Jacinto Bátiz, experto en Cuidados Paliativos: «No quiero que aceleren mi muerte ni prolonguen mi agonía»

– ¿Qué es la fundación NEOS?

– Un movimiento de la sociedad civil que defiende la recuperación de los fundamentos del humanismo cristiano. En los últimos años han ido perdiéndose.

– ¿Cuál es su papel en ella?

– Participar. Me han invitado a hablar de un tema en el que trabajo desde hace muchos años, que es cuidar la vida de las personas y su dignidad. Siempre he acudido a los foros donde se ha solicitado que hable desde mi experiencia.

– ¿El objetivo es cambiar las políticas de salud?

– Recuperar lo perdido.

– ¿La regulación de los cuidados paliativos es una batalla perdida en la sanidad española?

– Frustrante diría yo, porque llevamos mucho tiempo reclamando su regulación. Los cuidados paliativos han de ser un derecho en todo el Estado, no el privilegio de unos pocos. Sólo unas pocas comunidades los han regulado, entre ellas el País Vaco, todo un ejemplo de voluntad política.

– Permítame, tampoco mitigan todo dolor, sobre todo el físico.

– Si están bien realizados, pueden aliviar el sufrimiento. Es cierto que el sufrimiento no sólo tiene un componente físico, también lo tiene social, emocional y espiritual. La atención paliativa aporta mucho en las cuatro dimensiones.Después de 30 años de experiencia en esta atención sanitaria sé que se trata de una medicina eficaz.

– Me llama la atención el manoseo del término muerte digna, que usan tanto los defensores de los cuidados paliativos como los de la eutanasia.

– Los que hacemos paliativos hablamos de morir con dignidad.

– ¿Cuestión de matices?

– Muerte digna es una expresión que alude a un momento concreto. En paliativos hemos aprendido que nuestro objetivo no se limita a un acto, sino a un proceso, que comienza con el diagnóstico de la última enfermedad.

– ¿Son incompatibles?

– Son cosas distintas. Muchas veces los pacientes se plantean la eutanasia porque no quieren seguir sufriendo. Si les ofrecemos aquello que necesitan –compañía, alivio del dolor, de los síntomas– dejan de pedirla.

– ¿Desde que se aprobó la eutanasia se muere peor en España?

– No, no. De hecho, mi impresión es que desde entonces se han reforzado los cuidados paliativos porque se han visto todavía más necesarios.

– ¿Suspendería la ley?

– Yo no suspendería ninguna ley aprobada por el Parlamento español de manera democrática. Estoy convencido de que los ciudadanos necesitaban más una ley de cuidados paliativos. Eso dije siempre y seguiré defendiendo.

– Muchos médicos defienden la eutanasia y muchos pacientes la solicitan.

– Sí. La moda es ser progresista, tener una ley de eutanasia. Pero si miramos al mundo, hay muy pocos países con ella, apenas diez de 250 y pico. No parece una demanda social. Los enfermos quieren ser cuidados, no eliminados, eso sí es una demanda social.

– ¿Es objetor de conciencia?

– Lo soy. Si un paciente me pide la eutanasia, le avisaré de que yo no puedo practicársela y me ofreceré para acompañarle.

– Un médico me dijo en una ocasión que la calidad asistencial recibida depende de la puerta por la que se entre al hospital.

– Por supuesto. Depende incluso del modo en que le reciba el administrativo que le toque. El trato humano alivia, especialmente cuando se trata de enfermedades crónicas o avanzadas.

– ¿Qué le han enseñado los pacientes que ha ayudado a morir?

– Muchas cosas. Me han enseñado a valorar el tiempo. Lo desperdiciamos mucho. También a distinguir lo profundo de lo superficial. Si sales de trabajar y te han rayado el coche, te coges un cabreo monumental; pero si te vas a morir, como si te lo roban. Y también he aprendido que la mejor medicina es la compañía. Si no puedes curar, estate a su lado.

– Ha resumido su trayectoria en un libro, '¡Cuidadme así!'. ¿Cómo quiere que lo hagan?

– Como le gustaría ser cuidado a la persona que me atienda. Me gustaría que cuidasen las cuatro dimensiones que me definen como persona, la física, la biológica (los síntomas), la emocional y la espiritual. Si pueden ayudarme a resolver cuestiones pendientes, mejor. Y hay algo más.

– Dígame

– No deseo que aceleren mi muerte, pero tampoco mi agonía. Que la muerte llegue en su momento. Si han de aliviar mi sufrimiento con morfina o lo que corresponda, si han de aumentar las dosis y como consecuencia de esta terapia, muero, que estén tranquilos. Sabré que no buscan mi muerte, sino aliviar mi dolor.

– Está preparado, entiendo.

– La he asumido. Desde el momento en que nacemos, caminamos hacia la muerte. Cuando llegue el momento no sé cómo reaccionaré, pero intentaré ser coherente con lo que he recetado siempre a mis pacientes.