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Martes, 26 de enero 2021, 16:25
A lo largo del año 2020, según datos de la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC), 6.095 mujeres del País Vasco desarrollaron algún tipo de cáncer. Por tipos, los más frecuentes fueron: el cáncer de mama (28%), el colorrectal (13%), el de pulmón (6%) y el de útero (6%). Este último pertenece al grupo de cánceres del tracto genital -también conocidos como ginecológicos- conformado por el cáncer de vulva y de vagina, de cuello uterino o cérvix, de endometrio y sarcoma uterino, de ovario y trompa de Falopio. Los cánceres ginecológicos en conjunto afectaron a más del 11% de esas mujeres.
La gran variedad de tumores malignos o cánceres del tracto genital hace que cada uno cuente con diferentes particularidades. «Cada tipo de tumor, por sus características, presenta, en general, un diagnóstico más temprano o más tardío y, por este motivo, tiene un pronóstico y una tasa de supervivencia diferente. El abordaje o estrategia para su tratamiento también difiere de unos a otros, debido a las diferentes vías de extensión que caracterizan a cada tumor», explica el coordinador del Área de Ginecología y Obstetricia de la Clínica IMQ Zorrotzaurre, Luis María Guevara.
Ante las diversas modalidades que presentan estos tipos de tumores malignos, la Clínica IMQ Zorrotzaurre cuenta con su propio Comité de tumores de mama y ginecológicos para ofrecer el diagnóstico y tratamiento más adecuado para cada paciente y situación. Ese Comité está constituido por profesionales de distintas unidades y especialidades que colaboran entre sí para ofrecer a cada afectada la mejor solución posible.
El Área de Ginecología y Obstetricia, que se comprende dentro de la Unidad Materno-Infantilde la Clínica IMQ Zorrotzaurre, trata cualquier patología oncológica de origen ginecológico con todas las garantías al contar con equipos de especialistas en Radiodiagnóstico (Ecografía de alta resolución, Resonancia, TAC y PET-TAC), Medicina Nuclear, Anatomía Patológica, Oncología, Cirugía General, Urología y Medicina Interna.
Así, en el ya mencionado comité, los expertos de IMQ, tanto de la Unidad Materno-Infantil como de la Unidad Oncológica, valoran de forma conjunta la terapia más adecuada para cada caso para ofrecer un diagnóstico preciso y un tratamiento adaptado a cada situación.
Además de un completo equipo profesional, la Clínica IMQ Zorrotzaurre también cuenta con los últimos avances tecnológicos para afrontar los diversos tipos de cánceres ginecológicos con el mejor resultado para sus pacientes.
La Clínica cuenta, por ejemplo, con el Robot Da Vinci -equipo de cirugía robótica más avanzado del mercado- para llevar a cabo cirugías oncológicas como cáncer de cérvix, de ovario, o de endometrio, donde este tipo de dispositivos pueden facilitar las intervenciones correspondientes. Además, cuatro de sus quirófanos están equipados con todo el aparataje de última generación necesario para llevar a cabo cirugía Laparoscópica, técnica quirúrgica mínimamente invasiva que se lleva a cabo a través de pequeñas incisiones de menos de un centímetro.
Los principales tipos de cáncer del tracto genital femenino que atienden, de más frecuente a menos, se distribuyen de esta forma: endometrio, ovario, cérvix y vulva.
El cáncer de endometrio es el tumor más frecuente del tracto genital femenino en España y el segundo en mortalidad después del cáncer de ovario. Afecta a una de cada 36 mujeres. Aunque la mayoría de estos tumores acontece a partir de los 55 años, casi un 25% de ellos se diagnostica antes de esta edad. Cuando se diagnostica un cáncer de endometrio por debajo de los 50 años, hay que considerar la posibilidad de que esa paciente sea portadora de un síndrome de predisposición familiar al cáncer, como el síndrome de Lynch.
Este tipo de cáncer se puede encontrar con dos tipos de tumores distintos, no solo en lo que se refiere al propio tejido orgánico, sino en su biología, pronóstico y tratamiento:
El Tipo I es el adenocarcinoma de tipo endometrioide. Es un tumor que depende de las hormonas y se relaciona con la exposición a los estrógenos. Su evolución suele ser lenta y el pronóstico, favorable. «La indicación del dispositivo intrauterino (DIU) de progesterona, con la liberación local y continua de ésta en la fase de la perimenopausia, constituye hoy en día una forma de prevención o ‘vacuna’ de este tipo de tumor», expone el Dr. Guevara.
El Tipo II no se beneficia de esta posibilidad ya que no responde al tratamiento hormonal. Tiene un comportamiento semejante al del cáncer de ovario y, por lo tanto, un pronóstico más desfavorable. En este grupo se incluyen los carcinosarcomas.
Respecto a su abordaje, el especialista indica que «el tratamiento del cáncer de endometrio supone un verdadero reto para el ginecólogo al tratarse, frecuentemente, de personas de edad avanzada con patologías asociadas como diabetes, hipertensión y obesidad. Además, siempre que sea factible por las condiciones de la paciente, se opta por la laparoscopia como vía de abordaje quirúrgico».
«Es preciso considerar que debido a la elevada tasa de curaciones en estadios iniciales y supervivencias globales a los cinco años (entre un 80 y 85%) se ha creado la falsa y peligrosa idea de que se trata de una enfermedad de bajo riesgo para estas pacientes», indica el especialista de Zorrotzaurre.
El cáncer de ovario es más frecuente en los países desarrollados. Suele aparecer o diagnosticarse entre los 45 y los 75 años. A veces, aunque de forma infrecuente, se da en personas muy jóvenes, incluso desde los 15 años, por lo que nunca se puede bajar la guardia.
Según advierte el Dr. Guevara, «el problema del cáncer de ovario es que, en las etapas iniciales, en general, no presenta sintomatología y, por lo tanto, el diagnóstico puede ser tardío, empeorando el pronóstico. Las revisiones periódicas con ecografía son la forma de intentar evitar los estadios avanzados, sobre todo, dirigidas a las personas con factores de riesgo. Entre estos últimos, se pueden citar la etapa de la menopausia, el hecho de no haber tenido embarazos, etc.».
La cirugía tiene una doble vertiente en el tratamiento del cáncer de ovario. Por un lado, tiene como objetivo fundamental la extirpación adecuada del tumor; y, por otro lado, desempeña un papel trascendental para conocer en qué estadio se halla. Estadiar la enfermedad es saber en qué etapa se encuentra el tumor, es decir, si el cáncer de ovario está localizado en los ovarios o si existe una diseminación por otras zonas. De esta forma, se decide qué tipo de tratamiento es el más idóneo y se determina el pronóstico. Hoy en día es posible realizar por vía laparoscópica el estudio de la extensión del cáncer de ovario en estadio inicial.
El cáncer de cuello de útero o de cérvix es más frecuente en los países menos desarrollados y constituye el tercer tipo de cáncer más frecuente entre las mujeres a nivel mundial. En nuestro ámbito la incidencia es muy baja: 7-8 nuevos casos por 100.000 habitantes y año.
En este tipo de tumor se da la existencia de lesiones precursoras -las conocidas como lesiones intraepiteliales de bajo grado y de alto grado- que se pueden apreciar en las citologías y en las biopsias de cérvix. «El cribado de mujeres sanas mediante una citología cervical de manera continuada y adecuada ha conseguido reducir hasta en un 90% la incidencia y mortalidad por cáncer de cérvix», explica el Dr. Guevara.
En la última década se ha confirmado que el virus del papiloma humano (VPH) es el agente causal de la práctica totalidad de los tumores de cérvix y sus lesiones precursoras. «La vacunación sistemática frente al VPH que se ha implementado a las niñas en edad escolar en nuestro medio, hace pensar en una nueva época en lo que se refiere a las lesiones precancerosas y cánceres que afectan al cuello de útero, vulva, vagina y ano», destaca el especialista.
La incidencia del cáncer de vulva varía entre 1 y 3 casos por cada 100.000 mujeres al año. Esta incidencia se incrementa con la edad, siendo más frecuente a partir de los 60 años. De manera reciente, se está viendo un aumento de esta patología a edades más tempranas, en etapas más precoces del tumor y asociadas al virus del papiloma humano. El cáncer de vulva representa entre el 4% y el 5% de todos los cánceres ginecológicos.
Sobre este tipo, el Dr. Guevara explica que «ante cualquier síntoma o cambio morfológico a nivel de la vulva, es fundamental la implicación del ginecólogo en las revisiones ginecológicas periódicas o en las consultas por otros motivos a la hora de advertir cualquier cambio en la anatomía vulvar, ya que un diagnóstico temprano hace que la cirugía, que es el tratamiento de primera elección en este tipo de cáncer, sea menos agresiva, propiciando un pronóstico de la enfermedad más favorable».
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