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G. h.

Lo que nos inyectan con cada dosis de vacuna contra el coronavirus

Los laboratorios analizan miles de componentes, hasta 9.000, antes de elegir los 10 o 12 que contiene cada una de las fórmulas contra el covid

Domingo, 6 de junio 2021, 04:32

¿Qué nos están metiendo en el cuerpo con cada vacuna contra el coronavirus? ¿Qué lleva en realidad ese minúsculo cóctel de sustancias que nos inyectan en el brazo? Ese pinchazo que dura menos de un segundo es el resultado de miles y miles de ... horas de investigación que, contra lo que pueda parecer, comenzaron mucho tiempo antes de que en la ciudad china de Wuhan un nuevo microbio decidiera colonizar la raza humana. Los sueros que están librando a los humanos de la última pandemia son el resultado del estudio pormenorizado de más de 9.000 componentes de todo tipo, de los que finalmente se eligen sólo unos pocos. Los verdaderamente eficaces, los que acaban en nuestro hombro.

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El objetivo final de todo ese minucioso trabajo de análisis -que no siempre acaba con el éxito alcanzado frente al Covid-19- es siempre el mismo, según explica la investigadora Miren Basaras, microbióloga de la Universidad del País Vasco (EHU/UPV). El esfuerzo principal se centra en determinar una sustancia con actividad biológica, puede ser de origen animal, vegetal, humano o químico, que sea capaz de neutralizar la acción del microorganismo que se quiere combatir. Los expertos la llaman principio activo y no puede ir sola. Ha de viajar acompañada de un equipo de asistencia que le ayudará a cumplir su misión de la mejor manera posible.

Son los excipientes, que tienen asignadas diferentes labores, desde estabilizar el producto para que resulte consistente y manejable, hasta dirigirlo al lugar preciso donde se quiere que actúe, tal como detalla Basaras, portavoz de la Sociedad española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (SEIMC), a la que EL CORREO ha pedido que explique los componentes de las vacunas que se están utilizando para poner freno a la pandemia.

Como un cohete

Aunque pronto habrá más, las cuatro vacunas disponibles para la inmunización de la población europea funcionan de dos maneras diferentes, porque cuentan con principios activos distintos. La estrategia de los laboratorios Pfizer/Biontech (P/B) y Moderna se basa en el uso de la más innovadora tecnología en el mundo de la inmunización que es la técnica del ARN mensajero. Las de AstraZeneca y Janssen, en cambio, se han valido en su diseño de fórmulas más convencionales. Utilizan lo que se conoce como adenovirus, un tipo de virus leves, en concreto los del resfriado común, que actúan como si fueran un cohete en cuyo interior viaja un elemento del coronavirus, la famosa proteína S de su superficie, que es la que provoca la reacción de la inmunidad.

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Como cada vacuna tiene sus propios componentes, analicemos una de cada tipo. La primera que llegó al mercado fue la de Pfizer/Biontech. El ARN mensajero, que ha supuesto toda una revolución en el mundo de las vacunas, es en realidad información genética del Covid-19 en una cantidad mínima suficiente como para desencadenar la reacción del sistema de defensas en caso de una invasión por coronavirus.

De esos más de 9.000 componentes utilizados, sólo 10 o 12 acabarán formando parte de los excipientes definitivos de la vacuna. La fórmula P/B contiene componentes lipídicos, es decir grasos, para dar estabilidad al producto como polisorbato 80 y colesterol, entre otros. También emplea etano como conservante, sacarosa como aglutinante -para que todos los elementos estén bien mezclados-, agua y solución salina. También se incluyen otros de diseño propio, que forman parte de la patente y tienen nombres tan extraños como 1,2-diestearoil-snglicero-3-fosfocolina (DPSC), que sí se sabe que es un lípido, una grasa.

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La fórmula de Janssen contiene ácido cítrico, etanol, cloruro de sodio (sal de mesa), también polisorbato y también, como la anterior, elementos del tipo 2-Hidroxipropil-ß-ciclodextrina (HBCD). Con unas y otras, como resume Miren Basaras, lo que nos meten es siempre lo mismo: protección frente a la infección. En una palabra, «vida».

Ni metales ni componentes magnéticos

Los grupos antivacunas, que han encontrado durante la pandemia su momento de gloria, se han dedicado a extender bulos con el fin de boicotear la vacunación que, de momento, es lo único que puede ayudar a poner fin a la crisis. Una de las ideas más extendidas, con supuestos vídeos como prueba, es que las fórmulas disponibles contienen metales y componentes magnéticos, completamente nocivos para la salud. Un vídeo, en concreto, permite ver a un tipo con una moneda pegada al punto de inyección por el supuesto efecto del magnetismo. «Es todo completamente falso. Las vacunas contra el coronavirus no contienen metales. Otras que usan sales de aluminio como potenciador (coadyuvante) llevan una cantidad insignificante, menor que la que tienen algunos alimentos que consumimos», explica Basaras.

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