos prohibidos, ni que ayuden a salir del enredo de la enfermedad. La experiencia acumulada por el especialista vasco José Luis Arranz le lleva, sin embargo, a afirmar que los productos sin gluten ni lactosa ayudan a los pacientes a vivir temporadas libres de dolor. «Los productos de estos dos tipos contribuyen a rebajar la inflamación característica de la enfermedad y, en consecuencia, alivian los dolores».
A pesar de que se trata de una patología cada vez más extendida y conocida, aún pesa un «enorme estigma» sobre la fibromialgia. «Si a alguien se la diagnostican, se le mira de mala manera», detalla el experto. Los pacientes, argumenta, han de vivir con el malestar que generan la fatiga y el dolor físico y la profunda huella del rechazo social. Al fin y al cabo, dolor emocional.
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