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Rosa Cancho | F. Apezteguia
Viernes, 20 de marzo 2020, 01:10
Hospital universitario de Álava | Vitoria
Profesionales hechos a bregar con el dolor y la muerte confiesan que han llorado de rabia y de impotencia por la carga y condiciones de trabajo
«Dolor, impotencia y desolación». Estas tres palabras dan una idea de cómo se sienten los profesionales sanitarios que ... atienden cada día en Vitoria a decenas de personas contagiadas. Están «desbordados», con una carga de trabajo muy superior a la del peor pico de gripe y con la sensación de no llegar. Los equipos de protección empiezan a escasear, tienen que reutilizar varios días las mascarillas, a las UCIs de Txagorritxu no les llegan ya batas impermeables y «ver cómo la gente no se ha concienciado, que aún hay empresas abiertas y que cada día veo colas de gente mayor yendo a por el pan me llena de preocupación», indica un sanitario que trabaja en primera línea. «Si algunos de esos que van a Noja se dieran una vuelta por las UCIs...», dice otro.
Confiesan haber llorado casi cada día y eso que es gente bregada, acostumbrada a la enfermedad y a la muerte. Pero esto es nuevo, desconocido y golpea sobre todo al más frágil. «Yo tengo padres mayores y me ha costado convencerles de que no salgan de casa. No les voy a ver en mucho tiempo, pero es tan importante...», relata una enfermera.
Aunque Osakidetza ha contratado profesionales de enfermería de refuerzo y los médicos de otras especialidades se han reciclado para ayudar a los de medicina interna y neumología, tienen la sensación de no llegar. «Apenas nos da tiempo a atender a los pacientes e intentamos formar a los nuevos, pero es muy complicado, a mí me ha costado meses desenvolverme en intensivos», agrega otra.
Esto pasa en todo el Hospital Universitario de Álava, es decir, tanto en su sede de Txagorritxu como en la de Santiago. Y es que, aunque es el primer centro el que lleva por ahora el peso de la epidemia, el segundo está desde el principio atendiendo pacientes contagiados. Sus urgencias «no dan abasto». Es el hospital de referencia de las personas mayores, con una unidad para crónicos, y allí se han dirigido estos días las familias y residencias. «Se ponen tan malitos...», dice, sin poder contener las lágrimas, un profesional. «Es que en dos horas, en dos, pasan de estables a críticos», relata un médico.
Hospital de Basurto | Bilbao
Un total de 31 personas permanecían a última hora del martes ingresadas en el pabellón Revilla del hospital de Basurto en Bilbao, mientras otras tres eran atendidas en Unidades de Cuidados Intensivos. «Estamos a tope, si sigue creciendo la demanda asistencial a este ritmo no vamos a dar abasto en pocos días», reconocía ayer un especialista del centro. «La epidemia no ha hecho más que empezar y estamos rotos. Pero no podemos caer, porque somos los sanitarios. La población depende de nosotros», razonaba.
Bilbao constituye el principal foco de la infeccción, después de Vitoria, con 83 infectados frente a los más de 500 que aglutina la capital alavesa. La previsión para los próximos días es «que todo vaya a peor. Es lógico, si el pico se ha anunciado para mediados de abril, aunque ahora, quién sabe, si funcionan las medidas de contención, podría retrasarse», afirma este facultativo.
El problema de Basurto, como el del conjunto de la red asistencial, es que comienzan a faltar material básico para la protección de los profesionales sanitarios. Mascarillas. «Quién va a atender a los pacientes si nosotras caemos enfermas?», se preguntaba ayer la portavoz en Bizkaia del sindicato de enfemería SATSE, Amaia Mayor.
La central se queja de que cada vez la seguridad laboral es peor. En toda la red. «Han rebajado las necesidades de protección para el manejo de pacienes, pero necesitamos saber si esa decisión se basa en criterios científicos o en la falta de recursos, como sospechamos».
Hospital de Cruces | Barakaldo
La enfermería, primera línea de combate frente al virus, se queja de falta de previsión y afirma sentirse «olvidadas» por la institución sanitaria
Las enfermeras de Cruces, como las del conjunto de Euskadi, tienen miedo. Hablan desde el anonimato porque temen «represalias por parte de Osakidetza» y se quejan de las «precarias condiciones» con que se están viendo obligadas a tratar a los pacientes con coronavirus. La falta de medios con que trabajan crece día a día, de manera inversamente proporcional a la epidemia, según se lamentan. «Cuanta mayor carga asistencial, menor protección nos ofrecen», protestan.
El hospital de Cruces, como el resto en Osakidetza, ha dejado ya de atender cirugías programadas no urgentes con el fin de destinar más espacio para la atención de pacientes graves y habilitar un mayor número de Unidades de Cuidados Intensivos. La zona que se conoce en el centro como 'El Martillo', reservada solo para situaciones excepcionales, ha sido ya dispuesta para la acogida de pacientes infectados. Si no es suficiente, en los próximos días se dispondrán también los gimnasios como hospital de campaña.
«A las enfermeras no nos toman en serio. Somos soldados rasos, nos consideran bajas asumibles», protesta una veterana, que critica la falta de previsión institucional con que se ha organizado la lucha contra la infección . «Ahora nos han pedido que reutilicemos las mascarillas. ¿Y si están contaminadas?», se pregunta, visiblemente molesta.
«También nos han obligado a firmar un documento para que reconozcamos que nos han dado formación. Así -añade-, si te pasa algo, es tu responsabilidad». «Me encanta mi profesión», concluye, «pero nos están pidiendo que pongamos en juego nuestra salud y la de nuestra familia. Confío en que cuando acabe todo esto se depuren responsabilidades».
Hospital de Usansolo | Galdakao
«Nuestras urgencias han sido un caos. Las enfermeras atendían a los pacientes prácticamente sin protección y ahora mismo carecemos del material adecuado», explicaba ayer una enfermera del hospital de Usansolo-Galdakao que se bate cada día con pacientes con coronavirus. «¡Cómo nos pueden tener así! No saben lo duro que es volver a casa y meterte en la cama cada día con la incertidumbre de si habrás transmitido la enfermedad a alguien de tu familia. Se han olvidado de que trabajamos pegadas a los enfermos. Vamos a caer como moscas, pero les da igual», se lamentaba.
El centro tiene ya una planta completa reservada a la atención de víctimas del covid-19 y acondiciona con el mismo fin una de las cuatro alas de otra de ellas. El jueves, los profesionales sanitarios del centro atendían ya a un total de 60 pacientes infectados,
La enfermería cuenta que les falta de todo. Gafas de protección, batas impermeables, mascarillas apropiadas. «Al parecer, se han pedido al hospital de Cruces pero no quieren compartirlas», asegura otra enfermera. Algunas de ellas trabajan con sacos de basura bajo sus uniformes, porque no hay ya batas impermeables. «Es el Apocalipsis», se quejan.
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