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El Gobierno vasco trabaja ya con la hipótesis de que la epidemia del coronavirus provocará un impacto considerable en la economía y el empleo en Euskadi. Con los ejemplos de China e Italia sobre la mesa, es consciente de que el tejido productivo de la comunidad autónoma, las exportaciones, el comercio, la llegada de turistas... todas las actividades estarán condicionadas en los próximos meses a la evolución que la epidemia experimente no solo en España, sino en todo el planeta.
Y las previsiones no son buenas, al menos a corto-medio plazo. Por ello el Ejecutivo se reunió ayer con representantes de la patronal y los sindicatos. Por el momento, la crisis sanitaria no ha tenido un reflejo «claro y medible» en la economía vasca. Pero es cuestión de semanas. De ahí que ayer analizaran en ese cónclave la actual situación y el horizonte que se acerca y que los mismos interlocutores se citaran para el lunes próximo para reevaluar el escenario.
La consejera de Desarrollo Económico e Infraestructuras, Arantxa Tapia, aseguró después del encuentro que en estos momentos no hay «necesidad» de adoptar medidas excepcionales, aunque acto seguido admitió que «quizá mañana» sí, por lo que el Gobierno «no puede estar con los brazos caídos y debe anticiparse». Todavía no hay actuaciones concretas sobre la mesa, pero el Departamento de Hacienda tiene perfilado ya un paquete de acciones «que en un futuro podría poner en funcionamiento» para contrarrestar las consecuencias de la crisis del coronavirus y la previsible desaceleración de la economía vasca. De hecho, el titular de ese área, Pedro Azpiazu, avanzó ayer una «previsible» reducción de la previsión de crecimiento de Euskadi para este año, ahora fijadas en un 1,9%. «Los impactos principales vienen desde el exterior, pero a ellos se pueden sumar también la crisis de confianza, sobre todo si el proceso se alarga en el tiempo», analizó el consejero.
Si Euskadi se encontrara a medio plazo ante un escenario «negativo, contrastable y medible», que implique una «restricción del crédito», el Gobierno vasco activaría «líneas de financiación extraordinarias» de las que podrían beneficiarse compañías que atraviesen dificultades puntuales por culpa del coronavirus. De hecho, el Ejecutivo autonómico asume que algunas firmas de Euskadi ya están teniendo «tensiones de tesorería» al no poder entregar pedidos a sus clientes -y por lo tanto cobrarlos- por las restricciones a los viajes decretadas a nivel mundial. Además, también preocupa el sector hotelero y turístico, donde el impacto puede llegar por la cancelación de congresos y reservas de cara a la Semana Santa.
El consejero Azpiazu también anunció la posibilidad de una financiación «discrecional» de los gastos del Departamento de Salud derivados del plan de choque activado para luchar contra la epidemia y poner en marcha con «rapidez» los «mecanismos estabilizadores» de los Presupuestos destinados a ayudas sociales como la RGI.
Si la situación fuera a más, el Gobierno incluso podría reorientar una «parte sustancial del superávit» del pasado ejercicio a «inversiones que impulsen la actividad y que potencien los efectos de respuesta a la baja de actividad». «Al cierre de 2019 estamos en una situación relativamente cómoda para afrontar estas necesidades. Tenemos margen de maniobra», aseguró Azpiazu. No obstante, el consejero reconoció que «algunas empresas» que se vean golpeadas por la crisis del coronavirus podrían solicitar «aplazamientos o tener dificultades para hacer frente a sus obligaciones fiscales». «Eso nos podría llevar a una situación de déficit fiscal. Pero tenemos capacidad de afrontarlo».
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